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¡ME GUSTA
AXXÓN!
  
 



 

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¡Sí, querides amigues, volvió el Batiburrillo a Axxon! Claro, vaya uno a saber si este regreso tiene continuidad o no.

No voy a suponer que recuerdan el predicamento en el que está metido todo el staff de este periodicucho pero si visitan los editoriales del número 7 y del número 8 se enterarán que, debido a un accidente con un Cronoleptomóvil, terminamos todos atrapados en una dimensión llamada zomafio y nuestras existencias se volvieron intermitentes y poco previsibles, dejándonos desperdigados por todo el planeta, toda la historia y, en algunos casos, en toda la galaxia.

Nuestro columnista de espectáculos, Basidio Rickettsia, se ha quedado encallado en la década de los 90, donde está dedicándose, no en forma muy exitosa que digamos, a ser un detective privado.

Lo último que supe de Satarsa La Rata, nuestro crítico literario, es que se había hecho cargo de la biblioteca del monasterio Kuang Yen de Terfonx VII. Dudo que vuelva, ya que en uno de los torbellinos temporales en los que nos metimos y que nos dejó en el siglo IX antes de Apolonio, justo cuando el rey Nagario invadía el Imperio Sarmátida –larga historia, algún otro día la cuente– tuvimos una discusión fulera y me parece que se enojó porque ni bien tuvo la oportunidad se subió a una vimana que pasaba por ahí y desapareció en el espacio. Si me enteré de su puesto como bibliotecario fue porque me lo contó un parroquiano del bar de Arvan Boguezo en Esion Fotra IV; por qué yo había ido a parar ahí es también una historia larga, también se las debo para otro día.

Con el único que he seguido en contacto es con Mauricio Gafento, ya que nuestras aventuras por el zomafio afectaron su enorme ego de modo tal que ahora es omnipresente en doscientas veintitrés mil cuatrocientos quince galaxias y noventa y nueve universos. Difícil sacárselo de encima, hay que decirlo.

Y yo, bue, yo he quedado en un estado de indeterminación espacio-temporal que hace que aparezca y desaparezca del universo a cada rato.

Nada de esto les importaría a ustedes sino fuera que en mis esporádicas materializaciones en este plano espacio-temporal me lo suelo cruzar a Marcelo Huerta que me insiste en que quiere un nuevo número del Batiburrillo.

Después de varias negativas y evasivas de mi parte –evasivas literales, ya que me evadía por el zomafio rumbo al reino vándalo en Cártago– sentí un poco de vergüenza, culpa y nostalgia así que cedí y he aquí un nuevo número del Batiburrillo, con staff renovado.

A partir de unas células de Basidio cloné a Ziggy Mycota, quien ahora está a cargo de “Una estrella en el hielo”, donde recapitula series y películas sin fijarse si revela partes esenciales del argumento o no. Dado que es un clon tal vez su estilo de escritura se parezca al de Basidio o tal vez no. Uno nunca sabe con esta gente.

Se suma también al staff Ana Colutto, que en esta ocasión aporta una lista de hábitos que mejorarán la vida de los lectores. No soy muy fan de las columnas de autoayuda pero Ana fue muy persuasiva, rozando lo rompepelotas, y es por eso que en este número le damos una oportunidad. Después vemos.

Y, por supuesto, como uno no se lo puede sacar de encima, Mauricio Gafento responde las dudas de todo el que se le cruce en el camino.

Así que bueno, eso, que hoy hay un número del Batiburrillo. Cuándo sale el próximo solo lo saben las fluctuaciones del zomafio y las oscilaciones de mi personalidad maníaco-depresiva.

Que lo disfruten.

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