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¡ME GUSTA
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ARGENTINA

 

 


Ilustración: Pedro Bel

Macachín, La Pampa. (Télam) Ramón Pedraza, de 55 años, denunció el lunes próximo pasado en la comisaría Primera de la localidad de Macachín que fue atacado por seres de otro planeta. Según declaraciones de Pedraza, los extraterrestres «Enanos, grises y de ojos como bichos» descendieron de un plato volador que «mandaba luces para todos lados». Pedraza, eximio cazador y excombatiente de Malvinas, se hallaba en un descampado donde había preparado un apostadero, para emboscar a sus presas favoritas: ciervos. A eso de las 3 AM, Pedraza sintió «ruidos raros» y, sobresaltado, alcanzó a observar a unas siluetas que con sigilo se movían hacia él en plena oscuridad. Sin prender el farol, comenzó a disparar. Según Pedraza el fuego fue respondido «con unos rayos láser rojos que prendieron fuego unas retamas que estaban cerca. Si no hubiera estado mi hijo para apagarlo, se armaba tremendo incendio». Fernando, su hijo, también asegura haber intercambiado disparos con los alienígenas. Ambos dicen haber escapado «por milagro».

Macachín ya había cobrado renombre por otros casos extraños, cuando decenas de animales aparecieron mutilados o con partes de sus cuerpos cauterizados; hechos que se le atribuyeron al legendario chupacabras pero que científicos del CONICET acabaron por desmitificar al proponer la hipótesis del Ratón Hocicudo, un roedor típico de la zona y conocido por atacar al ganado feroz y vorazmente.

Las autoridades locales se hallan perplejas ante el caso, y prefieren darle el beneficio de la duda al denunciante. El comisario Ernesto Ranni explicó que «Se ha tomado en serio el caso, y se están haciendo las pesquisas pertinentes. Nuestros mejores agentes están dispuestos en la zona para descubrir qué pasó». Los pobladores, mientras tanto, duermen con las luces prendidas y están atentos al cielo, no sea que se repita el hecho.

 

 

***

 

 

La noche siguiente:

—García,¿usted ve algo?

—No, señor. Para colmo no me anda la linterna. En la semana nos quedamos sin pilas en la comisaría.

—A ver sargento, traiga para acá. Mierda, no anda. A ver, pruebe con su celular.

—Pero tiene una lucecita de morondanga, no vamos a ver mucho…

—Haga caso. (Respira un tanto agitado)

—¡Oficial Russo!

(Sobresaltado) —¿Qué quiere, Echeverría?

—Encontré unos casquillos.

—Muy bien, cabo. Muestre. Listo, guárdelos en la bolsa. Nos vamos.

—Pero, señor, tenemos que asegurarnos que los bichos no dejaron espías o algo por el estilo… No hemos encontrado los cuerpos que dice Pedraza. Dice que mató a dos.

—Pedraza es un delirante, Echeverría. Recuerde que acá mando yo.

—Ya sé, pero el comisario nos pidió resultados. Tenemos los diarios nacionales encima. Y hasta Quique Goldblum habló del asunto en su programa…

—Está bien, García. Siempre tan dispuesto usted. Vamos, avancemos. Ahí, ahí, apunte con el celular. ¿Ve algo?

—Nada. Antes había bichos de luz acá, pero los eliminaron con tanto matayuyo.

—Lo que faltaba es que dijeran que fueron los marcianos (risas al unísono).

—El cielo está encapotado, ¿vieron?

—Grande, Echeverría, ahora sos meteorólogo.

—Señor, mire.

—QUÉ CARAJ..

Un haz de luz pasa por encima de ellos.

—Se los dije, nos vamos. Es una orden.

—La luz se detiene a unos metros.

—Mierda, corramos al patrullero. ¡Son como cuarenta!

—Pero ¿qué hacen?

—No sé, no mire atrás. Prenda, prenda García. Nos vamos pal pueblo.

—Esto no arranca. Ay, mi Dios, vienen para acá.

—Dele, ¿qué hace, García? ¿Es tonto?

—¡AY!

ZAPPPPPPPPPPP

 

 

***

 

 

No sé qué tanto joden con los marcianos y los marcianos. Yo sé que Pedraza es un loquito que quedó mal de la guerra y que si no fuera por su mujer y el hijo ya estaría internado por borracho. Si caza, se lo come o lo vende para vino. Ya le hablé, que no joda de mi lado del campo, para algo está la tranquera. Esos policías…vqué raro que no aparezcan. Acá no hay marcianos, y encima el boludo de Pedraza me cagó a tiros dos garrafas, que explotaron haciendo un quilombo bárbaro. Ya lo voy a agarrar.

Momento, ¿qué son esas luces ahí afuera?

 

 


Matias Carnevale (Tandil, 1980): según el mito familiar aprendió a leer y escribir a temprana edad, hábitos potenciados luego por colecciones como las de El Barco de Papel y Elige tu propia aventura. Cursó en la Universidad de San Martín la Licenciatura en lengua inglesa con orientación en literatura y cine, y estudios de guión en la Universidad Nacional del Centro. Tradujo Autogeddon, poema del autor inglés Heathcote Williams, a publicarse en Ed. Pasquín (2016), y se halla terminando un ensayo sobre el cine estadounidense de ciencia ficción de los 70 y los 80.

Ha publicado en Axxón LA SEGUNDA VENIDA O LUCHE Y VUELVE.


Este cuento se vincula temáticamente con LA ASOMBROSA HISTORIA DE ENRIQUE Y EL HORROR TENTACULAR DE VENUS, de Víctor Conde.


Axxón 277

Cuento de autor latinoamericano (Cuento : Fantástico : Ciencia Ficción : Ataque extraterrestre : Argentina : Argentino).

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