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Ig Nobel 2007: Premio a la bomba gay, la vainilla de caca de vaca, y la viagra 'anti-jet-lag'
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Los premios Ig Nobel son a los premios Nobel lo que los premios Razzie son a los premios Oscar; o sea, su parodía. Cada año, y por las mismas fechas que se conceden los Nobel,
la revista humorística científica 'Annals of Improbable Research' (AIR; es decir, 'aire' en mayúsculas) premia las investigaciones científicas más disparatadas, inútiles o, simplemente,
sorprendentes. Los premios se llaman Ig Nobel porque en inglés esas dos palabras juntas significan 'innoble'.
Lo realmente interesante de los premios Ig Nobel es que los estudios premiados son serios. Es decir, han sido publicados en revistas científicas serias -quizás no de primera
línea-, por científicos serios, y como resultado de investigaciones serias. O, al menos, eso se supone.
Los premios fueron entregados en la Universidad de Harvard, una de las más prestigiosas del mundo. Este año los galardonados han sido los siguientes:
El premio Nobel Ig de la paz se lo llevó el Laboratorio de la Fuerza Aérea Patterson Wright, en Dayton (Ohio), que sopesó la posibilidad de fabricar una 'bomba gay' para
provocar la homosexualidad en el enemigo y con ello minar la moral y la disciplina de las tropas. El proyecto fue presentado con toda seriedad en 1994, con un presupuesto
previsto de 7,4 millones de dólares, según un documento secreto que salió a la luz en 2005.
España ha ganado un premio Ig Nobel. En concreto, en 'lingüística'. Juan Manuel Toro, Josep Trobalon y Nuria Sebastián Gallés, de la Universidad de Barcelona, realizaron un
fascinante estudio que demuestra que las ratas a veces no distinguen entre el japonés y el holandés cuando las personas hablan esas lenguas al revés.
El galardón de 'aviación' se lo llevaron los argentinos Patricia Agostino, Santiago Plano y Diago Golombek, por descubrir que los hamsters se recuperan mejor del desfase
horario si previamente toman Viagra.
Aunque las posibilidades médicas del anterior estudio son considerables, AIR ha decidido otorgar el premio Ig Nobel de 'medicina' al británico Brian Witcombe y el estadounidense
Dan Meyer por un análisis de los efectos secundarios de introducirse espadas por la garganta. Llegaron a la conclusión de que ocasionaban irritaciones. Al respecto, presentaron el
caso de un hombre que se hizo daño en el esófago y al que se le inflamó la membrana protectora de los pulmones "cuando le distrajo un papagayo que tenía en el hombro y que se
estaba portando mal". También relataron el de una bailarina del vientre que sufrió una hemorragia "cuando una persona le colocó billetes en el cinto, lo que hizo que se cortase con las
tres cuchillas que tenía en el esófago".
La japonesa Mayu Yamamoto ganó el premio de 'química' por su método para extraer esencia de vainilla de los excrementos de la vaca.
Por su parte, L. Mahadevan, de la Universidad de Harvard, y Enrique Cerda Villablanca, de la Universidad de Santiago, en Chile, fueron reconocidos en 'física' por su estudio sobre
cómo se arrugan las sábanas.
En 'economía' ganó el taiwanés Kuo Cheng Hsieh, que patentó un dispositivo que lanza una red para capturar a atracadores de bancos.
La holandesa Johanna van Bronswijk obtuvo el premio de 'biología' por realizar un censo de los ácaros, arañas, crustáceos, bacterias, algas, helechos y hongos que residen en
las camas de los seres humanos.
El Ig Nobel de la literatura (inglesa) ha recaído en Glenda Browne, de Australia, por su estudio de la palabra 'the' (se traduce, según los casos, por 'el', 'la', 'los' y 'las') y los
problemas que causa su indexación.
Y en 'nutrición' ganó Brian Wansink, de la Universidad de Cornell, por estudiar el apetito de las personas, al darles un plato de sopa sin fondo en el que nunca se acababa
su contenido. Wansik no sólo estuvo en la ceremonia, sino que se prestó de buen grado a hacer una exhibición pública de su invento, vestido con un espléndido delantal de cocina
rojo.
Muchos de los premiados asistieron a la ceremonia y recogieron su galardón, una estatuilla sin valor de una gallina que trata de comer un enorme huevo del que está
saliendo; símbolo de la pregunta de imposible respuesta de qué fue antes, el huevo o la gallina.
Fuente: El Mundo. Aportado por Gustavo Courault
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