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Platillos voladores de piedra hallados en China reviven enigma
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El hallazgo reciente de más de una decena de piedras de gran peso y tamaño con la forma de platillos voladores en China, ha revivido el enigma de los discos
Dropa, la presunta evidencia de una expedición de extraterrestres que en naves espaciales visitaron la Tierra hace más de 12.000 años.
Según el rotativo ruso, Komsomolskaya Pravda, los platillos voladores de piedra fueron hallados a finales de pasado mes de septiembre, durante excavaciones
en una mina de carbón cerca a la aldea Juangú, en la provincia de Tzianshi.
Las piedras, de casi tres metros de diámetro y al menos 400 kilogramos de peso, tienen la forma de un platillo volador con una protuberancia cóncava en el
centro y por su apariencia, parece que fueron labradas con instrumentos mecánicos.
En el lugar del curioso hallazgo trabaja una expedición de científicos chinos, y algunos medios de prensa aseguran que las piedras tienen relación con los famosos
discos Dropa, un extraño descubrimiento hecho por un
arqueólogo chino en las montañas de Bayan Kara Ula, cerca al Tíbet, en 1938.
Según la versión más difundida, el arqueólogo Chi Pu Tei, catedrático de la Universidad de Pekín y estudiantes exploraron cuevas en esa montaña que durante
muchos siglos fue la morada natural para muchas tribus trogloditas autóctonas. Los expedicionarios encontraron tumbas con esqueletos cuyos cráneos eran
anormalmente grandes, torso y extremidades frágiles y apenas 138 centímetros de estatura.
También se encontraron cerca de 700 discos de piedra de 30 centímetros de diámetro con agujeros en el centro de 20 milímetros de ancho y surcos,
denominados "Piedras Dropa", en alusión a los Dropa o pastores nómadas que habitan la mayor parte del norte del Tíbet.
En las paredes había relieves del Sol, la Luna, estrellas, la Tierra y líneas que unían la Tierra con el cielo. Los discos y las pinturas tenían una antigüedad
aproximada de 12.000 años, mucho más que las pirámides de Egipto.
Los discos y otros hallazgos de la expedición fueron trasladados a la Universidad de Pekín, y en 1958 el profesor Tsum Um Nui expuso una teoría según la cual
los surcos eran jeroglíficos desconocidos.
Según Tsum, los signos narran la historia del aterrizaje forzoso de la nave espacial y la matanza de la mayor parte de los sobrevivientes por habitantes del lugar.
Supuestamente, Tsum reportó su descubrimiento en 1962, pero la Universidad de Pekín no recomendó su publicación porque estimó que los criterios de
interpretación de los jeroglíficos carecían de argumentación científica.
Posteriormente, en 1965, las autoridades del Alma Mater autorizaron la publicación de materiales relacionados con los discos Dropa, que en esencia
corroboraron la teoría de Tsum sobre la sonda tripulada interplanetaria.
Entonces, los científicos chinos expusieron fotos de los discos Dropa que de hecho, son similares a los discos Bi, que se encuentran por millares en varias
regiones de China.
Generalmente, los discos Bi son pequeños, son hechos de jade o nefrita, con un pequeño agujero redondo o cuadrado en el centro, aunque no tienen los
jeroglíficos como los discos Dropa.
Según otras fuentes, los discos Dropa tienen propiedades peculiares con elevadas concentraciones de cobalto y otros metales que les confiere una dureza
especial. La resistencia de los discos Dropa, más elevada que el granito ponen en relevancia de la tecnología que se tuvo que aplicar para grabar los jeroglíficos,
de por sí difíciles por su reducido tamaño.
Sea cual sea su naturaleza, origen, o significado, las piedras Dropa siguen siendo un objeto de vivo interés para arqueólogos y antropólogos.
La mayoría de los expertos consideran que la historia que narra sus jeroglíficos de los discos Dropa es uno de los tantos mitos que existen en los pueblos
antiguos que cuentan que sus descendientes vinieron a la Tierra desde otras estrellas. Otros, que consideran factible que la Tierra fue poblada por extraterrestres,
estiman que las piedras Dropa tienen un valor incalculable porque son la primera evidencia de esas visitas.
Mientras, el enigma de las piedras Dropa sigue oculto.
Fuente: Ria Novosti. Aportado por Eduardo J. Carletti
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