Líquenes terrestres podrían vivir en Marte
Agregado el 18 enero 2014 por Planeta en Biología, NeofronterasUn experimento demuestra cierto líquenes antárticos pueden sobrevivir, realizar actividad metabólica activa y adaptarse a las condiciones marcianas
Las condiciones en la superficie marciana no son adecuadas para el ser humano. Pese a las imágenes transmitidas por los rovers marcianos, lo mostrado no es el desierto de Arizona, Egipto o Australia, es infinitamente peor.
La presión es tan baja que en la Tierra a eso en general lo llamamos vacío y mataría a un ser humano en unos segundos. La temperatura es decenas de grados bajo cero, no hay agua líquida, la radiación ultravioleta es muy intensa y la radiación cósmica no encuentra el impedimento de una magnetosfera.
Un asentamiento humano en este planeta sin una previa terraformación obligaría a la creación de hábitats artificiales subterráneos y ni así estaría garantizada la seguridad de los ocupantes.
Pero otros seres terrestres sí podrían vivir en esas condiciones, por ejemplo ciertos líquenes antárticos.
En un experimento realizado por un grupo de investigadores alemanes se han reproducido las condiciones marcianas de baja presión, una temperatura de -51 grados centígrados, alto porcentaje de dióxido de carbono y alta radiación UV durante 34 días. Un liquen antártico ha conseguido sobrevivir a estas condiciones, por lo que podría sobrevivir en Marte bajo ciertas restricciones.
Recordemos que los líquenes son asociaciones simbióticas entre algas y hongos y se cree que llevan sobre la superficie terrestre desde hace cientos de millones de años, posiblemente fueran los primeros en colonizar tierra firme.
En la Antártida no hay árboles, ni plantas complejas. La vida animal no se extiende mucho más allá de la costa que unos cientos de metros. En ese desierto a bajo cero, en donde el agua es muy escasa, hay bosquecillos de líquenes. Hay que tratarlos con tanto respeto como tratamos a un bosque de coníferas, pues tardan mucho en crecer y algunos ejemplares pueden tener cientos de años. Las condiciones del lugar son tan duras que sólo pueden crecer durante unos pocos días al año. Viven, sin duda, a una escala temporal muy distinta a la humana. Pero es precisamente la resistencia a estas condiciones lo que los hace candidatos a poder vivir en Marte. Aunque según este experimentos, para poder vivir bien en Marte tendrían que buscar nichos un poco protegidos frente a la radiación, como las grietas entre las rocas.
Según Jean-Pierre de Vera no se habían realizado experimentos de adaptación a las condiciones marcianas anteriormente, pero la adaptación es muy importante porque dice mucho acerca de las interacciones de la vida en relación a su ambiente. En estudios previos sólo se medía la supervivencia del organismo al final del periodo estipulado. Por el contrario, en este experimento se ha medido la actividad del liquen a lo largo de todo el tiempo, pues se deseaba saber si el liquen continuaba su actividad normal o si pasaba a un estado de latencia esperando tiempos más propicios.
Estos investigadores recolectaron muestras de P. chlorophanum en las cumbres Black Ridge de la región norte Victoria de la Antártida, en donde hay condiciones similares a las de Marte.
Una vez de vuelta, además de preparar un grupo de control en el exterior, situaron dos grupos de muestras de líquenes en un simulador de las condiciones marcianas del tamaño de una gran olla de cocina. El simulador permitía controlar presión, humedad, temperatura e irradiación solar. La baja gravedad marciana y la radiación cósmica no se simularon. A uno de los grupos del interior se les sometió a condiciones marcianas plenas y al otro a las condiciones que habría en sitios protegidos sobre Marte.
Los dos grupos superaron la prueba, pero el sometido a las condiciones plenas prácticamente sólo consiguió sobrevivir. El otro logró prosperar y realizar sus funciones metabólicas y fotosíntesis normalmente baja esas condiciones marcianas protegidas una vez se repuso al shock inicial y se adaptó al nuevo ambiente. La fotosíntesis es posible en, por tanto, posible en micronichos marcianos.
Aunque en el experimento tampoco se simularon las tormentas de polvo que pueden cubrir grandes regiones marcianas durante meses, Vera afirma que los líquenes pueden pasar a un estado latente y resistir durante miles de años totalmente cubiertos por polvo, nieve o hielo.
Otros estudios muestran que los líquenes no serían los únicos que podrían sobrevivir en el planeta rojo. Algunas bacterias metanógenas también lo podrían hacer.
Vera afirma que la vida terrestre puede sobrevivir, realizar actividad metabólica activa y adaptarse a las condiciones marcianas.
Estos resultados tienen importancia para la visión tradicional de la exploración marciana. Así por ejemplo, una misión podría buscar vida marciana en los micronichos adecuados. Además, este resultado sugiere que se proteja mejor a Marte de la posible contaminación de muestras de vida terrestre que puedan llevar hasta allí las misiones que se envían
Pero si se piensa fuera de la visión tradicional, es decir, si se piensa, este resultado y otros similares nos dicen que la vida terrestre evolucionada en la Tierra puede vivir tal cual en Marte. ¿Por qué la supuesta vida marciana, que llevaría evolucionando en Marte miles de millones de años, se muestra tan esquiva e incapaz de adaptarse y evolucionar en su propio entorno? La mejor explicación es que tal vida marciana no existe ni ha existido nunca. En la Tierra hay bacterias que resisten la radiación de un reactor nuclear o que viven en cualquier sitio imaginable, porque la vida, una vez que aparece, evoluciona para sobrevivir a cualquier nuevo nicho.
Lo malo es caer enamorados de una idea, como la de la vida marciana, y seguir gastando recursos con la excusa de encontrarla, pero sin buscarla realmente.
Una vez descartada la vida marciana, se puede proponer un experimento a una escala sin precedentes hasta el momento. Se podría ya sembrar Marte con vida terrestre convenientemente modificada. Juntando características de varias especies se podrían crear organismos que proliferasen sobre el planeta rojo sin limitaciones. Fuera de la Tierra no habría impedimentos ecológicos o éticos para liberarlos y crear así una nueva biosfera de organismos que evolucionarían en un nuevo planeta lleno de nichos vacíos. Podría ser incluso un ensayo para hacerlo sobre lunas cercanas o sobre otros planetas mucho más lejanos. Quizás se podría en un futuro no tan distante enviar, a bordo de una vela láser, una pequeña cápsula de cianobacterias a un exoplaneta cercano. Los humanos seríamos entonces los propagadores de la vida por la galaxia. Sería un regalo precioso y una inmensa responsabilidad.
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Fuentes y referencias:
Nota en Astrobio.
Artículo original.
Foto: German Aerospace Center’s Institute of Planetary Research.