12/Ene/06!f>
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Semillas con tecnología, una nueva veta de exportación
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Por lo menos, tres empresas argentinas están compitiendo con las multinacionales en el desarrollo biogenético.
(Clarín) - Un poco por amor (a las variedades que convirtieron a la Argentina en una potencia sojera) y otro poco por espanto (a la falta de un marco legal que
les posibilite cobrar royalties), los criaderos nacionales de semillas están comenzando a probar y vender sus desarrollos hacia toda la región, compitiendo con las
multinacionales del sector. Así, ya pueden encontrarse semillas de soja de genética argentina en Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia.
Tres empresas, por lo menos, ya prueban suerte fuera del terruño: Don Mario, Relmó y Criadero Santa Rosa. Esta tendencia a la "transnacionalización" se inició
cuando comenzó a hacer agua el sistema legal para que los obtentores de semillas cobren regalías que recompensen sus largas investigaciones. En el país se
estima que sólo 20% de la inmensa superficie sembrada con soja 15 millones de hectáreas se implanta con semilla "registrada", y que paga royalties. Por este
tema hay una fuerte disputa entre el Gobierno y la estadounidense Monsanto. Pero todo el sector pide a gritos una solución.
Relmó el primer criadero de soja del país ya había comprobado años atrás que las variedades locales de soja son aptas para otros climas y latitudes: en 1994
envió muestras a Sudáfrica y Estados Unidos, que hoy son comercializadas allí mediante licencias. "El nivel de avance genético de la soja en Argentina se puede
equiparar al mejor del mundo", dijo Julio Ferrarotti, titular de esa empresa, la misma que hoy ensaya con soja en la Patagonia.
Pero la gran expansión apuntó hacia los países vecinos que, como la Argentina, se han volcado a la soja, convirtiendo al Mercosur en el mayor productor
mundial, con más de 100 millones de toneladas. En todos los casos, el derrotero es similar. Las variedades aptas para Entre Ríos se volcaron hacia Uruguay. Las
que permitieron ampliar la frontera agrícola hacia el Norte se están adaptando para Paraguay. Con Brasil y Bolivia las cosas se complican y hay que investigar:
tienen climas tropicales que requieren variedades especiales.
Don Mario es una de las conquistadoras más pujantes y ya instaló siete campos de ensayo en Paraguay y otros 16 en Brasil, donde lanzó una nueva empresa
BrasMax y espera vender sus primeras semillas en 2007. Antes ya había incursionado en Uruguay. "Nuestro germoplasma es de punta y tenemos uno de los
mejores programas de investigación de Sudamérica, con una inversión de 1 millón de dólares anuales. Por eso, nos sentimos cómodos si tenemos que competir
con cualquier empresa internacional", explicó Marcos Quiroga, gerente de Investigación de ese criadero. Aquí, ya arañan un cuarto de un mercado que lidera la
holandesa Nidera.
Relmó apunta al mismo nicho. Firmó un convenio con la brasileña TMG para adaptar las variedades argentinas al cálido clima del Mato Grosso, donde la soja se
expandió violentamente. Esta firma también realiza ensayos en Bolivia, donde según Ferrarotti, se protege más la propiedad intelectual de los semilleros que en
la Argentina. En rigor, parece suceder lo mismo en toda la región. El empresario aportó un dato: este año cobrarán más royalties por sus ventas al Uruguay,
donde hay 500.000 hectáreas de soja, que en la propia Argentina.
Criadero Santa Rosa, un histórico criadero cooperativo, apuesta fuerte a vender su genética sojera en Paraguay. "Allí se retribuye la regalía, nos pagan y ese es
nuestro negocio, cobrar por la tecnología", razonó Luis Curti, de esa compañía.
Aportado por Eduardo J. Carletti
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