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El derribo del satélite espía de EEUU puede dañar a la Estación Espacial Internacional
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La lluvia de chatarra provocada por la explosión puede golpear a la ISS - El Gobierno de EEUU justifica su decisión
diciendo que puede "salvar vidas"
Algunos expertos han lanzado esta advertencia tras conocerse que el Gobierno norteamericano ha decidido destruir el
satélite con un misil.
David Wright, de la organización Union for Concerned Scientists en Cambridge (Massachussetts, EEUU), considera
que el estallido del satélite provocará una lluvia de cientos de miles de fragmentos de chatarra, algunos de los cuales
podrían golpear a la ISS.
"No me gusta nada esta idea", declaró a la revista 'New Scientist'. "Este satélite es dos y media veces más grande que el
satélite chino que se destruyó el año pasado, así que lo lógico es que produzca una dispersión de fragmentos mucho
mayor", aseguró.
Mientras que el satélite chino, derribado en enero de 2007, se encontraba a una altura de 850 kilómetros, el satélite
espía de EEUU que se encuentra fuera de control está en una órbita más baja, a unos 240 kilómetros. La mayor parte
de la chatarra caerá y se desintegrará en cuestión de horas o días, pero Wright teme que algunos de los fragmentos
metálicos puedan ir hacia arriba y chocar con la ISS, que se encuentra a una altura de 340 kilómetros.
"Estas explosiones son muy difíciles de predecir. ¿Cómo pueden calcular sus consecuencias?", se pregunta este experto.
Por su parte, Donald Kessler, un ingeniero retirado del Centro Espacial Johnson de la NASA, también considera que el
riesgo de un choque con la ISS no se puede descartar, pero considera que el riesgo de que el combustible tóxico que
contiene el satélite espía provoque daños al caer sobre la Tierra es aún mayor.
Objetivo de "salvar vidas"
Estados Unidos ha explicado en la Conferencia de Desarme de la ONU que intentará derribar su satélite espía como
una "respuesta de emergencia para prevenir la posible pérdida de vidas", debido a su carga de combustible altamente
tóxico.
La representante del Gobierno de EEUU ante ese foro, la embajadora Christina Rocca, reconoció que el tanque del
satélite está lleno de combustible para cohetes "altamente tóxico", que probablemente resistiría a la entrada natural del
aparato en la atmósfera terrestre.
Ése ha sido el factor clave que ha influido en la decisión de derribarlo, precisó la delegada estadounidense, y para ello
EE.UU. ha modificado tres misiles SM-3 y tres navíos. Rocca explicó que si la misión tiene éxito destruirá el tanque de
combustible y éste se disipará, "de un modo que no represente un peligro para la vida humana".
El momento y lugar para derribar el objeto espacial serán escogidos en función de "maximizar la posibilidad de impactar
en el tanque de combustible y asegurar que los trozos resultantes entren rápidamente (en la atmósfera) y no pongan en
peligro otros satélites ni operaciones espaciales pacíficas".
El punto de impacto será igualmente escogido para minimizar la posibilidad de que cualquier resto que logre entrar en la
atmósfera pueda impactar en áreas pobladas, añadió.
Según los cálculos de los expertos de EE.UU., el satélite espía ingresará en la atmósfera de la Tierra el próximo 6 de
marzo o muy cerca de esa fecha, aunque no han logrado predecir el área de impacto.
La embajadora adelantó que en caso de que la operación fracase, EE.UU. evalúa otras opciones para controlar y
mitigar los eventuales daños, principalmente "en el caso de que el tanque lleno de combustible caiga en una zona
habitada".
En cualquier caso -recalcó- su país está "preparado para ofrecer asistencia a los gobiernos y mitigar las consecuencias
del impacto de cualquier fragmento del satélite en sus territorios". Además, dijo que si hubiese trozos a recuperar en
algún país extranjero, "EEUU desearía recuperarlos".
A finales de enero, las autoridades estadounidenses habían descartado la posibilidad de que la caída del satélite espía
"L-21" pudiese representar un peligro para zonas pobladas del mundo y aseguraron que se desintegraría al entrar en la
atmósfera. Entonces indicaron que si algunos trozos lograsen sobrevivir al intenso calor, la mayor parte caería en los
océanos.
El "L-21" es un satélite del tamaño de un pequeño autobús y fue puesto en órbita en 2006, pero nunca llegó a funcionar.
Fuente: ElMundo.es.
Aportado por Graciela Lorenzo Tillard
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