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Severo clima espacial
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Un nuevo estudio financiado por la NASA detalla lo que podría sucederle a nuestra moderna sociedad si se produjera una "super llamarada solar" seguida de
una severa tormenta geomagnética. Algunas de las conclusiones del estudio podrían sorprenderlo.
¿Usted sabía que una llamarada solar puede ocasionar que su baño deje de funcionar?
Auroras sobre Blair,
Nebraska, durante una tormenta geomagnética que tuvo lugar en mayo de 2005. Crédito de la fotografía: Mike Hollingshead/Spaceweather.com.
Esa es la sorprendente conclusión a la que se arribó en un estudio financiado por la NASA, y llevado a cabo por la Academia Nacional de Ciencias,
denominado Eventos del Clima Espacial Severo —Entendiendo los Impactos Sociales y Económicos. En el informe, que consta de 132 páginas, expertos en el
tema detallaron lo que le podría suceder a nuestra sociedad, moderna y con alta tecnología, en el caso de que se produjera una "super llamarada solar" seguida
por una tormenta geomagnética extrema. Ellos descubrieron que prácticamente nada es inmune al clima espacial —ni siquiera el agua de su baño.
El problema comienza con la red de electricidad. "La electricidad es la tecnología que representa la piedra angular de la sociedad moderna, de la cual dependen,
prácticamente, todas las demás infraestructuras y servicios", destaca el informe. Sin embargo, es particularmente vulnerable al mal tiempo en el espacio. Las
corrientes en tierra, inducidas durante las tormentas geomagnéticas, pueden derretir las bobinas de cobre de los transformadores, justo en el corazón de muchos
sistemas de distribución de corriente eléctrica. Las líneas de electricidad diseminadas actúan como si fueran antenas, recogiendo las corrientes y esparciendo el
problema sobre una vasta área. El apagón más famoso producido por una tormenta geomagnética tuvo lugar durante una tormenta espacial, en marzo de 1989,
cuando seis millones de personas en Quebec quedaron sin electricidad por 9 horas: imagen.
Según el informe, las redes de electricidad podrían estar más vulnerables que nunca. El problema es la interconexión. En los últimos años, las empresas de
servicios públicos han unido las redes para poder transmitir electricidad a bajo costo y a largas distancias, en áreas de demanda repentina. En un día caluroso en
California, por ejemplo, los aparatos de aire acondicionado de los habitantes de Los Ángeles podrían estar funcionando con electricidad enviada desde Oregón.
Esto tiene sentido desde el punto de vista económico —pero no necesariamente desde el punto de vista geomagnético. La interconexión hace que el sistema se
torne susceptible de experimentar una "cascada de fallas" de largo alcance.
Para estimar la escala de dicha falla, el co-autor del informe, John Kappenmann, de la compañía Metatech, estudió la gran tormenta geomagnética que tuvo
lugar en mayo de 1921 y que produjo corrientes en tierra con una potencia 10 veces mayor que la de la tormenta de Quebec, en 1989; asimismo, realizó una
representación de su efecto sobre la red de electricidad moderna. Kappenmann descubrió que habría más de 350 transformadores con riesgo de daño
permanente y 130 millones de personas sin electricidad. La pérdida de electricidad se extendería a lo largo de la infraestructura social, "la distribución de agua se
vería afectada durante varias horas; habría pérdida de alimentos y de medicamentos perecederos en 12-24 horas y también pérdida de acondicionadores de
aire y aparatos de calefacción, además de problemas en los drenajes, en el servicio telefónico, en el suministro de combustible, etc.".
"El concepto de interdependencia", destaca el informe, "es evidente en la no disponibilidad de agua producida por un prolongado apagón —y en la incapacidad
para reanudar el funcionamiento de un generador eléctrico sin agua en el lugar".
¿Qué sucedería si una super tormenta, como la que tuvo lugar en mayo de 1921, ocurriera hoy? En el mapa, se observan los transformadores
vulnerables en Estados Unidos. Las áreas de posible colapso del sistema están encerradas con un círculo. También se encuentra disponible un mapa que detalla,
estado por estado, la vulnerabilidad de los transformadores: haga clic aquí. Crédito: Academia
Nacional de Ciencias.
La tormenta geomagnética más fuerte que se ha registrado es la del Evento Carrington, en agosto-septiembre de 1859. Se la nombró de esa manera en honor
al astrónomo británico Richard Carrington, quien fue testigo de la incitante llamarada solar mientras proyectaba una imagen del Sol sobre una pantalla blanca. La
actividad geomagnética provocada por la explosión electrificó los cables telegráficos, electrocutando a los técnicos e incendiando el papel de los telégrafos; las
auroras boreales se extendieron hasta regiones en el sur tan lejanas como Cuba y Hawai; las auroras sobre las Montañas Rocosas fueron tan brillantes que su
resplandor despertó a los acampantes, quienes comenzaron a preparar el desayuno porque pensaron que ya era la mañana. Las mejores estimaciones calculan
que el Evento Carrington fue hasta un 50% más poderoso que la super tormenta que se produjo en mayo de 1921.
"Una repetición del Evento Carrington en nuestros días causaría... grandes trastornos sociales y económicos", advierte el informe. Los apagones estarían
acompañados de interrupciones en la transmisión de radio y de fallas en el funcionamiento de los satétiles; asimismo, las telecomunicaciones, la navegación por
medio del GPS (Global Positioning System o Sistema de Posicionamiento Global, en idioma español), los sistemas bancarios y financieros y todo el transporte
se verían afectados. Algunos problemas se corregirían solos a medida que la tormenta disminuye: las transmisiones de radio y las efectuadas por medio del GPS
podrían volver a la normalidad relativamente rápido. Pero otros problemas perdurarían: por ejemplo, podría tomar semanas o meses reparar un gran
transformador absolutamente calcinado. El impacto económico total podría llegar a ser de 2 billones de dólares solamente durante el primer año, lo que
representa 20 veces el costo de los daños causados por el huracán Katrina o, para ejemplificarlo en términos de tiempo, unos cuantos TARPs (Troubled Assets
Relief Program - Programa de Alivio de Activos con Problemas).
Una red de interdependencia hace que la economía moderna sea especialmente sensible a las tormentas solares. Fuente: Departamento de
Seguridad Nacional [Imagen
ampliada]
¿Cuál es la solución? El informe finaliza con un llamado a construir una infraestructura diseñada para soportar mejor las alteraciones geomagnéticas, a mejorar
los códigos y frecuencias del GPS y a realizar avances en el pronóstico del tiempo en el espacio. Resulta crucial contar con un pronóstico confiable. Si las
compañías de servicios públicos y los operadores de satélite saben que se aproxima una tormenta, pueden tomar las medidas necesarias para reducir los daños
—por ejemplo, pueden desconectar cables, proteger los circuitos electrónicos vulnerables, apagar los aparatos importantes. Es mejor estar unas cuantas horas
sin electricidad que unas cuantas semanas.
La NASA ha desplegado una flota de naves espaciales con el propósito de estudiar el Sol y sus erupciones. El Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO, por
su sigla en idioma inglés), las sondas gemelas STEREO, ACE, Wind y otras naves se encuentran en funcionamiento las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Los físicos de la NASA usan los datos enviados por estas misiones para comprender la física que yace detrás de las llamaradas y de las tormentas
geomagnéticas; el personal del Centro de Pronósticos del Clima Espacial de la NOAA, a su vez, emplea estos descubrimientos para refinar sus pronósticos.
Por el momento, nadie sabe cuándo se producirá la siguiente super tormenta solar. Podría ser dentro de 100 años o solamente dentro de 100 días. Eso es algo
para pensar la próxima vez que haga correr el agua del baño.
Fuente: NASA. Aportado por Gustavo A. Courault
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