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Los rayos cósmicos más energéticos no nos alcanzan
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Según los resultados de los observatorios de rayos cósmicos, el High-Resolution Fly's Eye y el Auger, las partículas más
energéticas de los rayos cósmicos nunca alcanzan la Tierra, de acuerdo a una predicción de hace más de 40 años
A la izquierda: Espejos del sistema detector de rayos cósmicos HiRes.
El límite Greisen-Zatsepin-Kuzmin (GZK) fue propuesto en 1966 porque, según los cálculos, cualquier partícula de rayo
cósmico con una energía superior a un determinado valor, en su largo viaje hasta la Tierra, interaccionaría con la propia
radiación del fondo cósmico producida por el Big Bang y que rellena el espacio vacío desde hace más 13.000 millones
de años.
Demostrar la existencia de este límite GZK ha sido una meta de los investigadores en este campo durante los últimos 40
años. Ahora un grupo de 60 científicos de siete instituciones dice que la respuesta es que el límite existe.
La conclusión se basa en las observaciones realizadas por el observatorio de rayos cósmicos High Resolution Fly's Eye
(HiRes) instalado en desierto de Utah y por el observatorio Auger en Argentina. Los datos muestran que la cantidad de
rayos cósmicos ultra-energéticos decae una vez superado ese límite.
Lo paradójico es que estos datos contradicen los obtenidos por el detector AGASA en Japón, que observó 10 veces
más rayos cósmicos ultra-energéticos, y que sugerían que no existía tal límite. También hay ciertas discrepancias
menores entre los datos de los observatorios HiRes y Auger.
Según los datos de Auger, los rayos cósmicos más energéticos observados corresponderían a los procedentes de
núcleos de galaxias activas, donde se cree que hay agujeros negros súper masivos.
Estas fuentes están distribuidas uniformemente en la esfera celeste, pero según estos científicos los que nos pueden
alcanzar son los que pertenecen al supercúmulo local, es decir, los que están a una distancia de 150 millones de años-luz
o menor.
Los rayos cósmicos se descubrieron en 1912 y están formados por partículas subatómicas, principalmente protones
(núcleos de hidrógeno), o núcleos de elementos más pesados como oxígeno, carbono, etc. El propio Sol emite este tipo
de rayos cósmicos de baja energía (relativa), las supernovas y otros fenómenos emiten rayos cósmicos de media
energía.
La fuente de los rayos cósmicos de alta energía ha sido un misterio durante mucho tiempo, pero los datos de Auger
sugieren que proceden de los núcleos galácticos activos, corroborando así una popular hipótesis en la comunidad
científica.
Esas partículas son 100 millones de veces más energéticas que cualquier otra producida por el hombre en los
aceleradores de partículas. En unidades más acordes a la Física se estima que un rayo cósmico es ultra-energético si
tiene una energía de 1018 electrón-voltio (eV). El más energético jamás registrado tenía 3×1020 eV y fue detectado en
1991. Para hacernos una idea, se puede calcular que esa energía es más o menos 50 julios, equivalente a la energía que
tendría un ladrillo de cinco kilos (o una mancuerna o pesa de gimnasio) que cae desde un metro de altura al alcanzar su
pie en el suelo. Pero en este caso, toda esa energía estaría concentrada en una sola partícula subatómica.
El límite GZK se estima en 6×1019 eV. Desde 1997 a 2006 sólo se han detectado 13 eventos con una energía superior
al límite GZK en el HiRes. Esto demostraría que la mayor parte de los rayos cósmicos ultra-energéticos quedan
bloqueados en su camino por la interacción con los fotones de la radiación del fondo de microondas.
Ninguno de estos telescopios detecta estas partículas directamente. Una vez que llegan a la atmósfera, los rayos
cósmicos producen reacciones subatómicas y generan otras partículas y fotones. HiRes, por ejemplo, detecta los
destellos ultravioletas producidos por los rayos cósmicos en la alta atmósfera gracias al empleo de espejos y tubos
foto-multiplicadores. Los expertos creen que quizás las discrepancias encontradas se deban a los distintos métodos de
detección empleados por los distintos observatorios. Es de suponer que en un futuro se solucionen esas discrepancias
con más observaciones y nuevos detectores.
No obstante da que pensar cómo serían los rayos cósmicos más energéticos jamás producidos y que nunca llegaron a la
Tierra.
Fuente: NeoFronteras. Aportado por Graciela Lorenzo
Tillard
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