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¡ME GUSTA
AXXÓN!
  
 

Archivo de la Categoría “226”

ARGENTINA



Eduardo J. Carletti

AXXÓN: La primera no es una pregunta. Es más bien una afirmación de mi parte: Hay que estar loco para crear Axxón, y mantenerlo al tope y creciendo durante años.

EC: Sí. ¿Qué otra cosa te puedo decir? SÍ.

Es la respuesta, y en verdad no hace falta decir nada más.

Pero bueno, capaz que resulta muy telegráfica para quien espera que abra las ventanitas y muestre la danza de monstruos que se arrastran, resbalan y se entrelazan en mi interior (¡faaaaaaaaa!).

Así que diré algo más.

(Mentira, el encuestador me dijo que no se me ocurra contestar parcamente; esta es la verdad, ja ja.)

Lo que ocurre es muy simple: estoy loco y siempre estuve loco, desde chiquito. Obviamente, la locura se va purificando, puliendo, orientando y acrecentando con los años, como cada faceta que conforma nuestra personalidad. Digamos que como todo, la locura va madurando. [ =:o)) <– esta es mi «carita» que para mí significa «BIEN LOCO»].

No sé si es bueno o malo. A veces me siento orgulloso de sentir que estoy loco, cuando ser loco implica tener un buen tanque de combustible repleto con una carga de creatividad, obcecación, rebeldía y perseverancia; otras veces me resulta muy doloroso por ciertas cosas que me pasan: incomprensión o mala interpretación por los demás de cosas que hago, digo o siento.

¿Pero se puede hacer algo con estas cosas? La palabra locura, si se fijan bien, significa una «desviación de la norma». Y el tipo de loco que soy yo hace que mi cerebro me pregunte: ¿y cuál es la norma, y quién o quiénes la han definido?, porque es una pregunta que hay que hacerse, creo yo dentro de mi tipo de locura.

¿Qué significa una norma aplicada a un ser humano?

¿Un ser humano de qué lugar del mundo, de qué cultura, de qué época, de qué religión, con cuáles sentimientos, con cuáles metas en la vida, de qué sexo, de qué orientación sexual, de qué partido político, de qué equipo de fútbol, con qué aficiones o hobbies, con qué aspecto externo en general (bello, más o menos, o feo), con qué nivel de conocimientos, con qué nivel de interés por las cosas: cientificista o anclado a dogmas y fe, con las dos piernas o faltándole alguna, con las dos manos o faltándole alguna, con una vista perfecta o ciego, vestido con una traje de Armani o con un taparrabos, casado o soltero, simpático o desagradable, rubio o morocho…? Y podría seguir casi sin fin.

Con esta serie de preguntas quiero abrir una ventanita para que miren esas cosas que se arrastran dentro de mí. O si quieren, los engranajes blandos y reubicables que forman parte de mi estructura como persona.

Definir una norma de Ser Humano es una locura, ésa es mi conclusión. Y entonces me pregunto: ¿el que definió la norma encajaba exactamente en la norma? Lo dudo: ninguno de nosotros puede saber, en verdad, cómo es uno mismo como ser humano con precisión y exactitud científica. Tiene que intervenir otro que defina la parte externa, hacia afuera, la interacción humana de la persona que fija la norma, su comunicación social y el cruce de su esfera individual con la esfera de otras personas. Y entonces, ¿la persona que observa desde afuera sabe si el que está escribiendo la norma está dentro de la norma? ¿Cómo lo sabe? ¿Está él mismo dentro de la norma?

Conclusión del método científico: hay que poner una tercera persona que observe a la segunda. Esto concluye en una hilera con todos los habitantes del mundo, incluyendo los de los manicomios más extremos y los de las culturas más diferentes, o estaremos acotando la investigación.

¿Y que habría al final de la larga cola?: la serpiente se muerde la cola.

¿Les gustó el cuentito?

Podría seguir así, intentando aproximarme al infinito, como las cuentas de los fractales, para determinar algo que está fuera de toda posibilidad de determinación. No se puede saber si una persona es normal. Pero sí se puede saber, y uno puede saberlo, si uno es loco.

Bien, soy loco, porque estoy seguro de que no hay ninguna definición de «normal» que me quepa, y si me cupiera alguna, sinceramente no me gustaría en absoluto. Me tendrían que poner un número de serie para diferenciarme de los otros normales dentro de mi norma. ¡Qué feo! ¡Quién quiere eso!

Así que la respuesta a la pregunta es sí.

Y quizás sea no, porque quizás son todos los demás los que son diferentes a mi norma, y yo soy el que la fija. Ja, ja.

Un individuo determinando una norma que defina qué es un ser humano normal: Paradoja total.

Un equipo acotado de individuos determinando una norma que defina qué es un ser humano normal: Paradoja total.

La especie humana determinando una norma que defina qué es un ser humano normal: Paradoja total.

¿Loco, no?

AXXÓN: Respuesta para meditar, sin dudas. Ahora bien, pasando de la locura a la historia: ¿viste que por lo general se nos presenta la historia como hechos? Porque nunca vamos a saber qué pensaba Moreno mientras moría arriba del barco. Bueno, yo pensé que ya que te tengo acá, pongámosle un poco de sentimiento a la historia. ¿Qué sentía tu corazoncito cuando estabas creando Axxón y qué siente ahora?


¿El origen de la ‘chispa’?

EC: En lo que podemos llamar la concepción de Axxón, todo fue casi como casual, una charla en el viaje en tren desde Once a Ituzaingó (Fernando Bonsembiante se bajaba en Castelar), más como una broma que como idea realmente a llevar adelante. La emoción preponderante era el sentido del humor: una broma. Luego (otro día) alguno de los dos dijo «¿Y por qué no?». ¿Habré sido yo? Y luego uno dijo «Dale, hagámoslo» (estoy casi seguro de que ése fui yo, porque mi estilo es así, «prepotente y emprendedor» ). Y Fernando dijo «Bueno» (él tenía PC, yo no). Y una semana después teníamos el primer «esqueleto» de programa hecho en Turbo Pascal para DOS. Aquí empezó la sensación de aventura.

¿Qué sentía? Estaba feliz, pero siempre disconforme. Sentía urgencia, bronca por las limitaciones, ansiedad, luego nervios, por momentos felicidad y sensación de triunfo.

Mientras Fernando programaba, yo le metía y metía condiciones e ideas que tenía que implementar, cosas que parecían imposibles de alcanzar con un DOS, plaquetas gráficas con capacidades diferentes y una memoria de 640 K que sólo te dejaba usar uno o dos pedacitos de 64K. Bueno, yo buscaba el material que iba ahí adentro. Cuentos, ilustraciones, imágenes para titular, tapa, una historieta… Ya tenía experiencia de edición: había colaborado prácticamente en todas las revistas de esa época. No sé si todos saben que en realidad el primer número de Axxón fueron dos números de Axxón. ¿Por qué? Porque yo estaba obcecado (otra emoción) porque no quería que saliera como salió, en dos partes: un número cero con mucho texto y un número 1 con dos cuentos minúsculos y la historieta ocupando todo. Quería que saliera todo junto. Eso llevó meses de lucha, en los cuales yo ya había comprado mi primera computadora (con la que presenté la revista en el Foro Ghandi, una AT con un disco de (faaaaaaa) 42 Mb y disquetera de alta densidad. Un avión. La de Fernando era una XT con disquetera de baja, 360 Kb, y disco de 30 Mb.

Finalmente no hubo caso, y debimos dividir la revista en dos (en esta parte pongamos frustración), o sea, el número 0 y el número 1. Ambos los presentamos en coincidencia con la entrega de los premios «Más Allá» de ese año, el 6 de septiembre de 1989. Ese día —volviendo en concreto al corazoncito y sus emociones— pasé MUCHOS, MUCHOS nervios. Llegaba con mi auto desde Ituzaingó para la presentación y se me pinchó una goma a una cuadra y media del lugar. En una calle angosta, transitada y con vereda de quince centímetros de ancho (bueno, es una exageración, pero ya conocen las veredas de ciertas partes de la Capital). Mi auto era un Renault 12 Break, es decir, que la cubierta de recambio estaba debajo del piso del baúl. Por lo tanto tenía que bajar la compu, monitor y el resto de lo que traía (en esa época era todo voluminoso y pesado) en la calle antes de poder cambiar la rueda. Así que, entretanto, alguien tuvo que ir a avisar y buscar a algunos colaboradores para cargar todo mientras yo hacía de mecánico. Recuerdo que el primero que apareció a buscar los paquetes fue Carlos Chiarelli, muy nervioso porque era tarde. Creo que además de la computadora para presentar Axxón yo traía las «estatuillas» que se entregaron como premio, uno de los tantos modelos que hubo para el premio «Más Allá».

Ahora, si la pregunta es qué fui sintiendo después, te diré que dos cosas, una fuerte sensación de desafío, porque había que solucionar y mejorar muchas cosas, y yo soy obsesivo (lo sigo siendo, y es uno de mis problemas psíquicos a resolver, según la opinión profesional), y mucho orgullo, porque en esos meses aparecimos en todos los diarios, a veces a dos páginas, en revistas y en programas de TV y de radio, debido a lo novedoso que significaba el sistema de soporte informático.

Qué se yo. No sé si todo este bodoque salió aburrido. Disculpe, señor entrevistador, que no pude evitar introducir la relación de hechos, porque si no tenía que escribir una serie de emociones: ansiedad, nervios, preocupación, etc., etc., y… hubiese sido una lista desconectada de toda realidad.

AXXÓN: Está disculpado sólo porque los hechos vinieron acompañados de emociones, je. Pero, Edu, ¿qué siente el corazoncito, ahora? La EPOPEYA ya pasó. Gloriosa y para siempre recordada, ya pasó. Es así, no hay vueltas. ¿Qué te chamuya hoy el cuore?

EC: Hay secretos sellados por los juramentos más incognoscibles. ¿Era así, Howard? Qué querés que te diga: es una hija, está grande para seguir en casa. A ver si consigue un novio que se ocupe de ella, ché. Y que traigan unos nietos para que un viejito juegue con ellos y se sienta niño de nuevo. Los abuelos descansan con los nietos y disfrutan de su frescura e inocencia. Si lo ponemos en versión vampiro: nena, pará de chuparme la sangre, ya quedé inmortal pero soy un vampiro viejo y descarnado. Ahora quiero irme a mi ataúd con tierra de Ituzaingó a tomarme unos mates tranquilo… Versión zombie: se mantiene viva a pura fuerza de voluntad (y gracias a la música de Michael Jackson, que la revive un poco sacándola de su blanca palidez), pero me parece que se le caen algunos pedazos cada tanto. Ché, ¿quién fue que la dejó así, chupando cerebro y tan descarnada? ¿El paso del tiempo? ¿Los intereses foráneos? ¿El ansia? (no la película, el ansia de trascender de un modo más sólido). ¿La fragmentación, dispersión y autogestión que nos trae la vida moderna? Versión fantasía: «No, señor, no soy un mago. Lo que usted ve hasta aquí ha sido creado por todo un equipo». El señor extiende la mirada detrás de los hombros del hombre canoso y ve apenas algunas sonrisas, felices, sí, orgullosas, sí, pero demasiado pocas para que ese equipo haya sido capaz de construir semejante edificio. «No me mienta, usted hizo magia». El anciano se encoge de hombros y responde con un poco de amargura: «No». Versión ciencia ficción hard: Hace 4.500 millones de años hubo mucho movimiento en el Sistema Solar, los planetas se chocaron como bolas de billar y era todo joda. Era divertido, el Sol acababa de encenderse. Cuatro milenios y medio después queda un grupo de sobrevivientes que sigue en órbita, muy estable y en un equilibrio que parece que no fuera a deshacerse nunca. Se ha llegado a comparar al sistema con un mecanismo de relojería. Los mecanismos de relojería no tienen piezas de más, si se rompe una pieza el reloj se detiene. Ya sabemos muy bien que reina la entropía; capaz que un día se quiebra alguna pieza muy desgastada… y si no se consiguen piezas de repuesto… Pero, quizás, haya llegado el tiempo para este sistema tan firme, tan sólido en apariencia. Hay muchos relojes opcionales y la novedad atrae. O sea, ¿cuándo se escapará Júpiter hacia el espacio infinito, como la piedra que se suelta de la honda?

Ni yo lo sé…

No sé si se entiende, y si es así, es a propósito. No tuve muchas ganas de explicar nada. Mi primera respuesta era una sola palabra, «cansancio». Al final quedó aquí, en la última frase.

AXXÓN: ¿Cuáles son las diferentes etapas por las que pasó Axxón?


Haciendo Axxón, hace ya algún tiempo

EC: Da para largo, porque habría que dividirlo en diversos rubros: Tecnología de Soporte, Equipo de Colaboradores, Situación Personal, Forma de Distribución, Interés de los Lectores, Interés de los Escritores, Actividades Externas a la Publicación en Sí, Premios, etc. ¿Esperás a que escriba un libro algún día? Los lectores deberán pagármelo por adelantado (y no hablo de dinero). Abreviemos así: Copia mano a mano. BBS a 300 Baudios, luego a 1200, finalmente a 56K. Comercios distribuidores por copiado. Distribución por empresas de Shareware. Internet a través de la UNLP. Web en Internet propia pero sin nombre propio de dominio, con varios nombres de servidores. Web propia con el dominio axxon.com.ar. Crecimiento exponencial: duplicación de vistas durante varios años. Aparecen los blogs, escasean los colaboradores porque se dedica cada uno a su blog. Aparecen las redes sociales, aflojan las visitas; es cuando estamos en los veinticinco millones de visitantes. Acrecentamos fuertemente la calidad del contenido, subiendo la vara de medición. Se vuelven furor las redes sociales, en especial Facebook, lo cual impacta MUCHO a todas las webs. Nos anotamos allí para promocionar el sitio. El crecimiento de visitas se detiene, y procuramos sostenerlo así, aunque tiende a pasar a ser decrecimiento. Futuro impredecible…

AXXÓN: ¿Qué secciones te gustaría que hoy estuviesen presentes?

EC: Una sección: Tetas Fantásticas. Estaría muy bueno, atraería muchas visitas… No, en realidad no sé, a mí me encanta que aparezcan nuevas ideas y propuestas. Siempre ponemos desde este lado el máximo de respaldo para quienes proponen secciones. En algunos casos se hacen hitos, duran un tiempo apreciable de vida y son recordadas para siempre. Otras surgen y no duran mucho y algunas son lo que se dice en jerga unos hermosos «one shot». Axxón tiene muchas secciones de diversos tipos e intereses y todas ellas deberían continuar vivas. Pero insisto: hasta yo vivo ahora metido en Facebook. Y ni siquiera estoy contando redes sociales todavía más absorbentes y adictivas, como Twitter. Si me preguntás qué va a pasar (me adelanto), bien, no tengo idea. La ciencia ficción sufre hoy el golpe de las crisis mundiales; la crisis en Europa afecta mucho a España y la crisis en España afecta, obviamente, a todos los que, como nosotros, hacemos ciencia ficción porque nos gusta, con pocas esperanzas de ganar dinero y sostenernos con eso… Y peor, poniendo plata encima. Si abandonamos lo que tenemos y se sostiene, luego veremos largos y plañideros artículos sobre la desaparición de tal o cual opción para publicar, como pasó tantas veces. Como pasó con tantas revistas argentinas, españolas, etc. La reacción se produce cuando ya es tarde. Nueva Dimensión, El Péndulo, Minotauro, Más Allá, fanzines de primera… Internet puede seguir el mismo camino.

AXXÓN: ¿Imaginás una Axxón sin Eduardo Carletti?

EC: Puedo imaginarla, pero sólo coincidiría el nombre, supongo. No sería igual, obvio. De hecho, bueno, existen otras revistas y sitios que llevan mucho tiempo de existencia y gran calidad. No son Axxón, y no son con Eduardo J. Carletti (aunque he participado alguna vez en casi todas). Me imagino que a nivel de lógica formal tanto la pregunta como la respuesta carece de consistencia… opinará mejor algún especialista. ¿Habría existido una Nueva Dimensión sin sus mentores, Sebastián Martínez, Domingo Santos y Luis Vigil? ¿Habría existido El Péndulo sin Marcial Souto? ¿Habrían existido The Beatles sin Paul, John, George, incluso Ringo? No los Beatles que conocimos.

AXXÓN: ¿Por qué y cómo se te ocurrieron los ya clásicos «Zappings»?

EC: Fue en las primeras y entusiastas recorridas que pude hacer por Internet cuando tuve un acceso adecuado, no de conexiones de quince a treinta minutos por teléfono «discado». Allí fue cuando comencé a encontrar cosas que me interesaban mucho, me sorprendían, me causaban gracia, y creí que debían estar en Axxón. No todo proviene de Internet, muchas cosas las obtuve de revistas como Nature, National Geographics e Investigación y Ciencia. Sé que se encuentran en los Zapping cosas imperdibles… y otras no tanto. ¿Se dieron cuenta que con el Zapping inventé un concepto que se extendió luego a los blogs, o por lo menos «la manera de ser» de lo que son la mayoría de los blogs? Lo que es estar en un país en crisis, no se pueden aprovechar las ideas que nos nacen…

AXXÓN: ¿Qué distancia —no cronológica— hay entre «Ruta» y «La tripa de Dios»?

EC: Bien, ¿ven que el encuestador es tan loco como yo? Aunque, seguro, de una forma diferente. ¿Cómo habrá saltado su mente de la pregunta anterior a esta pregunta?

Vení, Ricardo, dame un abrazo. =:o))

Distancia no cronológica. ¿Qué significará en tu intelecto?

Invento algo: Distancia en nivel de experimentación (algo que me gusta mucho al escribir): «Ruta» lo escribí en pasado y en tercera persona, como se escriben tantos cuentos, y luego lo fui pasando (como experimento) de tiempo y persona (no me preguntes por qué, o sí, preguntame: estaba en Comodoro Rivadavia durante el horario de ocio luego de una jornada de trabajo, con un viento de cien kilómetros por hora afuera y temperaturas bajo cero, el mar rugiendo a una cuadra, yo refugiado en un hotel bastante lujoso, solo y aburrido y sin ganas de embriagarme o buscar una prostituta —que en aquella época abundaban, de toda calidad, por ser un ambiente de trabajadores petroleros, pero no sé si ahora es así—. Ya había cenado. Es decir, algo tenía que hacer; no me gusta mucho mirar televisión). El cuento finalmente quedó muy bien relatado en segunda persona y en tiempo presente. Jamás lo hubiese imaginado.

«La Tripa de Dios» es una experimentación de universo. Quizás noten los lectores, o quizás sólo los escritores, no sé, que el planteo de esta historia permite que en ese universo pase CUALQUIER COSA. A causa de la Tripa reina una constante distorsión de la realidad, del tiempo y de la lógica. Sin embargo, eso no evita que el núcleo del cuento sea el amor entre dos personajes perdidos en ese universo cambiante, que muta a cada instante en tiempo y en lógica. Y que ese amor sea un amor sólido y, de alguna manera, a pesar de las circunstancias, un amor estándar.

Invento otra cosa: Distancia en género (¿subgénero, sería?): «Ruta» es un cuento realista pero parece de terror. «La Tripa de Dios» es un cuento de ciencia ficción pero parece de fantasía.

Sigo inventando: ¿qué es lo que importa en «Ruta»? Lo que le ocurre emocionalmente a una persona mientras se muere. ¿Qué importa en «La Tripa de Dios»? Lo que les ocurre a dos personas que al parecer no pueden amarse aunque lo deseen, pero finalmente se aman con un amor inmenso, digno de una novela entre las novelas románticas más rancias y representativas.

Disquisición: «Ruta» ocurre en la realidad. «La Tripa de Dios» ocurre en la irrealidad. Pero se puede interpretar al revés, ¿no?

Si la pregunta fuese ¿Cuál es la distancia cronológica entre xx e yy?, la respuesta también sería difícil, no llevo un registro del orden de escritura de mi cuentos. «Ruta» está en mi carpeta de cuentos en un formato DOC que se ve mal ahora al abrirlo, por lo tanto es antiguo, y tiene fecha del 4 de junio de 1989. Pero sé que la escribí en el hotel Austral de Comodoro Rivadavia, y eso significa que trabajaba en Geosource, y eso significa que fue entre 1980 y 1986, más bien en un hueco temporal promedio entre estas dos fechas. Pero en mi disco tiene la misma fecha «Por media eternidad, cayendo», y no los escribí el mismo día ni en el mismo lugar. ¿Cuál es la respuesta? Ese día los pasé de formato, debe ser eso. Puede ser que estuviesen escritos en una Commodore para esa fecha, y me compré mi primera PC. (Inventé un cable y dos programas para pasar los archivos de la Commodore a la PC, es una de las cosas que sé hacer.)

«La Tripa de Dios» en ese formato que hoy se lee mal tiene fecha del 16 de septiembre de 1994, pero sé que este cuento estuvo parado mucho tiempo porque se me había presentado una paradoja debido a un dicho de un personaje que no me permitía terminar el cuento como TENÍA que terminar. Alguien diría: «Hubieses quitado esa frase», pero yo (loco) respondo «No, de ninguna manera». Esa frase era (y es) tan importante como el final.

¿Qué más puedo decir? Hay una distancia de cinco años, pero puede ser perfectamente que la novela corta haya tenido que esperar cinco años a que yo resolviera esa paradoja, que finalmente resolví.

Fechados en ese mismo año hay más archivos: un cuentito muy breve que se llama «Alvesrre» (que es una pavada), «Mopsi, te odio», «Hermanito del Sol», «Defensa interna», «¿Dónde está la diferencia?», «El Bello Mundo de Susi», «Recuerdo para un desaparecido», «El corte final», «Sensex» e «Instante de Máximo Quebranto». Yo creo que esto es porque los convertí o tipeé en ese momento; son cuentos de distintas épocas. Sí, en 1989 es cuando puedo haberme comprado mi primera computadora PC con DOS y WORD…

Todo esto quedará para siempre en el misterio, a menos que un día alguien le venda a un coleccionista mis originales escritos a mano, en cuadernos y en hojas sueltas (yo no los venderé, a menos que me paguen MUCHO: dicen que todo tiene su precio; y no me lo van a pagar, sin duda: ¡A quién le interesa!). Si en estos papeles está escrita la fecha (no me acuerdo si lo hice ni lo voy a buscar ahora en el infinito mar de capas geológicas que son mis papeles), se sabrá en qué orden escribí mis cosas. Capaz que un experto podrá sacarlo por carbono 14, o algo así. De nuevo :o)).

Pero un estudio así y una venta así es posible que no ocurra nunca, o que quizás sea hecho por algún tipo de morlocks dentro de diez siglos.

¿Ven que estoy loco? En estas circunstancias es lindo estar loco, o mostrarse loco. Si hablo en serio, aburriría.

Así que la respuesta sobre el orden cronológico entre «Ruta» y «La Tripa de Dios» es, en verdad: «No lo sé. Leru leeeru». Y la respuesta a la «distancia» entre «Ruta» y «La Tripa de Dios» es ¡Qué sé yo!

¿Qué más te puedo decir, Ricardo? El esfuerzo detectivesco y de investigación histórica ha tenido resultado, pero la respuesta fue: «42».

Ah, no, eso es de una novela. La respuesta fue «No computable. No computable. No computable».

:o))

AXXÓN: La respuesta fue maravillosa, Edu. Maravillosa, compleja y completa. Habrá que digerirla despacio. Y encima me da pie para otras preguntas. ¿Por qué será que la ciencia ficción es considerada por el grueso de los escritores «normales» como un subgénero, algo pequeño, casi insignificante? Y por otro lado, las películas con «base» de ciencia ficción baten récords de audiencia.

EC: En primer lugar, ya dije que la palabra «normal» aplicada a un ser humano, bien, da para escribir libros enteros, pero entiendo la pregunta. Bueno, a todos nos gusta sentirnos mejores que otros, ¿no? Otras veces lo he dicho, las películas están buenas, y cada vez más, para sentarse y no pensar (o no pensar demasiado). Andaba circulando un dicho por ahí sobre el tema, muy interesante. Las películas —salvo honrosas excepciones— obvian los verdaderos contenidos de los libros para transformar la historia en algo visual. Así que, primer efecto, las películas basadas en libros o cuentos de ciencia ficción en general fueron vaciadas del contenido más importante en el sentido literario, filosófico, social, humano. Pero «la gente» (y creo que muchos escritores «normales» también) ve mucho más ciencia ficción en películas que lo que puede leerla en libros. Y hay que convenir que muchas películas más bien malas se presentan como «La mejor ciencia-ficción de todos los tiempos». Si sumamos estas cosas, y pensamos que quizás esos escritores no tocan un libro de ciencia ficción porque entienden que la influencia puede ser mala para su producción, o por lo que sea, es razonable que se institucionalice esa opinión. Yo siempre me pregunto: Los que opinan así, ¿leyeron Duna, leyeron tres buenas novelas de ciencia ficción al menos? Hay que preguntarles pero con un detector de mentiras conectado, creo yo. Perdón que sea malo, es mi naturaleza «normal».

AXXÓN: Cuando uno comienza un cuento: ¿hay algún método para «no equivocarse» con el punto de vista?

EC: Buena pregunta. Lo habitual es que en ciencia ficción tengamos tendencia a escribir sobre el futuro como cronistas de algo que ya pasó (grandes cuentos y grandes novelas están escritos así). Cuando se trata de realismo, el escribir relatando el pasado es como más natural: el relato viene después de los hechos. Uno los acomodó, los emprolijó, se informó, y los describe. Pero si lo relatado se pone en presente y en un punto de vista no omnisciente, hay cosas que se potencian, así como hay cosas que se pierden. Fijate que el relator virtual en ese caso es una cámara; por lógica se entiende, inconscientemente, que este relator no sabe nada de lo que va a pasar, porque está relatando lo que ocurre en el presente. Como un corresponsal de guerra o un notero de la TV en la calle. También puede ser que tampoco sepa, cada vez que ocurre algo que cambia la escena, o aparece un personaje en esa acción, quién es, cómo es (psicológicamente), qué historia tiene, de dónde viene, en qué estado de ánimo llega, por qué cambió determinada cosa, etc. Supongamos que en esta acción cae un meteorito. El cronista de los hechos jamás podía saber por anticipado que ese objeto iba a caer, y si sabía que iba a caer porque había tenido un aviso de ello, no puede saber dónde y cómo va caer, y qué es exactamente lo que va a pasar. Esto le pone mucha emoción a la escena, pero hay que tener mucho cuidado con lo que, de pronto, el relator sabe y no debería saber. Si sabe más de lo que se puede saber, entonces es como un dios. Algo pasa. En general se supone que las historias las relata una persona (el lector por lo general obvia que es Ricardo Giorno, Alejandro Alonso o Eduardo J. Carletti: es el relator, pero sabe o cree que es un relator humano o al menos que se comunica, claramente, como un humano), o es un ser diferente -porque estamos hablando de ciencia ficción, fantasía o terror-, pero con capacidades que ya debieron ser más o menos predeterminadas como dato para el lector. Se entiende «porque es una traducción». O es humanoide, habla como nosotros, y sabe nuestro idioma, etc. Pero vive en el presente en esa historia y no sabe el pasado ni lo que va a ocurrir, en la mayoría de los casos. Tampoco pudo hacer investigación para conocer cosas del pasado, la mayoría de las veces, si se trata de acción. Eso le da los relatos una capacidad de ritmo y sorpresa que no tienen el relato en pasado.

El relato que se escribe como relación de hechos pasados, bueno, requiere otra habilidad. ¿Por qué el relator no sabe algunas cosas que ocurrieron antes del hecho puntual que relata en ese párrafo? Debería saberlas o debe haber una razón. ¿Por qué no sabe qué hay atrás de la puerta que se está por abrir? Debería saberlo, ¿no? Jugamos con otras reglas.

Ahora la respuesta a cómo se elige el tiempo y el punto de vista, el tiempo te lo dice. Desconozco si hay reglas escritas sobre esto, reglas de escritura de relatos, quiero decir, pero si las hubiera, seguro que habría (o hay) muchas distintas, porque estamos hablando de arte, de un producto humano, no el producto de una máquina o un algoritmo. Y si las hay, quizás prefiera no saberlas, así no sé que las estoy quebrando e inventando algo nuevo. En mi caso, me aburre ser muy consecuente conmigo mismo. Cada vez quiero que el relato sea un nuevo experimento. Quizás por eso escribo poco. He escrito relatos que alternan bloques en presente y en futuro (Futuro: «Tendrás miedo, pero igual darás un paso y saltarás esa grieta» ), y relatos en los que se salta de un bloque a otro de la historia de un punto de vista omnisciente («Sin Nombre avanza en silencio, en una noche de bruma ácida, entre los olores de la podredumbre y el deterioro» ) a un bloque con un relato en segunda persona («No te descuides, ten calma, camina con sigilo. El muelle es viejo, el cemento decrépito, las baldosas se fueron hace mucho, pedazo a pedazo, y ahora puedes ver el esqueleto de hierro de esa gigantesca construcción que otrora fuera un signo de grandeza» ). ¿Dónde hay un límite para experimentar así? La cuestión es que finalmente uno, como lector, encuentre que está bien relatado. Primero hay que aprender a ser buen lector, y eso es lo que se enseña en los talleres literarios no teóricos. Se insiste en eso, aunque algunos escritores no lo comprenden.

AXXÓN: Creo que aquí viene la parte donde tendríamos (bueno, je, vos tendrías) que hablar de la famosa y, por qué no, bien ponderada «Voz Interior» de cada escritor. ¿Es camelo o hay algo de verdad? Te lo pregunto porque vos viste crecer muchos pichones; y algunos de ellos seguro que no pudieron salir del nido.

EC: Se nota cuando alguien tiene «pasta», pero no siempre. Se nota cuando alguien no va a llegar, pero no siempre. El arte no es una ciencia exacta. Desconozco el verdadero sentido que Ud., Mr. Entrevistador, le da a la frase «Voz Interior». Si es la inspiración, bien, viene cuando quiere. Lo que se llama «la musa inspiradora». Yo creo que algunos cuentos ya están escritos en nuestro interior cuando empezamos a escribirlos. A esta «musa» se la puede traer a los tirones si hay plata de por medio, pero ¿hay plata en esto que hacemos? Quizás se oigan algunas risas, quizás se vea caer alguna lágrima. El escritor, diría yo, un verdadero escritor, se compone de dos piezas. Ninguna de las dos debe faltar. Primero, debe tener algo que decir, debe tener dentro de él cosas que necesitan salir. Yo creo que todo otro método conduce a un producto plano y sin interés ni emoción; otros me desmentirán. Segundo: el escritor debe tener herramientas; lo que se llama oficio. Y eso se logra con mucha lectura, y luego, mucho esfuerzo y ganas de seguir mejorando. Llamémosle voluntad, llamémosle «la llama», llamémosle pasión, llamémosle vocación. No se me ocurren más ingredientes. Con seguridad alguien más podrá agregarlos, incluso invalidar los que yo propongo. En mi teoría, por la falla de estas cosas, algunos SON escritores y otros dejan de serlo.

AXXÓN: ¿Dónde termina la experimentación y comienza el ridículo?

EC: Bien, considero que el experimento deja de funcionar cuando el texto ya no se entiende. No sé si llamarlo ridículo; más bien lo llamaría falla, o fracaso, del relato. La experimentación tiene muchas facetas. En algunos casos evidentes (relatos sin ningún punto, ni seguido ni aparte —¡que son muy difíciles de leer!—), o no evidentes, como insertar trozos de frases de otros libros, tomadas al azar, dentro del texto (yo lo hice; descubran dónde… ja, ja). O copiar un relato y luego empezar a cambiarlo, cambiarlo, cambiarlo, hasta que queda irreconocible y totalmente tuyo (jamás confesaré si lo hice… Bueno, sí, lo hice).

La experimentación es muy satisfactoria. A mí encanta. La no experimentación es el primer paso hacia el aburrimiento, en mi caso; y creo que en muchos artistas, no sólo escritores.

AXXÓN: Voy a releer tus cuentos para ver si descubro esos trozos de frases (y después te puteo en privado por el laburo que me voy a tomar, :o) ). A mi pregunta anterior le faltaba un complemento. Vos sabés que estoy en varios talleres literarios, y lo que de continuo veo son escritores que recién salen al ruedo, que por ahí no saben poner las comas, pero que se mandan a experimentar a lo pavote. Y se ofenden si les decís algo. Vos tenés muchísima más experiencia, ¿qué podés decirnos?

EC: No veo la dirección en que va la pregunta. Si el tema que debo responder es qué se podría hacer con la conducta de estos escritores, yo diría: «Qué les vas a haché». Seguramente un día deberán aprender como funciona la cosa y adaptarse, y entonces podrán disfrutar de su arte, creando con la precisión necesaria sus textos y luego experimentar sobre ellos, o quizás nunca lo hagan, y vivirán luchando contra sí mismos, pero echándole la culpa de sus frustraciones a los demás. En general estos escritores suelen abandonar pronto el taller, ¿o no? Pienso que algún día volverán; al mismo taller o quizás a otro. Y si no lo hacen, no sé, creo que no son escritores de alma.

AXXÓN: ¿Tenés algún grupo de gente que te lea tus propios cuentos antes de publicarlos? ¿Es necesario en tu caso?


Diciembre de 2011, almorzando con el escritor italiano Roberto Quaglia. También, en la foto, Claudia De Bella y Marcelo Huerta, del Equipo Axxón

EC: Yo no lo sé (si un cuento mío lo lee un grupo de evaluadores o lo lee sólo la coordinadora de la evaluación). ¿Si es necesario que se lo lea y evalúe?: ¡Claro que sí! Quiero que mis trabajos se analicen y filtren como los de cualquier otro autor. En verdad, quizás algunos escritores crean que «filtrar» los cuentos y aceptar algunos, pero otros no, es algo feo, malo, desagradable, agresivo, injusto, o lo que sea (pero nunca bueno). Yo creo que es un favor muy grande que le hace un editor a un escritor. Y lleva mucho trabajo hacerlo, y es positivo para todas las partes.

AXXÓN: Pero debe ser embromado decirle a un autor que su cuento no es publicable. Hoy se encarga la queridísima Silvia Angiola. Pero, sin hacer nombres, ¿recordás alguna pelea memorable de la época en que vos te dedicabas a la parte editorial?

EC: En verdad con escritores, y por la relación autor-editor, no he tenido «peleas». Lo que no sé es si alguno se ha quedado enojado conmigo sin que yo tenga conciencia de eso. Los primeros tiempos los intercambios eran por carta; ahí es difícil que se llegue a producir una tensión como para llegar a un enojo que se pueda llamar «pelea». Lo que recuerdo como conflictos que han pasado alguna vez fue en dos casos: en uno el autor me enviaba un buen cuento en ambiente y desarrollo, pero con un desastre en ortografía y estructura de las frases. Yo lo arreglé y se lo envié para que aprobase los cambios (sólo hacía una cosa así cuando un cuento valía la pena y nunca tuve problemas), pero me dijo que su cuento «era como él lo había escrito» y que si no lo publicaba «tal cual» que no lo hiciera. No lo publiqué. El otro caso fue porque el cuento salió en Axxón con un error en el título (faltaba una palabra) y justo coincidía, entonces, con el título del cuento de un autor famoso al que él hacía homenaje (cosa que yo no sabía, y el texto, en verdad, no me hizo recordar a ese cuento, aunque lo había leído). A él le pareció que tratábamos de arruinarle el cuento al poner el mismo título que su homenajeado, como diciéndole, en un mensaje indirecto, que eso era un plagio. Alguna gente siempre piensa lo peor de uno, vaya a saber por qué. Bien, corregimos el título, pero de todos modos se quedó enojado para siempre.

AXXÓN: ¿Por qué será que a la mayoría de los fanas de la ciencia ficción (que yo conozco, claro) les sale al toque un Top Five de novelas gringas y les cuesta un huevo y medio uno en castellano?

EC: Será porque no las leen o porque no las hay. Con respecto a los rankings extranjeros, ayuda que ya hay muchos Top 5s, Top 10s o Top 100s ya escritos sobre el material en inglés. De castellano hay muy poco, o nada. Y a veces lo que hay está direccionado o intencionado por grupos cerrados. La gente siempre es sensible a la influencia de lo que han dicho otros. Pero yo apunto más a que los fans en castellano -si escriben o si comentan libros- quieren que los lean a ellos, pero no leen a los demás. También me resuena una vocecita por dentro que me dice que quizás no hayamos alcanzado los niveles que ha alcanzado la producción en otras partes. Pero no pienso que sea porque nosotros seamos menos buenos; el problema es que no tenemos mercado y falta el estímulo de publicar y profesionalizarse (ganar dinero), o al menos ganar premios que te catapulten a la posibilidad de, entonces sí, ganarte la vida haciendo eso. Me lo dijeron entre Pohl y Brown (el de Locus) cuando estuvieron aquí: «¿Tienen un mercado local? Si no tienen un mercado local, es decir, no se compran y se leen entre ustedes, no pretendan colocar material en EEUU. En EEUU hay muchos escritores —porque hay un mercado y es un mercado que paga por los trabajos—, muchísimos escritores, pero no todos pueden llegar a publicar. ¿Ustedes creen que hay espacio para uno de ustedes si hay norteamericanos esperando en una larga fila a que los publiquen, y ustedes ni siquiera se conocen entre ustedes? Creen su mercado local y luego vengan a golpear nuestras puertas» (tanto Brown como Pohl eran editores en esas fechas). Lamento no poder decir algo más estimulante, aquí no hay chiste ni humor. Se instaló demasiado el «Si querés tener tu libro, pagátelo», y cuando hablo de pagar a veces es con dinero y a veces es con favores «de amigos», y es muy difícil salir de ese círculo que se va cerrando y ahoga, porque aparecen muchos libros que no merecen estar allí y entonces cada lector llegará a conocer uno, o dos, de éstos, y si no se da la suerte de que al menos uno de ellos sea muy bueno, y cambie su predisposición hacia los autores locales, presupondrá desde ese momento que todos los demás serán más o menos así. Obvio, no tendrá interés en comprar más. No olvidemos que de afuera vienen los libros (o los nombres de los autores) ya calificados y premiados y publicitados. Donde hay muchos interesados de un lado y pocos del otro (autores/lectores), aparece el problema de los grupos autocomplacientes, y un problema con los grupos de amigos. Bueno, hay problemas, ciertamente hay problemas feos en este mercado, además de que recién ahora comienzan a sentirse los efectos económicos de salir (aquí) de una prolongada crisis económica. Los yanquis superaron estos mismos problemas porque empezaron hace mucho, crearon un mercado, hay plata de por medio porque hay una masa crítica de consumidores, y hay muchos autores justamente porque hay plata de por medio y una posibilidad cierta de hacer carrera, lo cual significa competencia, y en esa competencia, obviamente, sobreviven los mejores. Nosotros llegamos a leer a los mejores entre esos mejores; recordemos que sólo una parte de la producción llega a ser lectura en español. Se ha creado una ecología, mientras que aquí vivimos en un sistema abierto en el que no hay competencia por calidad, sino por palmadas, sonrisas y agrupamientos por sectores. Y espero no haber sido demasiado oscuro con esto último.

AXXÓN: Dicen que mucho tiene que ver si el lector continúa leyendo por cómo empezamos nuestros cuentos o novelas. ¿Recordás alguno/s comienzo/s que te haya/n impactado?

EC: Como lector tengo muy poca memoria de los detalles, pero los comienzos que más me han impactado y recuerdo, tanto en cuentos como en novelas, son aquellos en los que no se entiende muy bien qué es lo que pasa, hacia dónde apunta la cosa y qué es eso que uno está presenciando. Una novela que es espectacular en este sentido es una novela de Brian Aldiss que, lamentablemente, algún editor, en segundas o terceras ediciones, arruinó al cambiarle el título por La nave estelar, cuando el título en inglés es Non-Stop. Los primeros capítulos transcurren con los personajes avanzando a los machetazos por una selva, con situaciones muy extrañas que uno no se explica qué son, como el hecho de encontrar una pared metálica que se debe atravesar y que, una vez atravesada, continúa en selva. Es una sorpresa encontrarse luego con la verdad de la situación y mí me gusta mucho esto: que una obra literaria me sorprenda. Cuando yo leí la novela ésta estaba titulada Viaje al infinito; un nombre mucho más adecuado y afín al Non-Stop del original, y que evita que se arruine la sorpresa.

En general los cuentos de origen angloamericano ya tienen una técnica depurada que se aplica en sus principios, quizás por la influencia del famoso taller Clarion, y luego de eso, de la formación de escritores que han sido lectores de cuentos surgidos de autores de este taller.

En el artículo Principios de cuentos hablo un poco sobre el asunto, relatando el ejemplo de este magnífico taller literario universitario norteamericano, el Clarion.

Copio: «En este taller se estableció firmemente la idea de la ‘frase gancho’ entre los escritores norteamericanos de ciencia ficción. Según cuenta el escritor Edward Bryant, en julio de 1969 el escritor visitante, que era nada menos que un controvertido maestro, Harlan Ellison, le encargó como ejercicio a él y a los participantes del taller Clarion que escribieran una página entera de ‘ganchos narrativos’. Bryant las define como ‘esas líneas iniciales atrayentes planeadas para clavarse en la atención y el interés del lector promedio’. A su criterio, su frase más interesante de ese ejercicio, que nunca llegó a utilizar en un cuento, fue: ‘Un día el Papa se olvidó de tomar su píldora’. Otra frase —que sí fue utilizada— fue: ‘A las orillas del camino a Cinnabar había exclusivamente esqueletos calcinados de ómnibus escolares’. En el libro Cinnabar la frase mutó a: ‘Más cerca de la ciudad, a orillas del camino, se veían los esqueletos calcinados de lo que en otros tiempos habían sido autobuses’.»

Otro principio impactante (de una novela), que yo considero magistral, dice: «De acuerdo. Está muerto. Adelante, habla con él». Todo el capítulo uno de esta novela es magistral (El instante Aleph, de Greg Egan).

AXXÓN: ¿Cómo es el trabajo editorial en Axxón?


Medellín, 2009. Durante el ciclo Fractal’09

EC: Cada cuento que ingresa lo leen al menos tres personas, todos escritores y/o lectores avezados. Cada uno le otorga un puntaje y agrega algunos comentarios, y a veces se interactúa con el autor en las cosas que se han notado (más que nada cuando todos los evaluadores, o la mayoría, coinciden en el diagnóstico), y se le dan recomendaciones. Otras veces el puntaje no da el nivel que hemos fijado (y al cual con el tiempo le hemos subido la vara de medición), pero en bastantes casos, por suerte, el cuento termina aceptado y se publica. Creo que el esfuerzo es necesario, es bueno para el autor y es bueno para los lectores. Si el material fuese elegido por una sola persona, y hubo épocas en que era así, se acota la variedad en gusto, estilo, temas y otros valores en una obra, aunque el que elige sea alguien muy preparado. Porque se aprende el oficio de editor y se aprende a no elegir por gusto personal, sino siguiendo un criterio más amplio de calidad; pero también la lectura de mucho material (recordemos que se trata de una criba, y que de muchos cuentos que hubo que leer quedan sólo algunos; el trabajo de leer cuentos que no pasan de cierto nivel es bastante ingrato y cansador) puede llevar a un cansancio mental y a una distorsión de la capacidad de juicio. Yo creo que el sistema que tenemos es muy bueno, aunque a veces no hay suficiente gente que se ocupe (es algo voluntario, y que no deja más ganancia que la satisfacción de haber ayudado), y hace tiempo que la cantidad de colaboradores en las revistas como la nuestra ha ido decayendo, debido a una dispersión de horas-hombre, ya que el tiempo de ocio (este no es un mercado comercial) ha tendido a volcarse a proyectos personales que la conformación actual de Internet permite, o si no a otros intereses editoriales, como la publicación en papel y la formación de diversos grupos separados, en Internet y fuera de Internet. No puedo afirmar si esto es bueno o malo; en su momento la atomización de los esfuerzos y tiempos personales al darse la aparición y el furor de los blogs se sintió mucho, mucho; luego hubo conflictos entre grupos o dirigentes de grupos; hasta llegar a la formación de grupos cooperativos dedicados a la autoedición, o a la publicación de revistas. El tiempo aportado a aquellos proyectos que habían llegado a ser pujantes se redujo drásticamente. También es clave, y condicionante, la manera en que se trabaja en una época laboral que todavía sigue siendo muy dura para los empleados, que sufren de una exigencia y una dedicación extremas para ganar más o menos bien, y con muy poco tiempo de ocio. La única solución es que se crease un mercado que pague por el tiempo, y yo todavía espero que así sea alguna vez. Un mercado justo y abierto, con oportunidad para todos los que hacen bien su trabajo, para los escritores que generan obras de calidad, sin importar a qué grupo pertenece cada uno. Quizás se dé y ahora estemos en una época de gestación y transición.

Aunque cómo funciona a pleno la parte editorial, en este momento, es una pregunta para hacerle, más bien, a Silvia Angiola, que coordina la recepción y clasificación de cuentos (por longitud, en primera instancia), su distribución a los evaluadores, el seguimiento de sus análisis, luego la corrección ortográfica, de puntuación, de estándares de formato, etc., y se ocupa también de hacerlos ilustrar y llevar el seguimiento de los pedidos de ilustraciones. Cuenta con la ayuda de Graciela Lorenzo Tillard en correcciones, Claudia De Bella en evaluaciones y traducción de material en inglés, y alguna persona más, a veces, además de los evaluadores. También es Silvia quien define el orden de publicación, con la ayuda y participación cada vez más activa de Daniel Vázquez (Axxonita). Dany se ocupa del armado para web y de su posteo en el formato actual de presentación, que es un sistema llamado WordPress. Si la pregunta es qué hago yo, bueno, me fumo un habano con los pies sobre el escritorio y un vaso de whisky en la mano, y doy órdenes a diestra y siniestra a mis esclavos a través de una pantalla, mientras observo el panorama a través de mi oficina vidriada en el piso 14. Mi bellísima secretaria me masajea regularmente la nuca, pera aflojar mis tensiones.

No, ya sé que no se lo han creído, es pura broma. Ni fumo, ni bebo, ni tengo oficina, ni doy órdenes. Mucho menos lo de la secretaria. Me he apartado bastante —por cansancio, más que nada— del trabajo en la parte de la revista. Me ocupo de otros temas técnicos en el sitio, que tienen su importancia porque son los que hacen que el sitio esté visible en los buscadores (cosa crucial), me ocupo de procesar y armar todo lo que es tiras dibujadas, y me ocupaba hace un tiempo, pero ahora lo tengo abandonado, de buscar, editar, ilustrar y publicar las noticias. Extraño mucho la ayuda que tenía antes en las cuestiones técnicas del sitio (programación PHP y de base de datos SQL, más que nada) y en la búsqueda, edición y armado de las noticias. Por supuesto, interactúo dando opiniones en la revista literaria en sí, porque regularmente me las piden, pero trato de que la dirección se vaya independizando de mí, con gran resistencia de sus dos máximos exponentes en el trabajo, Silvia y Dany. Pero creo que es bueno para que la revista Axxón perdure cuando yo decaigo. Espero que no decaiga Silvia, ni Dany. Sinceramente. También es bueno porque ellos son más simpáticos que yo. :o))

Por cierto que luego viene la parte social. Intercambio mucho, mucho correo con lectores, escritores, dibujantes, otros editores, entrevistadores (je, je), etc. Trabajo de élite… Bueno, che, las charreteras hay que hacerlas sentir. Me ocupo —y me olvidaba— de la difusión y la comunicación en Facebook y Twitter. En fin, que hacen falta personas que ayuden, pero hoy en día es difícil encontrarlas. Podríamos hacer un sitio Axxón mucho mejor, estoy seguro…

Pero no quiero volver a insistir tanto con este tema, repetirme sin cesar, para no parecer el viejo choto que soy… (Sonrisita de nuevo).

AXXÓN: ¿Sos peronista de la primera hora?


A los 2 años, con su hermana mayor

EC: ¿Qué es esta pregunta en una revista literaria? ¡Inquisidor!

Pero puedo responderla.

«Peronista» es una definición muy compleja. Si el gobernante farandulesco de los 90 es considerado por un jurado experimentado y veraz como «peronista», yo entonces en esa época no lo fui. Si quemar un ataúd con los símbolos de otro partido en una campaña es «peronista», entonces en esos actos no soy «peronista». Si dejar el país en manos de un tipo como López Rega es «peronista», entonces en esa época tampoco lo fui. Creo que la pregunta debe ser «¿Sos justicialista de la primera hora?». Obviamente no puedo serlo porque nací en 1951. Pero voy a contar una cosa: un día, cuando yo tenía, estimo, diez años, me encontré a mi padre llorando. Obviamente, fue un gran impacto para mí. Sinceramente, no tenía una gran comunicación con él, y desde mi punto de vista él era un hombre muy callado, crítico, y lo que generalmente se califica como «serio». Encontrarlo llorando fue mucho para mí, así que me envalentoné y quise saber qué le pasaba, y me quedé como una roca, como una lapa, pegado a él, hasta que me contó. Lloraba por Evita. Él había trabajado muy cerca de ella. En casa lo único que relataba era que ella era muy enérgica, y que entraba y le gritaba al intendente (mi padre fue secretario privado del intendente de la ciudad de Buenos Aires desde 1949). Pero de sus relatos comprendí que amaba a Evita, que no le gustaba contarlo, que pensaba como ella (es decir, era un revolucionario social) y que el hecho de que mi madre y la familia de mi madre fuesen radicales furiosos (escuché muchas discusiones a gritos y también vi a mis tíos bailar de alegría en ciertas circunstancias tristes para la Patria y para la Democracia) lo había llevado a guardar sus sentimientos e ideas en un arcón muy profundo. A partir de allí, ciertas veces, cada tanto, cuando mi padre se sentaba sobre un balde de albañil dado vuelta en el gran jardín de la casa de mis padres y cortaba el pasto prácticamente brizna a brizna con sus manos y con una pequeña herramienta, y disfrutaba de eso, puedo dar fe, yo me acercaba y él me contaba algunas cosas. Todo esto quedó muy dentro de mí, por muchos años. Mi relación intelectual e incluso afectiva era mucho más profunda con mi madre. Ella era la que leía, tenía una enorme cantidad de libros, y de allí salió mi personalidad bibliófila. Y pienso que de su costumbre de contarnos cuentos —a los tres hermanos— salió mi faceta de escritor. Pero mi padre era el menor de una familia de inmigrantes italianos de once hermanos, de los cuales la mitad hablaba en italiano, trabajó toda su vida hasta su jubilación, temprana, en 1964, cuando cumplió cincuenta años, y de aquí se puede extraer un dato importante, ya que siguió trabajando en la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (era planta permanente allí) pero en febrero de 1956 nos mudamos a Ituzaingó, a una casa muy linda sí, pero antes vivíamos en un departamento MUY LINDO y enorme, con cuatro habitaciones y con un jardín interno de casi una manzana, con arboleda y todo, para los dueños, en la calle Acoyte al 500, a pocas cuadras del Parque Centenario, fijate, donde está el Museo de Ciencias Naturales (otra cosa que me gusta mucho), a un paso de la Casa Rosada tomando el subte, cerca del Hospital Durand, etc. Y nos mudamos a un barrio donde en nuestra manzana sólo había cuatro casas, estábamos rodeados de barro y no tuvimos energía eléctrica por casi tres meses, hasta que se instaló la red eléctrica. Esto dice mucho. Se puede decir que a partir de él, como herencia, soy un Evitista de la primera hora, con toda justicia porque estuve en brazos de ella cuando yo tenía seis meses (pero no me acuerdo de nada), y mi corazón siente las cosas de una manera muy parecida, si no igual, a como las sentía ella. Quizás esto no sea ser peronista, hay muchos instrumentos de medición, muchos peronómetros, y las mediciones son muy dispares.

Disculpen la extensión de esto, pero el tema es complejo y plantearlo aquí ameritaba todas la aclaraciones. Aclaro además que de mis dos hermanos, sólo mi hermana mayor piensa tal como yo. No sé, sinceramente, si ella habló de esto con mi padre, pero sospecho que sí. También sospecho que mi hermano menor no habló jamás de eso con él, y eso que mi padre tenía cierta «preferencia» por él (como hijo varón). Pero sus temas eran otros, el fútbol, primero, las minas, después (mi hermano era una especie de playboy en su adolescencia). Y vaya a saber de qué otras cosas hablaban. Mi padre, por otra parte, no aprobaba que yo me quedara leyendo mientras mi hermano se iba a jugar al fútbol, no aprobó que me hiciera disk-jockey en los setenta y por muchos años; hasta no aprobaba que yo escuchara música con auriculares porque, según él, «la ponía muy fuerte». Estaba convencido de que mis excelentes notas y medallas de buen alumno y mejor promedio en el secundario eran porque hacía trampa (me copiaba), y felicitaba a mi hermano porque estudiaba muchas horas en casa cuando tenía que dar examen, mientras que a mí no me veía hacerlo. Así es la vida.

(Ric: Me emocionó el relato sobre tu viejo y Evita, qué lo parió).

AXXÓN: ¿Qué fue lo que te sedujo del movimiento K? ¿Continúa el romance hoy día?

EC: Néstor Kirchner tenía una personalidad que yo siento, por los hechos y por los dichos, sus dichos, igual a la mía. Por lo tanto, lo comprendí y me identifiqué en cada acción y pensamiento que le conocí. Él estaba dispuesto a morir por sus ideales, no los cambiaba según el viento, y se jugaba a fondo en todo, fuese cual fuese el obstáculo con el que chocaba. Ahora Cristina nos está mostrando que ella es igual, aunque de algún modo —aunque en otra función institucional— yo ya lo había notado en ella antes de conocer a Néstor. Ambos tienen una calidad humana difícil de encontrar no sólo en otro político, sino en cualquier otro dirigente, y más aún, me arriesgo a decirlo aunque me consideren «fanático», en cualquier otra persona. Néstor fue, y lo es Cristina, una persona con fuertes convicciones, quizás con miedo a los aprietes y a las consecuencias, como cualquier persona (porque son personas inteligentes y no se les puede escapar el riesgo que significa enfrentarse a semejantes mafias instituidas en el país y que son parte, sin duda, de estructuras mundiales), pero valientes y jugados hasta el final en cada cosa que soñaron, para llevarlas a cabo cuando se les dio la oportunidad. Juro que yo soy así. Quizás muchos no lo comprenden, pero Argentina se sacó el Premio Mayor de la Lotería Mundial con las circunstancias que pusieron a Néstor en la presidencia. A los que no lo creen así, y hasta sienten dolor de estómago al leer estas cosas, bueno, les digo lo que dijo un traidor a «los K», y es una de las pocas cosas en que no se equivocó: «La historia lo juzgará». Para qué discutir…

AXXÓN: Cambiando de tema (acordate de que yo también soy loco :o) ), hace unos años atrás (no me acuerdo con exactitud) concurrí a un taller presencial sobre «Creación de Universos» que dictabas junto a Alejandro Alonso. ¿No se dicta más? A mí me sirvió, me sirve y me servirá hasta que deje de escribir.

EC: Para eso es necesario tener un espacio para realizar el taller en Capital, pero que no sea muy alejado de donde desemboco yo con el tren, sino la cosa me resulta muy esforzada. Ya para llegar a Once estoy tomando dos transportes públicos; algo alejado de Once significa un tercero. En aquel caso el taller, supongo, estuvo bueno, pero nunca es un ingreso económico razonable para quien lo da (y menos si el taller lo llevan dos personas), y mucho menos si hay que alquilar el espacio. Yo he dado taller a muchas personas, varios grupos, cuando me prestaba su departamento un amigo (cerca del Abasto y cerca de Once). Tuve muchos alumnos en ese período. Luego él comenzó a convivir con una dama y ya no fue posible continuar allí. Para completar el plazo del taller en curso yo tenía que ir a la zona de Belgrano, lo cual me llevaba en total como dos horas de viaje de ida y otro tanto de regreso. Cuando terminó ese taller, no seguí adelante. Todo esto fue en época de crisis, en la peor época. Recuerdo que se me estrangulaba la garganta cuando el colectivo recorría zonas ricas de la Capital y veía gente bien vestida, relajada, paseando perros con ropas y zapatillas impecables: yo casi me había acostumbrado a ver gente tirada sobre cartones en las veredas, muchas veces en medio de un charco de pis.

Taller en mi casa capaz que me gustaría dar, pero dudo que tengan interés de venirse hasta aquí, a 30 Km del monolito del Congreso, salvo que los participantes vivan por esta zona. Para colmo, si quisiésemos hacerlo junto con Alonso es peor, vivimos bien apartados entre nosotros.

AXXÓN: ¿Podés describir para los lectores (y, sobre todo, escritores que no tuvieron la suerte de presenciar el curso) de qué se trataba?

EC: Bien, a pesar de llamarse Taller de Creación de Universos, no era para convertirse en un Dios Creador. La idea, que propuso originalmente Alejandro Alonso, fue ayudar a los talleristas a crear situaciones, ambientes, escenarios, coherentes y firmes, creíbles e interesantes, junto a personajes e historias que «encajaran», diseñándolos de la misma manera, con coherencia, en ese universo. En algún lado tengo el programa del taller —ya pasaron varios años— y creo que se podría pegar aquí para tener más detalles sobre cómo se desarrollaba, porque allí explica más en concepto qué es lo que buscábamos.

AXXÓN: Dale, sí, me encantaría ponerlos dentro de la entrevista.


Con algunos miembros del Taller de Creación de Universos

EC: «Uno de los mayores desafíos del escritor de literatura fantástica es crear universos narrativos creíbles y atractivos para los lectores. En este proceso se ponen en ejecución habilidades tan diferentes como las de articular adecuadamente las ideas, dotarlas de verosimilitud, encontrar el tono y el ritmo que mejor las expresen, diseñar entornos y moldear personajes coherentemente…

El Taller de Creación de Universos pretende poner a disposición de los asistentes algunas herramientas y recursos que ayudan en este cometido, de una manera práctica, desacartonada y rescatando las ventajas del trabajo en grupo, donde la crítica constructiva es concedida y recibida.

Se trabajará sobre cuentos y lecturas, y se indagará en aspectos teórico-prácticos que ayudarán los escritores a conseguir universos creíbles y narraciones sólidas. En la medida de lo posible, se ilustrarán los conceptos con la obra de escritores argentinos y latinoamericanos de diversas épocas.»

Programa:

Ambientación. Fallas comunes. Reglas para construcción de una ambientación coherente. Recomendaciones para la recopilación y cohesión de los datos.

Personajes. Características y funciones. Inserción en un mundo. Características psicológicas, costumbres, ideas, actitudes, gustos que deben coincidir con su mundo.

Reglas de juego. Definición y cumplimiento de las reglas de juego del universo elegido. Situación histórica. Situación geográfica. Situación social. Económica. Psicológica. Definición del entorno.

Ideas. Manejo de ideas. Introducción de ideas. Ideas que no tienen que ver con el argumento. Recopilación, ordenamiento y enriquecimiento de ideas.

Lenguaje. El lenguaje (o lenguajes) que se utiliza en la historia y el lenguaje del escritor.

Tono y destinatario. Diferentes tonos de la redacción según a quién se dirige.

Estructura. Estructuras lineales, con «flashback«, circulares, alineales.

Diálogos. Exceso o carencia. Reglas. Fallas comunes.

Explicaciones. Importancia de la explicación en cuentos de ciencia ficción y fantásticos. Métodos para explicar. Fallas comunes.

Principio y final. Frase gancho de inicio. Finales «limpios» y claros. Fallas comunes.

Credibilidad. Cuidado de la credibilidad. Pautas convenientes para no «comprometerse» demasiado en temas críticos.

Estilos. Manejo de los diferentes estilos de escritura. Conveniencia/inconveniencia de las mezclas de estilo.

Trabajos prácticos. Creación de un mundo y sus leyes. Creación de los personajes. Ejercicios de descripción. Ejercicios de acción. Adaptación de los diálogos. Adaptación de la temporalidad de la idea. Escribir cuentos. Corrección de material y cuentos generados en el taller y de otros trabajos.

AXXÓN: ¿Tenés ganas de jugar? Me gustaría preguntarte algo sobre un posible universo.

EC: El Universo de la «Tripa de Dios». Allí la regla principal es que esta Tripa (una huella dejada en nuestro universo por una nave que viaja por otro universo, y para la cual el nuestro es un hiperespacio). La Tripa causa que existan unas lentas distorsiones espacio temporales, como huellas de un oleaje que se propagan, que hacen que no sea muy seguro que el continente tenga una estructura geográfica estable (se trata de Sudamérica y la Tripa pasa —se hunde en el terreno— cerca de Malargüe, Mendoza), es decir, que uno, sin moverse, vive cerca de la cordillera, y de pronto está en un ambiente de ribera marina, como la costa sudeste de nuestro país. Y también produce lo que yo mencioné en el cuento como «una cierta ruptura de la realidad» (yo imagino que es una mezcla entre realidades de universos múltiples, pero la interpretación del autor en este Universo la dejo libre). Lo interesante es que yo me planteé que existe una interacción de esta Tripa con los campos eléctricos y el efecto de la interacción es más notable cuanto más complicados son los campos. Por ejemplo, es difícil que los chips funcionen bien (no hay blancos o negros, unos y ceros, en el Universo de La Tripa de Dios que yo imaginé; los chips pueden funcionar, pero de manera difusa y/o variable: no es que dejen de funcionar). Nuestro cerebro genera el campo eléctrico más complejo que existe sobre el planeta (ya que, por lo que sabemos, es la estructura químico-eléctrica más desarrollada en los seres vivos y funciona con impulsos eléctricos), por lo tanto la cercanía con La Tripa puede llevar a efectos muy interesantes para que aproveche el autor. Los efectos interesantes, para mí, también son de libre desarrollo.

En mi historia, el protagonista vive en un camión abandonado, que no funciona (nada que ver con Moyano, eh), y sin embargo es el viajero más grande que se conoce en ese universo. Suena paradójico, pero es una consecuencia del Universo en que está. Él ha visto prácticamente todo, solamente por el hecho de no moverse: los territorios pasan por delante de él, por decirlo de alguna manera. A la mañana puede hallarse en el mismo lugar que a la noche, o despertarse en otro totalmente diferente. Su deseo es estar alguna vez cerca de la Tripa, pero esto, cuando comienza la historia, luego de media vida del personaje, no se ha cumplido. Cuando conoce a una mujer muy especial, se enamoran, pero tienen una enorme dificultad para concretar ese amor a causa de cierta circunstancia tecnológica que se describe en la historia (no la relataré aquí). Entonces el deseo de ambos —las emisones eléctricas de sus cerebros— se unen en un mismo sentido, y entonces se encuentran de repente junto a la Tripa. Allí son absorbidos por ella, y al parecer —nada concreto se sabe sobre esto, es una leyenda— se concreta su amor y se crea una Leyenda.

Creo que es un universo interesante para encarar.

Alguna vez lo propuse y creo que en algún lugar tengo una guía que escribí para un autor muy importante que estaba interesado en escribir algo en él, aunque nunca se dio.

AXXÓN: Pasame la guía a mí, Edu, no te voy a defraudar, je. Ahora en serio, vos sos un tipo muy observador y sensible y que encuentra detalles que a otros se les escapan. Es probable que al ver a una persona puedas imaginarte muchas cosas sobre ella. ¿Sería así como empezás a crear tus personajes?

EC: De hecho, un psiquiatra acaba de decirme que muchos de mis problemas provienen de mi elevada percepción y sensibilidad en la interacción con otras personas. Y que si no la tuviese, sería mucho más feliz. No sé. Seguramente tiene razón y seguramente tengas razón en tu pregunta. La percepción que tenemos del mundo se refleja en lo que escribimos, y como cada percepción es diferente, aún con la misma receta hacemos diferentes guisos. No sé si tendría sentido la literatura, incluso todo el arte, en un mundo con miles de millones de personas con la misma manera de percibir las cosas.

AXXÓN: Una cualidad de tus cuentos es que tratan sobre qué significa ser humano en situaciones que son límite. ¿Por qué no podés escribir simplemente anécdotas triviales?

EC: Vaya a saber. Seguro que porque el primer lector que tiene un escritor es él mismo. Quizás las anécdotas triviales no me atraen, si bien he leído grandes libros que se basan en anécdotas que, a simple vista, podrían llamarse triviales, como Luz de Agosto, de William Faulkner, y los disfruté mucho. Es posible que para escribir buenos libros sobre anécdotas triviales haya que ser un GRAN escritor. De alguna manera -sólo que introduciendo el elemento fantástico que es como la pimienta, o el curry, en una comida-, es lo que hace Stephen King. Yo, sinceramente, no me canso de leer sus centenares de páginas sobre la vida de sus personajes, previa y contemporánea con los sucesos. Debe ser como el atractivo que tiene las «chusmas» de barrio cuando espían por sus ventanas…

AXXÓN: ¿Qué relación hay entre la ciencia ficción, la entomología y la robótica?

EC: Las tres cosas tratan sobre cosas raras, complejas, impredecibles y llenas de sorpresas… Je, je.

AXXÓN: ¿Pensás que en un futuro remoto el planeta será de los insectos? ¿La evolución al final les pondrá un endoesqueleto?

EC: Plantas, insectos y microorganismos. Los insectos necesitan de las plantas y las plantas de los microorganismos y los insectos, así que sería un planeta de las plantas, los insectos y los microorganismos. No; para mí no cambiarían. Si cambiaran, ya serían otra cosa, y sin duda sus nichos ecológicos serían cubiertos por algo muy similar a los insectos. Una de las cosas que tiene esta clase (Insecta es una clase en taxonomía) es que sus miembros cubren TODOS los nichos ecológicos posibles y comen TODAS las materias asimilables por la biología que conocemos. Para hacer esto deben ser, como son hoy, prolíficos, por lo tanto pequeños; resistentes, por lo tanto acorazados; y adaptables, por lo tanto, de vidas cortas. De este modo se autorregulan: si comen demasiado de lo que comen, sobreviven menos y nacen menos. Con vidas más largas, en un período favorable, podrían terminar con una especie vegetal y acabar con ellos mismos. Y así sucesivamente. Un mundo con sólo insectos y plantas se equilibraría ecológicamente y con el tiempo aparecerían otras «cosas» que cubrirían nichos superiores, sin duda. En miles de millones de años, claro, y si las condiciones geofísicas lo permiten. Ya han hecho algunos documentales sobre el tema, aunque se los ve más de ciencia ficción que lo que escribimos para nuestras revistas y libros. Aunque tiene base científica estricta. Y mucha imaginación.

AXXÓN: Yo voy a lo siguiente, Edu: un escritor que quiere escribir sobre una civilización de insectos inteligentes (¿o tendríamos que hablar de conciencia de sí?), ¿qué debería tomar en cuenta? Porque lo que vi en esa película que trataba sobre la invasión a Klendatu me entretuvo, pero a sabiendas de la imposibilidad cierta de esos insectos enormes con exoesqueleto.

EC: Que estudie cómo funciona una colmena de hormigas o avispas. Hay MUCHO para leer. Las abejas no, porque debido al domesticamiento son demasiado buenas, en general. La forma de organización de estas sociedades, su estilo de movimientos, sus sistemas de comunicación, sus métodos defensivos y de ataque, la manera de marcar sus caminos, la existencia de esclavismo, castigos, castas, especializaciones, el que almacenen alimento para épocas malas, que se aprovechen —en guerras relámpago— de los recursos de otras colmenas, que sigan existiendo luego de centenares de millones de años, que construyan sus «edificios» con enorme precisión, indica un tipo de «inteligencia». No será como la nuestra, pero no hay duda que organización, más previsión, más comunicación, más método, etc., ES inteligencia. Habría que ver qué presión del entorno los llevaría a tener un cambio en su inteligencia y cuánto tiempo llevaría este cambio.

AXXÓN: Antes hablaste que fuiste disk-jockey, ¿qué onda? ¿Te quedó algo de aquella época?


Eduardo a los 18, en la playa

EC: Me quedaron muchos recuerdos, aprendizajes, casi cuatro años de noviazgo que podría haber terminado en casamiento pero terminó la relación. Enormidad de anécdotas, comunes y raras. Grupos musicales favoritos, muchos discos de vinilo en una estantería en casa, aunque no todos. Una bandeja profesional Garrard y enormes ganas de encontrar fotografías de esa época, porque no tengo ninguna. Ni una. Hoy, que todo queda registrado, suena raro. Pero no era común fotografiarse seguido por aquella época (recordá que los flash eran cubos con cuatro bulbos que se quemaban), y a mí nunca se me ocurrió sacar una secuencia para tener de recuerdo. En esos tiempos, y en el lugar donde yo trabajé más tiempo, llamado «Jaripeo», y ubicado en la plaza San Martín de Ituzaingó, frente al Cine Gran Ituzaingó (ahora Centro Cultural) con la plaza de por medio, se hacían fiestas de cumpleaños los jueves y viernes, y obviamente, en esas fiestas sí sacaban fotografías. He estado rastreando, para tener algunas imágenes de la época que me refresquen las caras de los clientes, amigos, compañeros de trabajo, las vestimentas, y la decoración del sitio, que era hermosa, pero hasta ahora, a pesar de algunas promesas, no tuve suerte. También trabajé en otros lugares de disk-jockey, antes y después de esa época. En total, todo esto fue desde que yo tenía trece años (1964, en un club llamado Gimnasia y Esgrima de Ituzaingó, o GEI), desde más o menos los diecisiete a los veinticuatro en Jaripeo, luego unos meses en un lugar en José C. Paz cuyo nombre no recuerdo (del mismo dueño de Jaripeo), luego en un lugar frente a la Plaza 20 de Febrero de Ituzaingó, ubicado arriba de un Hotty´s muy famoso y concurrido y de los mismos dueños, creo (tampoco recuerdo el nombre de la parte de baile), y finalmente en el Club Atlético Ituzaingó (CAI). Dejé de pasar música cuando me casé, en febrero de 1979, y tuve la mala idea de dejar el enorme capital en discos en manos de un «amigo», que me devolvió sólo una parte. Como éramos dos socios, cuando recuperamos luego de varios intentos esos discos de manos de nuestro «amigo» repartimos los discos sobrevivientes de este «tesoro», así que a mí me queda sólo una parte de la mesa lateral de dos o tres metros de LPs y muchas cajas de discos simples (los pequeños).

La actividad me dejó una visión de la época que, obviamente, no es del mismo color que la de otras personas, y que daría para un libro interesante, si tuviese ganas de escribirlo, pero no tengo…

AXXÓN: Che, así, entre nos, ¿cuál fue el tema más caliente que te tocó pasar?

EC: ¿Tema musical? Je t’aime… Moi non plus, Jane Birkin (Yo te amo, yo tampoco) está hecho definitivamente como tema caliente, con orgasmos y todo, y en francés.

Pero a mí me gustan mucho para bailar apretado y para la cama temas con guitarra punteada y aguda, tipo blues de B. B. King. Por ejemplo, Desde que te estoy amando, Led Zeppelin, y Bola y cadenas, de Janis Joplin con Big Brother and The Holding Company (el grupo original de Janis, que eran tan locos como ella; luego de «enchufaron» uno blandengue que nunca me gustó).

AXXÓN: Bueno, creo que hicimos un gran recorrido por tu vida (de la parte que se puede contar, je). Son tuyas las últimas palabras en este texto. A mí sólo me resta confesar que esta entrevista fue más que apasionante. Un abrazo enorme, Eduardo, y muchas gracias por todo lo que le brindás a la ciencia ficción. Me hago uno con lo que dice en el inicio de cada revista Axxón: «Más de veinte años abriendo puertas».

EC: Bueno, son la 1:20 horas del sábado 7 de enero de 2012. Mi mujer comienza las vacaciones y ya está en la cama, durmiendo o mirando TV mientras me espera. ¿No es un pecado? Así que mis últimas palabras para este texto son: «Allá voy». No creas que son inadecuadas…

Más o menos resumen la historia de mi vida…


Axxón 226 – enero de 2012