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Unos son Drácula, otros son Frankenstein
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José María Merino, Carmen Posadas y Gustavo Martín Garzo escriben sobre Drácula. Espido Freire, Ángeles Caso, Lola Beccaria e Irene Gracia son de
Frankenstein
¿Alguien pensaba que Van Helsing había acabado definitivamente con el Conde Drácula? ¿De verdad creían que el monstruo de Frankenstein se tiró al fuego y
no volvería jamás de su letargo en el Ártico? La editorial 451 ha llamado a escritores de primera línea para que visiten a los monstruos y cuenten sus
experiencias. Siete relatos para el abominable verde y otros siete para el chupasangre en una vistosa edición que cuenta con la participación de José María
Merino, Carmen Posadas, Espido Freire y Ángeles Caso, entre otros.
¿Qué ocurriría si el monstruo de Frankenstein después de matar a su padre le reviviera convertido en un engendro? No, mejor, ¿qué pasaría si el bueno de
'Frankie' decidiera hacerse la cirugía estética y se pasara por Víctor Frankenstein? O, ya puestos, estaría bien que el abominable se rebelara contra su madre, la
escritora Mary Shelley, igual que hizo con su padre. Bueno, y tanto, tanto que se quejaba 'El moderno Prometeo' de que quería tener una novia... Venga, se la
damos a ver qué hace.
"La misión consistía en hacer historias nuevas a partir de los mitos clásicos. Desarrollar un relato con una mirada propia y con total libertad", explica Fernando
Marías, editor de la recopilación de relatos 'Frankenstein' y 'Drácula'.
Algunos son conmovedores, otros estremecen. Depende de cómo los escritores ven al monstruo. "Son mitos que van más allá de lo literario", apunta Marías.
Como señala Irene Gracia, son "personajes vivos" que han ido creciendo y aumentando sus matices con el tiempo. La escritora sólo quería vengar al monstruo
de Frankenstein en su cuento. Otras seis mujeres, por aquello de que lo inventó una escritora, acompañan al marginado con su propio relato.
Drácula es la metáfora del mal y de la soledad, pero también del deseo y del amor eterno. ¿Y si encontrara amigos vivos de su mismo humor? Con todas las
cartas y diarios que escribieron los protagonistas de la novela de Bram Stoker, era inevitable que apareciera alguna más que revelara aspectos desconocidos,
¿no? O un poco más sutil. Usar a Drácula como icono del cine que es hoy y que continúe afectándonos al sueño.
Una revisión histórica: el Holocausto tendría sentido si los nazis no fueran humanos, sino vampiros. De todas formas, que el Conde hubiera muerto no significa
que fuera el final de los vampiros, así que seguirán haciendo falta cazavampiros. No le quitemos mérito a los relatos propuestos por siete autores modernos.
Stoker inventó a Drácula, pero los vampiros ya existín antes.
Para la escritora Pilar Adán, el monstruo es "todo aquello que nos atenaza, nos paraliza y no nos deja salir". Gustavo Martín Garzo vincula a Drácula con el
mundo del cine y en lugar del conde psicópata de la novela recoge "un monstruo fascinado por lo humano", más cercano del que se imaginó Francis Ford
Coppola ('Drácula de Bram Stoker', 1992) que al del propio Stoker.
"Me interesa el instante en que se detiene por el temor de dañar lo que desea, el paso del deseo al amor". "Son la representación del deseo. Son malvados
porque son desdichados. Nos sentimos próximos a ellos porque tienen anhelos no satisfechos". Lola Beccaria coincide en la "estremecedora impresión del
sentimiento de soledad".
Sin embargo, el ilustrador Santiago Sequeiros opina lo contrario: "No hay amor en ningún momento. No les importa nadie. Son gente que nace dañada y quiere
quitarse su dolor con el de los demás". Espido Freire está en el mismo bando antimonstruos y prefiere ver al engendro desde fuera: "No busco las razones del
monstruo sino el dolor social que produce. El frágil destrozado es más fascinante e identificable que el propio monstruo".
Los escritores no se ponen de acuerdo. Así que el editor, satisfecho por el resultado ecléctico, zanja la cuestión: "Menos mal que os pusimos a escribir por
separado".
Fuente: El Mundo. Aportado por Gustavo Courault
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