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Homenaje a El Eternauta

 

Primero fue el erotismo: Si alguien al desgaire me preguntara qué me impresiona del maestro FSL diría que sus mujeres. Esas hembras terrenales, muy latinas, donde la opulencia manifiesta no desborda la estética y del cruce entre las curvas audaces y la solidez de las carnes emana un aroma sensual que se queda prendido en la membrana pituitaria y cuyas imágenes danzan incansables en mi retina: las tetamentas voluminosas y con pezones incandescentes, las pegajosas vaginas voraginosas de labios henchidos y brillantes, auténtico remolino concitador de pistoneo; impresionantes nalgatorios con potentes muslos en consonancia, dibujados con precisión de líneas y exactitud de contorno, pocos gramos más los convertirían en pesados, perderían esa esfericidad lúbrica que los baña y tornarían vulgares a las viñetas de alta densidad erótica; espléndidos anos domesticables con el empeño y que van cediendo ante cualesquier verga monstruosa para adoptar la forma del pene introducido y quedar como un agujero de borde irregular que palpita en tonos de la gama del rojo: aquí rememoro ese coito anal del sexto tomo de Young Witches ejecutado con maestría por Lilian y Clayton, acariciando, humedeciendo, dilatando y por fin insertando en medio de gemidos, pedidos, e inflamadas loas al aro mágico que flexible traga y expulsa para volver a componer una y otra vez la melodía jadeante del placer.

Pero en un segundo momento reflexivo y cercano al género de nuestros amores, pienso también en el futuro aplicado a la nación que, convertido en una de las preocupaciones de la dupla Oesterheld – Solano López, plasmó una rutilante leyenda en la que Juan Salvo se transmuta, por obra y gracia del poder del noveno arte, en símbolo de argentinidad. No habrá otra obra como «El Eternauta», está simultáneamente viajando con nosotros y transformándose en nuevas versiones y, a su vez, conservada en el ámbar de la historia, con esos tics que la enriquecen y la abren a multitud de interpretaciones y despliegues. Insistir en su significado es reiterar lo ya vivido, quedémonos con el sabor inspirador del mito e incluyamos otras temáticas del autor.

La recreación de clásicos en clave de ciencia ficción: como ocurre con Slot-Barr. El nombre del héroe apenas disfraza a los autores (Ricardo Barreiro es el artífice del texto) y se convierte en una extensión gráfica de la dupla creadora que realiza las maravillosas y en ocasiones sicalípticas aventuras espaciales. Slot-Barr pasa de lumpen proletario a convivir con Lim, el simbionte alienígena que le trasmite funciones y pensamientos, los que le permiten arrostrar las peripecias que atraviesa mientras viaja por la Confederación del Núcleo. El inicio con la presentación del personaje le debe mucho a Alfred Bester y «Tigre, Tigre» y a una versión amable de «Amos de Títeres» (Robert Heinlein) o de «Barrera Siniestra», de Eric Frank Rusell. A pesar de o gracias a que la psicoterapeuta es la cereza del postre, se traza otra ruta para demostrar que uno puede aproximarse a un cuento clásico para homenajearlo pero otorgándole otro sentido al avanzar en el tratamiento de su contenido («Hom», de Carlos Giménez, retomará esa derrotero basándose en «El lento atardecer de la Tierra», de Brian Aldiss).

Como puede observarse, el cúmulo de referencias podría extenderse, pero coloco un par de ejemplos adicionales para redondear la idea: la Reina Vampira de Prócer se acerca más a las versiones cinematográficas, pero no deja de enlazarse con el irónico planteamiento de Damon Knight en «Servir al hombre»; Astra-Kill es una recreación de «Moby Dick» de Herman Melville bastante lograda y que de inmediato lleva recordar a Philip José Farmer en «Las ballenas volantes de Ismael»; culmino el recuento con «Un planeta llamado Rebelión» donde se entrelazan Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth con la noción de «campbellización» («Mercaderes del Espacio» ) para convertir en dependientes a las personas, pero en un marco de reclutar soldados para que peleen por el imperio al estilo de «Bill, Héroe Galáctico» de Joe Haldeman. La riqueza de tópicos es enorme, tratados de manera adecuada se convierte en un placer seguir los sucesos, con frecuencia de mucho riesgo o de connotación sexual, por los que deriva Slot-Barr.

La Near SF (ciencia-ficción cercana, en este caso con doble sentido) es asimismo frecuente: releer La Última Batalla (con guión de Alfredo Grassi) en el marco de la fenecida Guerra Fría a lustros de diferencia, no aminora su impacto. Plena de dinamismo, los movimientos del comando de abordaje semejan los de una danza letal, los corpulentos submarinistas ataviados de negro devienen en solemnes asesinos y el final trepidante que se nos queda prendido en la memoria, a tal grado que cuando comentamos «historieta argentina» basta decir «la del submarino» para que sepamos que estamos conectados con ese recuerdo trágico.

CF Erótica: Las libidinosas sagas cósmicas de Peter Kock (otro nombre para Slot-Barr en Ediciones Eros, quizás por problemas de derechos, también con guión de Ricardo Barreiro) y donde destacan no sólo las escenas lésbicas del Tomo 1, página 8, sino la planificación de las escenas de combate en el Tomo 2, página 16; la muerte del monstruoso gusano del Tomo 6, página 19; la agresiva seducción de la androide en el ómnibus del Tomo 4, página 16; la resurrección y desintegración de la criogenizada que despierta entre las páginas 13 a 16 del Tomo 3; la dinámica resolución de la emboscada en las ruinas del Tomo 5, página 15, y el regusto a nostalgia que impregna el relato, quizás indique por qué se denomina Del otoño e Isadora y culmina con un tomo de Pablo Neruda.

Amplío para recomendar las divertidas anécdotas mudas de Sexy Symphonies & Silly Symphony, que con ambos nombres las he tropezado en mis singladuras por la red; además, las sextraordinarias aventuras (con guión de Pol) de Young Witches, protagonizadas por Agatha y Lilian (en particular «El Instituto» y «El Prostíbulo del Terror» ), con una galería de personajes donde se codean Sherlock Holmes, los doctores Watson y Sigmund Freud, Dorian Gray y hasta las diosas Ishtar, Shiva y Kali, para alcanzar un alto voltaje carnal con diversas perversiones y voluptuosidades tántricas, que van desde la zoofilia hasta la administración de enemas con drogas que enajenan la voluntad, y eso ocurre mientras se dan una vuelta por Egipto, Carolina del Sur y Tíbet. Como comprobarán, no hay desperdicio y uno termina con un interrogante rondándole la cabeza: ¿Estará la inocencia reñida con cualquiera de las peripecias narradas… acaso existirá?

CF Surrealista: con esos vericuetos fantásticos que aportan con exquisito tacto los guionistas argentinos, FSL se encarna en Ministerio, donde lo acompaña su compañero de muchas historietas, Ricardo Barreiro, convirtiéndose en una magnífica expresión de esa otra tendencia frecuente en estos autores: una pesadilla lúcida que crea su propia coherencia mientras desenrolla absurdos acontecimientos que parecen extraídos de Franz Kafka, repletos de peligros, emociones, combates, amoríos y, sobre todo, acción a raudales. Aventura pura y dura, remeda en cierta forma las peripecias acaecidas en las arcologías propuestas por Robert Silverberg en la «La Torre de Cristal» o en «Bestias», de John Crowley.

 

A su vez, agrego en el listado de obras a releer la excelente «Águila Negra» (con guiones de Eugenio Zappietro, que firmaba como Ray Collins) que recorre, con sentido trágico, aliento épico y ritmo trepidante, la Segunda Guerra Mundial en el continente europeo. En ocasiones, la emoción se me ha anudado a la garganta con estas breves pero potentes incursiones en personajes bélicos o civiles que nos muestran los costados de la guerra como el cómic suele mostrarlos: intensos y sintéticos, pero sin despojarlos de su multidimensionalidad.

Una sorpresa la constituyó la biografía de Pablo Escobar denominada «El Día del Juicio», realizada con rigurosidad y expresivos dibujos, también en colaboración con Ricardo Barreiro.

No he querido revisar «Ana» (con guión del hijo de Francisco, Gabriel Solano): la emoción me embargó al leerla y para estas pocas frases de homenaje respetuoso basta con señalar que este otro aspecto del polifacético FSL, el de luchador social que en ocasiones se extravía entre colosales posaderas y glándulas mamarias exuberantes, es auténtico y tanto lo caracterizó que sufrió por ello la persecución política de la tiranía militar de Jorge Rafael Videla y sus secuaces.

 

 

Sociólogo (no fundamentalista) de profesión; funge esporádicamente como un escritor de textos de ciencia ficción (relatos, artículos, comentarios), nacido en Colombia pero residente en Perú. Ha sido Consultor de Concytec (Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica, del MINEDU (Ministerio de Educación) y de otras instituciones estales y privadas; atravesado por un anhelo transdisciplinar, se dedica con pasión a la búsqueda del conocimiento y la investigación permeada por lo humano e invadida por la vida. Ha fatigado claustros universitarios, selvas y ecosistemas diversos, periódicos, ONG’s, cineclubes, sindicatos e institutos de investigación, participando, aprendiendo y enseñando, mientras esgrime apotegmas como: «la pasión es la puerta de entrada a la razón», o «lo único que los cartageneros nos tomamos en serio es la alegría».

Hemos publicado en Axxón: LA METAMORFA, NUEVA DIMENSIÓN: Un pequeño homenaje y ¿ENCUENTRO…?.



Axxón 247 – octubre de 2013

Artículo de autor latinoamericano (Artículo : Historieta : Autores, Ilustradores : Colombia : Colombiano).