«El frente de batalla», Sylvia Spruck Wrigley
Agregado en 17 abril 2016 por dany in 272, Ficciones, tags: CuentoEE.UU. |
Antes que nada quiero que olvides cada palabra que te dijeron en la oficina de reclutamiento. No, te pido que te detengas, no necesito escucharlo. Es todo mentira.
Párate aquí conmigo y mira a tu alrededor. Este es el frente de batalla. No, no es un eufemismo. Normalmente la guerra no es algo ordenado, con líneas rectas y estrategias fáciles de entender, pero aquí tenemos una línea. Es esa trinchera que ves allí. No te asomes demasiado cerca del borde.
Por día los Sporians desintegran a cuatro de nosotros. Tu nave trajo diez cajas de suministros y quinientos reclutas. Es cuestión de sacar la cuenta. No hagas amigos.
Escucha: no hace falta que te pongas uniforme o que aprendas a disparar un arma o hacer otra cosa que no sea estar aquí y beber el aceite de hígado de bacalao y morir. Esa es la realidad.
No, estoy bromeando. En realidad no es aceite de hígado de bacalao. Es peor. Huele a mierda de perro y tiene sabor a mantequilla rancia. Tal como hicimos nosotros en su hora, vas a aprender a ignorar las arcadas y te lo vas a tragar con fuerza.
Esa es una de las pocas cosas que sabemos. Lo que no sabemos es cómo luchar contra ellos. Ni siquiera sabemos si son inteligentes. Pero cada vez que nos damos por vencidos y abandonamos la roca, se acercan más. Así que tu trabajo es mantenerte de pie como si quisieras ser infectado. Eso es todo.
No vas a saber si te infectan. Te vas a volver un zombi buscando un terreno elevado y unas horas más tarde va a crecerte un tallo dentro de la cabeza y te la va a explotar. Esporas de un naranja neón que se dispersan en todas partes en busca de un nuevo hogar. Ahora entenderás por qué nos gusta esta trinchera de aquí. Y si ves a alguno de tus compañeros que actúa como un zombi, empújalo dentro. Rápido.
La verdad es que cuando tuvimos los primeros reportes desde la Tierra, lo que hicimos fue declarar la cuarentena. De todos modos no había casi nadie por aquí, ¿verdad? Pero entonces, de repente, empezamos a tener parches de moho color naranja en Marte. Los militares fueron y bombardearon el planeta con todos los fungicidas conocidos hasta entonces. Fue en esa época cuando descubrimos el aceite. A los Sporians no les gusta. No, no sabemos por qué. No sabemos una mierda sobre ellos salvo que aquí, y ahora, estamos resistiendo en esta trinchera. Y sabemos que si tienen que elegir entre alguien que ha bebido el aceite antihongos y algún idiota escrupuloso que no, van a infectar al chico quisquilloso.
De cualquier manera, también le entregamos Marte. El G-Council dijo está bien, quédense con el planeta. Y lo dieron por perdido.
Y no funcionó. Unas semanas más tarde, motas de color naranja. Los Sporians comenzaron a aparecer en el cinturón. No hay transportes. Ni un alma ha viajado desde Marte hasta aquí en cien años. Entonces, ¿cómo llegaron en un mes? Nadie lo sabe.
Escucha, esto es lo que sí sabemos: la expansión de los Sporians sólo ocurre cuando dejamos de hacernos ver. No quieren la roca, nos quieren a nosotros. Y en la medida que el G-Council siga mandando sangre nueva, se van a quedar aquí. El siguiente mundo poblado está a sólo 2 Unidades Astronómicas, muchísimo más cerca que Marte, y sin embargo no se ha visto ni un solo parche de moho en ese enclave. Y no se verá, siempre y cuando sigan llegando los imbéciles reclutas como tú.
El aceite es la única cosa que hemos encontrado que los hace doblar de dolor. No va a ser de mucha ayuda si eres el último que queda, pero ¿por ahora? Bebe el aceite. Dile a la persona de al lado que no moleste. Trata de no infectarte. Y empuja hacia abajo a cualquier persona infectada tan rápido como puedas.
Lamento ser yo quien tenga que decirte estas cosas pero así es nuestra guerra. Montar guardia en la parte superior de una trinchera y tratar de durar más de una semana mientras que las mentes más brillantes encuentran una forma de defenderse.
Muy bien, manos a la obra. Empieza por desembalar esas cajas mientras te cuento las buenas noticias. Ah sí, no es mucho, pero hay buenas noticias.
Número 1: pareciera que los infectados se mueren felices. He visto numerosos casos. Hallinan no habló ni nada pero tenía un aspecto muy sereno. La última palabra de Patel fue «por fin». Steinberg se limitó a mirar al cielo y sonreír. De modo que esta es mi conclusión: tal vez los Sporians sean Dios. Quizás esta sea la segunda venida. Tal vez te toque ser uno de los salvados. No sé si es verdad, pero me ayuda cuando me aventuro en la noche.
Número 2: la mitad de esas cajas que estás descargando están llenas de ginebra. No necesitamos mantenernos sobrios, sólo tenemos que permanecer aquí. No hay forma de que abandonemos esta roca así que por lo menos hagamos una fiesta. Incluso, si tienes suerte, hasta podrías encontrar algunos palitos para revolver los tragos.
Buena noticia número 3: ¿ves todas esas estrellas de por ahí? Hay más de un pueblo Centillian por ahí, todos viviendo una vida feliz. ¿Ves esta trinchera fangosa? Ahí es donde están los Sporians y esa es la causa por la que estamos aquí, para que ellos no salgan de ahí. Estás salvando el universo. Eres un maldito héroe.
Ahora, a beber.
Título original: The Front Line © Sylvia Spruck Wrigley
Traducción: Pablo Martínez Burkett, © 2016
Sylvia Spruck Wrigley (nacida en Marzo de 1968) es una escritora norteamericano-germana de ciencia ficción y fantasía. Itinerante desde siempre, creció entre Estados Unidos (Los Ángeles, California) y Alemania, y actualmente reside tanto en Gales como en Málaga, España. También piloto de aviación, ha escrito varios libros de no-ficción al respecto. Su cuento corto «Alive, Alive Oh», publicado en el número de Junio de 2013 de Lightspeed Magazine, fue nominado para el Premio Nébula de ese año.
Esta es su primera aparición en Axxón.
Este cuento se vincula temáticamente con CARRETERA A PARÍS, de Raelana Dsagan y ¡DE PIE, SOLDADO!, de Hugo Perrone.
Axxón 272
Cuento de autor norteamericano (Cuento : Fantástico : Ciencia Ficción : Invasión extraterrestre : EE.UU. : Estadounidense).