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Inventos para salvar el clima
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La ciencia ficción y la realidad se dan la mano para frenar el cambio climático
Hasta el momento, el paso más firme en la lucha contra las emisiones ha sido la firma del Protocolo de Kioto, pero los expertos en climatología coinciden en que
no será suficiente.
Algunos investigadores, ante esta alarmante circunstancia, han propuesto a lo largo de los últimos años una serie de soluciones radicales que, a grandes rasgos,
tienen en común la pretensión de transformar radicalmente el planeta para contrarrestar el daño ya hecho.
En unos casos, se trataría de obras faraónicas de costes incalculables y cuya tecnología aún no está a nuestro alcance. En otros, las consecuencias serían
imprevisibles. Por un motivo u otro, parece que ninguna solución simple resolverá el complejo problema del cambio climático. Aquí las tienen
Hacer proliferar las algas
Autor: James Lovelock, padre de la teoría Gaia, que considera al planeta como un sistema capaz de autorregularse, y Chris Rapley.
Idea: Llenar los mares con tubos huecos de unos 200 metros de longitud. En su base habría grandes válvulas capaces de empujar hacia arriba las aguas de las
profundidades, ricas en nutrientes.
Objetivo: Alterar el ecosistema marino para que se multiplique la población de algas que, a su vez, absorberían el CO2 que le sobra a la atmósfera y, además,
provocarían de forma indirecta la creación de más nubes, con un efecto refrigerador.
A favor: La idea se publicó en la revista científica Nature en septiembre de 2007. Y se apoyaba en "la capacidad de la Tierra para curarse a sí misma", según
escribieron los autores.
En contra: Un mes después, expertos del Centro Nacional de Oceanografía de Southampton, Reino Unido, contestaban en la misma revista: "Este escenario
acarrearía aguas con mayores niveles de CO2 natural (asociado a los nutrientes) en la superficie, causando potencialmente la emisión del gas tóxico CO".
Reducir la radiación solar
Autor: El astrónomo Roger Angel.
Idea: Uno de los proyectos más ambiciosos en este campo sería la construcción de una red de billones de lentes reflectantes, de unos 60 centímetros de
diámetro cada una.
Objetivo: Desviar desde el espacio la radiación solar.
En contra: El desafío es tecnológicamente inalcanzable hoy en día, y mucho más costoso que la transición a una economía sin combustibles fósiles.
Una propuesta análoga sería colocar sobre las aguas o en los desiertos discos blancos de plástico o de espuma de goma, con la idéntica finalidad de repeler la
luz del Sol.
Echar sal al aire
Autor: John Latham, catedrático emérito de la Universidad de Manchester.
Idea: Aumentar la capacidad de reflexión de las nubes evaporando el agua de los océanos.
Objetivo: Así se inyectaría la sal que contiene en la atmósfera, lo que evitaría parte de la radiación solar, retrasaría las lloviznas y haría que las nubes duraran
más.
A favor: La idea se basa en modelos computacionales.
En contra: La solución no duraría más que unas semanas, por lo que se requeriría una flota de barcos especiales salinizando constantemente la atmósfera.
Inyectar azufre en la atmósfera
Autor: Científicos como el Nobel de Química Paul Crutzen.
Idea: Inyectar toneladas de partículas de azufre o dióxido sulfúrico en la atmósfera. Cientos de aviones o globos se encargarían de la tarea.
Objetivo: Aumentar el índice de reflexión de la atmósfera y reducir, por tanto, la radiación que nos llega.
En contra: Un reciente estudio del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica (NCAR), publicado en la revista científica Science, determinó que la
medida causaría daños irreversibles en la capa de ozono, lo cual permitiría el paso de una mayor cantidad de radiación ultravioleta, dañina para la vida.
Fertilizar el mar con hierro
Autor: Empresas como Planktos. Es una de las propuestas que más repulsa ha levantado, por implicar fines comerciales.
Idea: Fertilizar los mares con partículas de hierro.
Objetivo: Multiplicar la cantidad de fitoplancton presente en el agua, generando una explosión de vida vegetal marina, que absorbería más CO2.
A favor: Su aplicación puede ser inmediata y poco costosa.
En contra: Se podría alterar la circulación del hierro en los océanos. Planktos ha intentado probar la técnica en las Islas Galápagos, en Ecuador y en las islas
Canarias, pero la iniciativa chocó con la condena de expertos y ecologistas. Según Greenpeace, "el Convenio de Londres ha mostrado su preocupación por los
efectos negativos que podría tener y ha recomendado que no se lleve a cabo".
Fuente: El Mundo. Aportado por Graciela Lorenzo Tillard
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