Revista Axxón » Archive for Entrevista - página 6

¡ME GUSTA
AXXÓN!
  
 

Posts Tagged “Entrevista”

ARGENTINA

 

Santiago Oviedo (foto: Omar Munarriz)
Santiago Oviedo
(foto: Omar Munarriz)

Santiago Oviedo es argentino, escritor y creador de «NM«, revista dedicada a la difusión de la literatura fantástica, de terror y de ciencia ficción. Con treinta años de participación en los círculos dedicados al género, supo retomar y continuar con profesionalismo y un estilo propio el camino de «Nuevomundo», una de las revistas que nacieron en Argentina con la vuelta de la democracia.

 

 

 

¿Por qué «NM»?

 

Santiago Oviedo: ¿Por qué el nombre? Hay que retroceder a lo que podría llamarse la «movida de los ochenta». Con la euforia del retorno de la democracia, cuando se pensaba en un futuro luminoso, había gran actividad en todos los ámbitos culturales. A partir de la Guerra de Malvinas, por ejemplo, el rock en español había ganado espacio en los medios de difusión, si bien no era un fenómeno nuevo. Ya desde Los Gatos se había empezado a componer en idioma local, pero sólo a partir de aquel hecho la industria y el comercio comenzaron a prestarle atención.

En el campo literario, la aparición de la mítica revista «El Péndulo» dio pie a que los aficionados a la ciencia ficción se encontraran en lo que luego se conoció como Círculo Argentino de Ciencia Ficción y Fantasía (CACyF), que se transformó en un espacio que no sólo los aglutinaba, sino que favoreció el surgimiento de un número variable de revistas de aficionados.

Así, en la segunda mitad de 1983, el abogado Daniel M. A. Croci (conocido como Daniel Barbieri, en su faceta de escritor) lanzó «Nuevomundo», una publicación dirigida a la difusión de material de ciencia ficción, terror y fantasía escrita originalmente en español. Su premisa inicial fue la de no publicar material traducido, en el convencimiento de que los autores de otras lenguas ya tenían canales de distribución bastante amplios y que era necesario dar prioridad a los creadores vernáculos. En cierta forma, mostrar que se podía escribir ciencia ficción en castellano tan buena como la anglosajona.

Su intención inicial fue que la revista se llamara «Nuevo Mundo», en alusión directa al continente americano —contodo su cúmulo de historia, leyendas y tradiciones—,pero una galería comercial ya había inscripto el nombre en casi todas las categorías del registro de marcas, por lo que optó por apelar al neologismo integrado en una sola palabra.

Ahora bien, a Croci le gustaba principalmente la ciencia ficción clásica («campbelliana», si se quiere), en momentos en los que el furor era la literatura introspectiva o especulativa y ya se sabe que en casi todos los ámbitos es fácil el maniqueísmo (realistas o patriotas; unitarios o federales; peronistas o antiperonistas; Boca o River; Racing o Independiente; Central o Newell’s; Florida o Boedo; CF dura o CF blanda; «vieja ola» o «nueva ola» ). Por ende —loque ahora resulta risible—,no era de extrañar que los críticos de «Nuevomundo» (o de Croci) le endilgaran un nacionalismo ultramontano o le adjudicaran la contradicción de remedar en su nombre a la «New Worlds» de Moorcock. Porque, en definitiva, lo realmente importante es todo el material publicado, hasta 1991, en sus dieciséis números. Algunos de sus autores continuaron creando y otros no, pero todos tuvieron la oportunidad de llegar a algún lector.

En 1984 me acerqué al CACyF y me recomendaron que, por mis gustos literarios, me contactara con los responsables de «Nuevomundo» para intentar colocar mis colaboraciones. Ése fue el inicio de una paulatina inserción en el equipo de redacción de la revista, dirigida inicialmente por Croci y luego manejada por un colectivo, hasta que en los últimos números el cargo de director recayó en mí. En las reuniones de redacción y en los editoriales nos referíamos a la revista, generalmente, como «NM». Así que, cuando decidí lanzar una publicación propia, opté por ese nombre, como homenaje a aquel querido fanzine y a su director, un amigo fallecido a muy temprana edad.

¿Por qué la revista? Desde 1992 a 2004 me alejé del mundo de la ciencia ficción y me dediqué a estudiar las leyendas célticas y a traducir historias irlandesas antiguas que no estaban publicadas en español. En ese último año falleció Croci, cuando estábamos con ganas de volver a escribir algo, y se lo comuniqué a antiguos conocidos comunes. Así me encontré con que se estaba generando una nueva etapa con nuevos autores y muchos de los anteriores. En un primer momento estuve tentado de colaborar con «Axxón», pero me pareció que el cúmulo de material que se estaba generando era demasiado para una sola publicación, así que sin darme cuenta fue surgiendo la idea de fundar una nueva revista. A partir de ahí, resultó lógico retomar la posta de «Nuevomundo». No obstante, pese a que fui su último director, consideré excesivo emplear el nombre que había creado Croci y opté por el que usábamos en la «cocina» de la revista, como un homenaje permanente a su proyecto. Por cierto, cuando la gente se refiere a «NM» suele llamarla «Nuevomundo», así que el objetivo de recordarla me parece cumplido.

Al mismo tiempo, me llena de satisfacción haber podido duplicar la cantidad de números de mi antecesora en el mismo lapso de existencia y trato de elevar continuamente el nivel de exigencia de calidad del material, tratando de lograr alcanzar el objetivo de Daniel, que era trascender de nuestro entorno hasta alcanzar un reconocimiento general.

 

 

AXXÓN: ¿En algún punto tienen algo en común «Axxón» y «NM»?

 

SO: Ambas publican, en general, el mismo tipo de material y su objetivo básico es difundirlo, las dos trabajan con los autores para lograr un grado de calidad parejo y tanto una como la otra son gratuitas. A partir de ahí, los criterios divergen. A diferencia de «Axxón», «NM» no publica traducciones, está diseñada para soporte papel y en el momento de su lanzamiento, cada tres meses estrictos, el número ya está completo y cerrado.

 

 

AXXÓN: Si bien hay temas universales, que atañen por igual a sociedades que en apariencia no deberían coincidir, ¿notás algún cambio temático? ¿Algún enfoque diferente de aquel remoto 1983?

 

SO: Acaso en aquellos años todos querían conseguir la Gran Obra o llegar a escribir como tal o cual otro autor. Era algo lógico en momentos refundacionales. Con el paso del tiempo, la gran mayoría de los creadores fue evolucionando, encontrando sus propias palabras y desarrollando sus propios mundos, con lo que las historias acaso se ocupen más de cosas más íntimas, pero por eso mismo más cercanas a lo universal. Ya no importa tanto un Imperio Galáctico y su historia, sino acaso la cotidianidad de uno de sus integrantes.

Es cierto que quizá muchos escritores prometedores quedaron por el camino, como consecuencia de las exigencias de la vida. En la gran mayoría de los casos, hacemos lo que hacemos por gusto, porque para la corriente principal y las empresas editoriales apenas somos «esos loquitos de la ciencia ficción», con un muy pequeño margen de retorno, y hay que cubrir las exigencias de la vida, como los impuestos y la comida sobre la mesa, con actividades que le restan tiempo a la creación. Si eso es así ahora, antes era aún peor, porque actualmente los avances técnicos facilitan la tarea de edición y hay un número mayor de pequeñas editoriales independientes que se animan a producir libros más atípicos, asumiendo el riesgo comercial, o no cobrándole una exorbitancia al autor por la publicación.

 

 

AXXÓN: ¿El Fantástico es abarcativo de la CF, es al revés o no deben tener ni tienen puntos de contacto?

 

SO: El rótulo español de «ciencia ficción», como se escribió más de una vez, es una mala traducción de la science fiction estadounidense. El debate de si sería más correcto hablar de «ficción científica», acudir al neologismo «fantaciencia» y todo lo demás no pasa de ser una discusión bizantina. Fue una denominación útil para libreros y editores de revistas en un momento determinado y en una situación determinada. En los Estados Unidos de la Depresión y la posguerra sirvió para despertar el interés por la tecnología en un período en el que se buscaba lograr un desarrollo económico impulsado por una industria que superara los esquemas de producción anteriores por medio de nuevos mecanismos científicos.

En la actualidad, en una sociedad globalizada, sería absurdo sostener que gracias a la ciencia ficción vayamos a hacer que las futuras generaciones de nuestros países gesten un despertar tecnológico e industrial que reproduzca al de las naciones más desarrolladas. Hoy tenemos todo eso a nuestro alrededor. En los teléfonos celulares, en las consolas de videojuegos, en más de un proceso médico, en los cajeros automáticos y todo lo demás. De ese modo, la CF se ha vuelto más una etiqueta que nos encierra en un gueto que en otra cosa. Nos ayuda para identificarnos rápidamente con otros aficionados, al mismo tiempo que nos excluye de aquellos que la identifican como algo poco serio. Siempre nos quejamos de eso, pero me parece que al mismo tiempo nos gusta.

Ahora bien, acudiendo al método de Linneo, puede decirse a priori que la literatura puede ser pura (en sentido objetivo —como una descripción de la ley de gravedad— o subjetivo —como una interpretación de la historia—) o de ficción. A esta última se la podría dividir en realista (como una novela policial en sentido estricto) o fantástica (como una fábula con seres sobrenaturales). A la última categoría se la pondría integrada por lo que Tzvetan Todorov calificaba como «lo extraño», «lo maravilloso» o «lo insólito», que produce vacilación en el lector, a la vez no merece ser leído de manera alegórica ni poética. Eso «maravilloso» abarca, en tal sentido, lo desconocido (lo que está por venir o lo que es ajeno a una experiencia previa).

Por eso «NM» en su tapa se presenta como una revista de terror, fantasía y ciencia ficción, pero en su interior aclara que contiene «la nueva literatura fantástica hispanoamericana» (en realidad, habría que decir panhispánica), en un pie de igualdad con muchas cosas de Borges, García Márquez, Bodoc, Cortázar, Castillo y tantos otros, sin nada que envidiarle a Poe, Brin, Cordwainer Smith, Dick y todos los demás. Por supuesto, tanto en lo mejor como en lo peor. Porque, por suerte, hay de todo y para todos los gustos.

 

 

AXXÓN: ¿Star War es CF?

 

SO: ¿Blade runner es un policial negro? ¿Alien es terror gótico? No cabe descalificarla como CF porque dentro del género, subgénero o como se lo quiera llamar también está lo que se conoce como space opera y la saga encuadra perfectamente en ese concepto. A uno le puede gustar o no, pero no puede negarse que tiene una estructura basada en arquetipos o clisés (según cómo se la quiera juzgar) que la hacen entretenida. Es una obra eminentemente comercial, sin pretensiones metafísicas, aunque toda la filosofía Jedi que la impregna tenga esa aura zen de segunda mano que parece extraída del hippismo y la psicodelia de los setenta.

El problema que tienen las películas de la serie es que siguen siendo uno de los motivos por los que el común de la gente no deja de pensar que la ciencia ficción es eso. Si se le suma que, incluso en nuestro ámbito, para muchos la CF es sólo la estadounidense de la Edad de Oro y que después ya no se escribió nada más, o que en la Argentina lo único que hubo fue El Eternauta, es fácil darse cuenta de por qué terminamos teniendo una difusión muy limitada.

Por eso no tiene mucho sentido decir que ya no se hace CF como antes o como en otros lados que se toman como ejemplo. Tenemos que pensar que estamos generando expresiones artísticas a secas y que no se trata de nuevas o viejas olas, sino de buscar manifestaciones que perduren y que sirvan de base para nuevas cosas, auténticas y propias. En suma, tenemos que enfocarnos en que nuestro objetivo tiene que ser crear (o re-crear) obras de arte permanente.

 

 

AXXÓN: ¿Qué distancia hay entre Ajolote y Marina del silencio?

 

SO: Marina del silencio está construida sobre la estructura del Ragnarök. Tiene un trasfondo épico donde aparecen avatares de Odín y su hijo Baldr, rodeados por escenas surrealistas de historias medievales irlandesas, en el paisaje de un malogrado balneario de la costa atlántica bonaerense, con una atmósfera de realismo mágico (¿o magismo realista?), presenciada por un escritor que remeda lejanamente a Hemingway, con toques de Boogie el Aceitoso. Fue naciendo como un divertimento hasta convertirse en una suerte de poema en prosa, con una tensión subterránea que no cede ni siquiera con la serpiente marina que agita las olas ni el lobo que aúlla en la tormenta del final. Es la descripción de un cataclismo inconcluso, si se quiere, con todas las preguntas existenciales irresolutas.

Poco más de diez años después, Ajolote se presenta luego de una catástrofe en la que la rutina trata de pervivir, pese a la decadencia o en función de ella. Lo épico ha desaparecido, pese a que sigue la magia por medio de los conjuros que usa el mago cibernético para luchar contra lo masificante de la sociedad. El entorno es perfectamente reconocible como el de nuestro presente. La soledad y la multitud vacía son una constante en la que el individuo busca existir y hallar un refugio cotidiano, en un universo que no le pertenece, y el testigo omnisciente (o casi) ni siquiera es humano. En el final, otro desastre deja las preguntas inconclusas, pero la actitud del protagonista es emboscarse para vivir libremente.

Como nexo, en ambas historias, de una u otra forma, aparece una anciana sarmentosa, que hace sin hacer. Acaso la muerte. O apenas la vida.

Eso desde el punto de vista argumental. En lo personal, el segundo me permitió ver que, si lo quería, podía escribir un cuento tan bueno como el primero, que en algún momento me hizo temer que nunca lo superaría.

 

 

AXXÓN: ¿El Editor le ganó al Escritor?

 

SO: Se podría decir que sí. «NM» nació siendo semestral, por la necesidad de reunir material para los números subsiguientes. Por fortuna para la revista (o por desgracia para mí, como escritor), la cantidad de colaboradores aumentó exponencialmente desde el inicio del proyecto y luego del segundo número la periodicidad pasó a ser trimestral. El criterio de la revista no es publicar cualquier cosa para rellenar espacios, sino ir aumentando cada vez más el nivel de exigencia para los autores; ir «subiendo la vara».

Hay que tener en cuenta que el equipo de la revista es unipersonal. Durante mucho tiempo Bárbara Din, aparte de rediseñar el isotipo de «NM», se encargó del diseño de tapa, pero en la revista se trabaja ad honórem y ella también tiene sus necesidades que cubrir, así que en determinado momento tuve que liberarla de esa responsabilidad (quienes me conocen saben que no es ningún secreto que me gustaría poder gratificarle sus servicios para que lo siguiera haciendo, del mismo modo que me gustaría que los autores tuvieran un reconocimiento, aunque más no fuera simbólico —nohablemos de un pancho y una gaseosa; quizá apenas un café—) y debí volver a hacerme cargo de la parte gráfica. Gracias a Dios, Cristina Chiesa —miesposa—me ayuda con la corrección y más de una vez conversamos acerca de cómo trabajar con algún colaborador un texto que merece algo más de trabajo para sacar a la luz todo su potencial. Gabriel Pereira Spurr, un músico amigo, se encarga de un proyecto para musicalizar a la publicación en un experimento multimedia. A su vez, actualmente el Programa IA (Impresor Autorizado) permite que la revista pueda aparecer en formato papel, sin tener que ocuparme de todas las cuestiones relativas a la impresión. Pero, en definitiva, el trabajo que resta para conseguir un número representativo de «NM» es lo suficientemente demandante como para no permitirme seguir despuntando el vicio de escribir, más allá del borroneo del editorial de cada número.

 

 

AXXÓN: ¿Todo buen editor tiene (o tuvo que tener) aspiraciones de escritor?

 

SO: No necesariamente. Depende de cuál sea el objetivo. A veces un buen editor es antes que nada un buen comerciante. A veces es un buen organizador, que puede trabajar apropiadamente con un buen encargado de ventas y un responsable de redacción. A veces es apenas un inconsciente al que las cosas le salen bien y desperdicia su suerte en eso, antes que en acertar en los números del Quini.

 

 

AXXÓN: Disculpame por la pregunta un tanto intimista: ¿Qué tema te da gozo publicar? ¿Por qué? No vale decir «cualquiera que esté bien escrito».

 

SO: Un cuento «enemita» típico suele tener unas seis mil palabras. Al estar diagramada para soporte papel, la revista puede darse el lujo de volcarse a textos más extensos, que en una lectura en pantalla directamente de la Red tiende a hacerse farragosa. Incluso la versión página a página, por estar en un PDF, permite retomar la lectura en el punto en el que se la dejó. Esa extensión es la que más me gusta cuando escribo. Siento que permite expresar más cosas, antes que centrarse en un único suceso. Los veo como «mininovelas», si se quiere, y es el tipo de textos que me gusta leer. Como dije, en Internet lo extenso se hace tedioso (por lo menos para mí) y pienso que eso determinó el auge de los microrrelatos. Algunos son muy buenos, es cierto, y cuando son malos lo son en serio. Pero las más de las veces no puedo verlos sino como un exigente ejercicio de taller literario.

En cuanto al contenido, me gusta que la historia esté escrita desde nuestro punto de vista. Cuando el personaje es un neoyorkino rubio y la acción tiene lugar en la Gran Manzana, me genera algo de prevención. Quiero historias en las que aparezcan nuestros usos y costumbres, que para pintar el mundo pinten primero nuestra aldea. Que nuestros mitos y leyendas y la de los que nos precedieron (así estuvieran recorriendo una pampa inculta o bajaran de los barcos) se fusionen en esa literatura que nos gusta leer. Volviendo a la imagen que usé antes, me gusta el rock en inglés, pero cuando lo hago yo, que sea en español. Con los covers sólo pueden sobresalir una o dos bandas tributo.

 

 

AXXÓN: Veamos varias cosas. Me acuerdo que hace unos años una revista digital hispana lanzaba una consigna: escribir cuentos como en la «época de oro» de la CF. La consigna servía para realizar un número dedicado a esos cuentos. En un apartado advertía que se le daría prioridad a los ambientados en New York, Los Angeles, Chicago o Londres. Por otro lado, leo lo producido en hispanoamérica y me encuentro con que la gran mayoría basan sus cuentos en trolls, orcos, elfos y toda criatura (inventada o no) de Europa. Salvo raras excepciones, nadie escribe (me incluyo) sobre la Pacha Mama, Quetzacóatl o Wiracocha (es más, el Word me los marca como errores, y no me marca como tales a los orcos y elfos). ¿Alguna vez vamos a dejar de tenerla adentro?

 

SO: «Nuevomundo» siempre trató de cambiar eso y «NM» sigue haciendo lo mismo. Las dos publicaron más de un cuento así y, por suerte, hay autores que fueron entendiendo la idea (o, acaso, simplemente sintieron la necesidad de hacerlo) y varias revistas les van dando espacio. De hecho, uno de los trabajos de edición de «NM» consiste en alentar a los autores para que escriban desde su lugar y no caigan en aquella secuencia de una película de los X-Men, en la que Villa Gesell ostenta un maravilloso paisaje andino patagónico.

En tal sentido, hubo en la revista un hermoso cuento de terror que inicialmente era protagonizado por un antropólogo inglés. Cuando finalmente se lo publicó, el personaje ya era español y el relator se lució describiendo el paisaje catalán, en tanto que cuando presentaba la campiña inglesa recurría a lugares comunes. En otro caso, algo similar le ocurrió a una escritora uruguaya, que me comentó que a sus connacionales les suelen chocar las historias con sabor local.

Así que el cambio se va a dar sólo cuando cambie la mentalidad de escritores, editores y lectores. En tal sentido, el más claro aporte de «NM» es buscar la ruptura de ese pensamiento colonial. Tenemos mucho para decir con nuestras propias voces y seguramente no va a ser lo mismo que lo que dice el Imperio. Pero es igual de digno y es nuestro y en su interacción con lo otro el resultado tiene que ser fructífero.

Personalmente, me satisface tratar de escribir siempre de ese modo. Aun antes de acercarme al fandom, cuando escribía para mí, ambientado en el universo lovecraftiano, las historias transcurrían en Buenos Aires, sin necesidad de acudir a la imaginaria Arkham ni a la clásica Boston, y muchas de las entidades sombrías aparecían insinuadas en la leyendas de nuestros aborígenes.

 

 

AXXÓN: ¿Cómo es el trabajo cuando un cuento te gusta pero lo ves medio «torcido»?

 

SO: No es tanto un trabajo como un desafío interesante. Hay casos en los que una idea o un argumento magnífico se ve arruinado por defectos de redacción o hay historias que pierden toda su fuerza por ripios innecesarios. Allí comienza el intercambio de correos con el autor, haciendo sugerencias o tirando propuestas para reforzar algún punto débil, aclarar confusiones o limar rugosidades. En la antigua época de «Nuevomundo» había que recurrir al correo físico con los escritores que no estaban cerca y a veces se obraba manu militari, lo que no era del todo correcto. En tal sentido, la tecnología ofrece continuamente sus ventajas, porque ahora el correo electrónico o un chat permiten una comunicación casi inmediata. Cuando un cuento sale en «NM» es porque ya se conformó la versión final con el autor. Puede ser una tarea ardua, pero siempre es gratificante, aunque —por cierto— la mayor satisfacción la da ese cuento que llega redondito, en el que se advierte la atención que puso en él el escritor.

 

 

AXXÓN: En una pregunta anterior, comentaste que has investigado la cultura celta. ¿Qué ha sido lo último y más íntimo que te ha dejado esa inmersión en algo tan antiguo como abarcativo?

 

SO: Descubrir un mundo donde la percepción del tiempo y del espacio es lo más parecida a la de la CF, porque todo coexiste y se interrelaciona. Donde pasado, presente y futuro se entrelazan como en una realidad cuántica, que se modifica con sólo ser observada por alguien ajeno a ese entorno. Donde la magia es cotidiana y lo cotidiano es magia. Aprender que la gloria reside en el honor de hacer lo que se debe para beneficio de todos, antes que en la obtención de logros materiales o de satisfacciones personales, de la adulación de los demás. Y que está todo por hacer, aunque no lo parezca. Porque todavía no está todo dicho.

 

 

AXXÓN: Me quedé con gusto a poco, mis disculpas. Pero nombraste percepción espacio-tiempo: ¿cómo vendría a ser eso? ¿Puede ser explicado para un lego como yo? También nombraste a la magia. ¿De qué tipo de magia estamos hablando?

 

SO: Para algunos teóricos de la ciencia actual, el tiempo sólo pasa para nuestra percepción. Cada acto que realizamos, entonces, sigue ahí, como si nuestra historia fuera una secuencia de instantáneas colocadas una sobre la otra y de las cuáles sólo podemos ver la que está arriba de todo. A su vez, cada uno de nuestros actos abre un futuro y para la física cuántica cada instante de presente da pie a infinitos futuros. En tal sentido, estamos parados en un punto que es una intersección sin fin de múltiples universos. De ser así, la muerte no existiría para nosotros, porque siempre continuaríamos presentes en cada una de esas fotos. Acaso, según las que más pesen en nosotros, seamos los forjadores de nuestros propios paraísos o infiernos para toda la eternidad.

En las leyendas celtas, por su parte, el tiempo tampoco sigue la visión aristotélico-tomista. Hay personajes que viajan al Otro Mundo y que, cuando vuelven, encuentran que en éste ya no queda nadie conocido, porque pasó mucho tiempo (como en un viaje del relativismo einsteniano), y suele haber una prohibición de pisar tierra firme. Si lo hacen, todo ese tiempo se desploma sobre ellos. En cuanto al espacio, ese Otro Mundo —donde moran criaturas prodigiosas y tienen lugar sucesos extraordinarios— generalmente coexisten con nuestro mundo, pero no los podemos ver ni acceder a ellos en condiciones normales. Están en otro plano dimensional.

Por su parte, la magia (lo maravilloso) aparece tal como nosotros describimos nuestros logros tecnológicos en cualquier historia. No explicamos cómo actúan los electrones cuando se cierra un determinado circuito; prendemos la luz y listo. En una buena historia de ciencia ficción, no hace falta describir detalladamente cualquier ingenio y hay que tener en cuenta que muchos de ellos deben de ser para los personajes tan cotidianos como una puerta.

En ese sentido, siguiendo a Mircea Eliade y compartiendo la postura de la doctora Teresa Mira de Echeverría, la literatura fantástica (y la ciencia ficción en particular) es el refugio del pensamiento mítico natural del ser humano. Es lo que nos permite expresar de manera lúdica nuestros temores e inquietudes acerca de lo trascendente. Por eso me gustaría que en algún momento «NM» represente, en el inconsciente colectivo, no sólo «Nuevomundo», sino también «Nuevos Mitos». El objetivo, en definitiva, es lograr una literatura que permanezca, más allá de las viejas y nuevas olas, parafraseando el título de un disco de Rush.

 

 

AXXÓN: ¿Hay algo que te moleste como editor?

 

 

SO: Las cosas que me molestan o no me gustan son las mismas que me producen esa sensación como persona. No soporto la egolatría (el yo continuo) ni el egoísmo (lo hago para mí y no me importan los demás). El amiguismo y los cenáculos. Me disgusta el afán de figurar y me dan pena los «colgadores», desesperados por inundar todos los medios posibles con el último cuento que escribieron, porque no advierten de que con eso desmerecen y «queman» su obra. Me irritan los que sólo buscan el interés económico a costa de la credulidad ajena, porque la mortaja no tiene bolsillos. Me desagradan los que no aprecian el esfuerzo ajeno y los que mendigan reconocimiento. Me causa gracia los que se refugian en un gueto para poder sentirse diferentes y se quejan porque los demás los diferencian (aunque, generalmente, eso es parte del mismo juego). Me molestan los obsecuentes y genuflexos (piénsenlo dos veces antes de decirme «maestro» ) y lo que «chapean» haciendo gala de títulos.

Ninguna de esas actitudes sirven a la hora de crear y difundir esa nueva literatura fantástica que todos merecemos conocer.

 

 

AXXÓN: Desgraciadamente llegamos al final. La redacción de «Axxón» (y yo en particular) te agradecemos por brindarte como lo has hecho. Son tuyas las últimas palabras.

 

SO: Antes que nada quiero agradecerles la atención y el espacio que me prestaron. Espero que sigan fructíferamente en su tarea de difusión de nuestros creadores, que cada vez haya más lectores para acompañar a nuevos autores y, por sobre todo, que éstas no sean en verdad mis últimas palabras. Al menos por ahora.

 

 


Axxón 258 – septiembre de 2014