La Biotecnología, ¿una solución para el calentamiento global?
Agregado el 4 febrero 2014 por Planeta en Ciencia Cierta, MedioambienteCharles D. Keeling, profesor en el Instituto Oceanográfico de La Jolla, California, midió la cantidad de CO2 en la atmósfera desde 1948 hasta su muerte en el año 2005. Construyó un gráfico (las mediciones continúan) que muestra un crecimiento gradual y continuo del gas, pasando de 325 partes por millón a las 405 actuales.
Las cifras sacaron el problema del calentamiento global del terreno de la especulación al de la ciencia. El gráfico de Keeling permite visualizar un hecho importante: existen oscilaciones anuales en las cantidades del gas en la atmósfera, con un incremento en el invierno y un descenso en el verano. La explicación está en que en el verano la vegetación en esplendor absorbe grandes cantidades del gas que luego revertirá en el invierno.
Este recambio es más notorio en el hemisferio Norte, por la extensión de tierra y la mayor cantidad de árboles que pierden sus hojas, es nulo en las zonas tropicales y ocurre con menor intensidad en el hemisferio Sur.
Estas oscilaciones han permitido establecer que la cantidad de CO2 que es absorbida por la vegetación y retornada a la atmósfera está cerca del 8%. Esto significa que el período de vida media de la molécula es de 12 años. Este rápido intercambio de carbón entre la atmósfera y la vegetación debería ser considerado en cualquier política que trate de solucionar a largo plazo el problema del calentamiento global, y colocarlo en términos más reales y menos apocalípticos como se ha hecho hasta ahora.
Si se logra controlar lo que la vegetación hace con el carbono, el destino de ese gas estará en las manos del hombre. Se puede pensar en diseñar por ejemplo “plantas comedoras de carbono”.
La ciencia y la tecnología de la ingeniería genética todavía no están listas para usos a gran escala. No entendemos aún el lenguaje del genoma lo suficiente como para leerlo y escribirlo con fluidez. Pero la ciencia anda rápido y la biotecnología más aún, tanto que es posible esperar tener árboles diseñados genéticamente para comer carbono o para transformarlo en combustible u otros químicos en los próximos años.
Escribe Freeman Dyson: “si un cuarto de los bosques del mundo fueran replantados con árboles de la misma especie diseñados para alimentarse de carbono, los bosques se preservarían como recursos ecológicos y hábitats para la vida silvestre y el carbono en la atmósfera podría reducirse a la mitad en los próximos 50 años”.
La biotecnología, al igual que la tecnología de los computadores, pasará a ser parte de nuestra vida diaria y podría convertirse en un gran ecualizador en zonas donde lo único que hace falta para implementarla es agua, sol y aire. Como consecuencia colocará recursos agrícolas más limpios en más manos.
Qué diferente es esta propuesta a la de utilizar otros combustibles en apariencia menos contaminantes para seguir moviendo carros de lujo, combustibles que se extraen de plantas que son vitales para la existencia de millones de personas y que además no resuelven el problema de la emisión de gases a la atmósfera.
La visión del calentamiento global como la principal causa de destrucción del medio ambiente no es una unificada. Existe una minoría que reclama que los efectos devastadores han sido exagerados y por lo mismo llama a la cordura. Pero la gran mayoría lo sitúa como un demonio del mal. “La principal amenaza para el ambiente y la sociedad humana”, según un escrito divulgado por el gobierno inglés, con el príncipe Carlos como uno de sus principales impulsadores.
Cualquier disidencia es tomada como una herejía y las discusiones en reuniones internacionales (cada vez más agrias y apasionadas) jamás tienen en cuenta a las pocas voces que se levantan con propuestas menos ampulosas y sí más reales.
Hoy en día, un escéptico se considera de inmediato como un enemigo del medio ambiente, cuando tal vez sea lo contrario. En ciencia, quien se atreve a dudar de lo que la mayoría da como un hecho acabado, es quien tiene mejores posibilidades de llegar a la verdad, en este caso entender las verdaderas dimensiones del calentamiento global.
Muchos de los escépticos son convencidos ambientalistas que asisten aterrados a la distracción de los problemas graves de la humanidad (armas, injusticia social, sequías, inundaciones, hambrunas) ocasionada por la obsesión con el calentamiento global de los nuevos militantes que emborronan el planeta con consignas que suenan a un fanatismo sospechoso. No somos huéspedes indeseables en nuestro propio planeta. Estamos aquí para disfrutarlo y mejorarlo. Con seguridad es más difícil enfrentar ese desafío y actuar en consecuencia que asistir a reuniones de lujo en enormes autos de lujo.
La biotecnología se abre camino a pasos de gigante y a pesar de quienes a ella se oponen, pronto presentará soluciones razonables que llevarán a reparar en algo los daños que ya se han ocasionado al planeta y a prevenir los del futuro.
El bienestar disfrutado por el hombre ha tenido un alto costo. Domesticar a la naturaleza no ha sido tarea fácil y por supuesto se han cometido muchos errores. Pero el mantener una buena relación con nuestro planeta requiere ciencia y tecnología. Y sólo el desarrollo de las herramientas derivadas de su conocimiento nos permitirán realizar, ahora sí, bien la tarea.