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2050: La vida sin petróleo
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Los biopolímeros biodegradables, principales candidatos a sustituir al 'oro negro'
"Son las ocho de la mañana, las siete en Canarias". Es el año 2050 y la radio digital aún anuncia la hora y todavía da
noticias. Pero ya no está hecha de plástico, ya no está construida con petróleo, ese combustible fósil que ha conseguido
amasar fortunas para algunos y creado enormes desigualdades para otros, y que ha tenido además un grave impacto
medioambiental, con un aumento descontrolado de los gases de efecto invernadero. Su utilización desmesurada ha
tenido consecuencias en la bio-diversidad y en el clima.
A lo largo de los últimos decenios, el hombre ha basado su desarrollo en el petróleo, desde lo más básico (la
alimentación) hasta las últimas tecnologías (iPhone, ultra portátiles). El ser humano se viste con ropa fabricada con
derivados del petróleo (poliéster, nylon), se lava con detergentes fabricados a partir de él, se alimenta con frutas y
hortalizas fertilizadas con este combustible, se divierte con consolas y juguetes de plásticos derivados del oro negro,
decora sus casas con este material convertido en pinturas, barnices, muebles, aislamientos e incluso flores sintéticas, y
por supuesto, la locomoción se basa en el petróleo desde el primer tornillo que formará parte del coche, hasta el
carburante que lo alimentará. Y cuando ha sido necesario reconstruir una cadera, la prótesis también era de materiales
procedentes del petróleo. El omnipresente petróleo.
Las reservas han llegado a su fin y ahora que el planeta se ha envuelto en plásticos y fibras sintéticas, tiene que buscar
materiales y combustibles que reemplacen al protagonista del último siglo.
Una economía que no da más de sí y que se ha sustituido en la década de los cincuenta del siglo XXI por la nueva
economía del hidrógeno, de los tejidos vegetales y biopolímeros biodegradables. La moda cambia y la nueva tendencia
es volver la mirada a la naturaleza, copiar sus estructuras y aprovechar recursos hasta ahora ignorados.
La ducha de 2050 se calienta con paneles solares y en los días nublados, con energía geotérmica; la calefacción funciona
con un sistema procesador de combustible de hidrógeno y las industrias en el litoral disponen de energía mareomotriz.
Con los nuevos bio-materiales se fabrican bolsas, tuberías, muebles, electrónica, calzado, alfombras, perfumes,
implantes y neumáticos. Y nadie parece acordarse de la crisis del líquido negro ni de las negras mareas. Un futuro
cercano y quizá real.
1.- El hidrógeno, la energía para viviendas y automóviles
Es el año 2050 y, según el último Código Técnico de la Edificación, cada bloque residencial debe contar con un sistema
procesador de combustible de hidrógeno (H). Se trata de una caldera de biogás con un transformador para obtener la
mezcla rica en H. El primer elemento de la tabla periódica se ha convertido en el combustible por excelencia. El H se
obtiene del agua, bio-etanol o biogás, y es la energía menos contaminante. "En las plantas de tratamiento de residuos
sólidos urbanos, obtenemos biogás, rico en metano (CH4), y de ahí se extrae el H", explica la jefa de la Unidad de pilas
de combustible del CIEMAT e investigadora del Instituto de Catálisis del CSIC, Loreto Daza. Y los coches repostan en
las nuevas "hidrogeneras".
2.- Las mareas producen electricidad constante
La acción gravitatoria de la Luna, y en menor medida del Sol, sumada al movimiento de rotación de la Tierra, provoca
fluctuaciones del nivel de los océanos. Es un movimiento rítmico y constante. Y toda marea con una amplitud de cinco
metros proporciona una energía aprovechable. Reino Unido y Francia empezaron a utilizar los molinos de marea en el
siglo XI y, 10 siglos más tarde, la tecnología ha despegado y es una alternativa viable. Argentina, Australia, Canadá,
Rusia, EEUU, India, Reino Unido, Corea y México son líderes en este tipo de producción eléctrica no emisora de gases
de efecto invernadero, silenciosa, disponible en todos los climas y épocas del año, no dependiente de la sequía como la
hidráulica, y constante día a día.
3.- Del calor de la Tierra, a los baños medicinales
Los actuales spas y baños medicinales tienen sus antecedentes en los baños calientes de origen natural donde los que
griegos y romanos curaban sus dolencias. El aprovechamiento de estas cálidas aguas ha pasado de ser un lujo a una
fuente energética común. Junto a la energía solar, eólica, biomasa, bio-etanol y demás "bio", la geotérmica del siglo XXI
suministra electricidad y calefacción para las viviendas y para usos agrícolas e industriales. La geotérmica se obtiene a
partir de las áreas hidrotérmicas que contienen agua a alta presión almacenada junto a una fuente de calor y de rocas
calientes, formadas por capas de roca impermeable que cubren el foco de calor. Islandia es uno de los líderes en esta
energía, que cubre en 2008 el 17% de su consumo.
4.- Caparazones de crustáceos y el plástico biológico
Los polímeros sintéticos derivados del petróleo como el polietileno o el nylon están presentes en casi todos los
productos de consumo. Estos plásticos necesitan muchos años para degradarse. Los problemas de eliminación y la falta
de materia prima han llevado a los investigadores a inventar nuevas alternativas. Un grupo del Instituto de Ciencias de
los Materiales del CSIC, formado por Eduardo Ruiz-Hitzky, Margarita Darder y Pilar Aranda, ha fabricado nuevos
polímeros. "Se trata de aprovechar compuestos del medio ambiente como los almidones de la patata y del maíz,
pectinas de los cítricos y las manzanas, quitosas de los caparazones de crustáceos o polímeros de las algas", explica
Darder. De todos ellos se pueden producir bio-plásticos.
5.- Implantes óseos a partir de colágeno animal
Los implantes para generación de tejido tratan de imitar al cuerpo humano. Es el caso de los polímeros naturales para
regeneración de tejido óseo que se ven en las fracturas de cadera, por ejemplo. La ingeniería de tejidos incorpora un
soporte artificial favorable al crecimiento celular y emplea materiales biodegradables para que una vez que el organismo
regenere el tejido, éste se elimine. Entre los bio-materiales ensayados, se encuentran los colágenos y gelatinas de origen
animal (bovino, porcino o pescado). Y además se les aplican arcillas, como sepiolita, para hacer el material final más
resistente. Otra de las innovaciones es el empleo de bio-materiales para la distribución y liberación controlada de
fármacos, con sílice y alginato.
6.- Tejidos naturales frente a los sintéticos
Las fibras sintéticas, procedentes de derivados del petróleo, pueden ser poliamidas, poliésteres o acrílicos, y casi todo
lo que cuelga de los armarios contiene alguna de estas fibras. Desde la lencería a corbatas, impermeables o suéteres de
lana. Pero cuando el petróleo disminuye en cantidad y aumenta de precio, las prendas también deberán adaptar su
materia prima. Además de seguir confeccionando bolsos y zapatos con piel de vacuno, las plantas proporcionan
alternativas. Del lino (Linum usitatissimum) se aprovecha todo: su tallo se emplea para confeccionar telas y de su semilla
se extrae aceite. Otras plantas empleadas para confeccionar cuerdas, tapetes o sacos son el sisal y el yute.
Fuente: Público. Aportado por Graciela Lorenzo
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