Durante casi un siglo, se ha dicho que la Gran Extinción K-T, al eliminar a los dinosaurios, había provocado o permitido la explosión de los mamíferos, su rápida evolución y la diversificación en los miles y miles de especies que vemos hoy. Como hemos explicado en otro sitio, la extinción K-T fue provocada por un gran asteroide que impactó contra la península de Yucatán hace 65 millones de años.
Bien pensada, la idea sonaba lógica. Los grandes depredadores reptiles habían dominado el planeta durante 165 millones de años y, como formas de vida prolíficas y exitosas, muy bien pueden haber devastado las poblaciones de mamíferos primitivos, evitando de esta forma su reproducción, evolución y diferenciación.
Chicxulub, 65 millones de años atrás
Un grupo de investigadores de cinco países decidió, hace más de 10 años, demostrar si la suposición de arriba encontraba sustento científico. Norteamericanos, británicos, alemanes, australianos y canadienses comenzaron, pues, un proyecto donde compararon modelos moleculares de 66 genes que se encuentran en todos los mamíferos con los registros fósiles del así llamado "superárbol". El superárbol es un mapa o árbol genealógico de la diversificación de un linaje particular de organismos. El superárbol usado por el equipo internacional consistió en 4500 mamíferos actualmente existentes, una especie de registro de qué especie evolucionó en cuál y de por quén fue precedida.
"Por supuesto que esperábamos encontrar el pico de la diversificación de los mamíferos inmediatamente después del evento K-T", dice Olaf Bininda-Emonds, jefe del equipo y autor de su artículo final. "La frontera entre el Cretácico y el Terciario, el momento en que se produjo la extinción".
El problema fue que el supuesto pico evolutivo de los mamíferos sencillamente no estaba allí.
Iniciado en el Imperial College de Londres y la Universidad de Georgia, el proyecto comenzó a crecer y a incorporar colaboradores de los restantes tres países, hasta que pudieron construir un árbol completo de la trayectoria de los mamíferos en este planeta. Nadie soñaba, entonces, con lo que descubrirían una vez comparado el superárbol con los genes.
"Nunca encontramos el pico esperado luego de K-T", expresa Olaf. "Entonces tuvimos que empezar de nuevo y revisar nuestros resultados". Se refiere a que no encontraron un pico del tamaño esperado. En realidad, sí había un pico pequeño, pero no podía ser el que se buscaba: los animales producidos entonces eran todos mamíferos hoy extintos, que no dejaron descendencia posterior. Los roedores multituberculados, una vaca carnívora de más de una tonelada y los plesiadapiformes —animales parecidos a los primates pero que no les aportaron su genética—, todos ellos en efecto se diferenciaron a partir de K-T, pero se extinguieron a finales del Eoceno, hace unos 34 millones de años. Ningún mamífero posterior ha demostrado ser descendiente de ellos.
Instantánea artística de los momentos posteriores a K-T: la vaca carnívora Andrewsuchus se come un brontoterio, mientras un sarkastodonte, más atrás, espera su turno. Ninguno de los tres dejó descendencia moderna. Sin embargo, el artista nos da dos pistas de lo que ocurrió: en primer plano, un pequeño carnívoro moderno huye de la escena. En una rama, al fondo, uno de nuestros antepasados primates observa
Para completar el panorama, Olaf y los suyos probaron que los antecesores de los mamíferos modernos, incluidos nosotros mismos, ya existían desde mucho antes de K-T. Las especies "abuelas" de los mamíferos posteriores, dice, "Ya estaban presentes hace más de 75 millones de años" (unos 10 millones antes del asteroide), "pero en tan pequeños números que no era muy probable que ningún ejemplar se fosilizara". Por consiguiente, nuestros ancestros convivieron con los dinosaurios, no aparecieron cuando ellos se fueron para siempre.
Pocos ejemplares, especies muy restringidas... Pero ¿Y la Gran Explosión? ¿El gran pico que Olaf buscaba?
En realidad lo encontraron por fin. La enorme radiación y diversificación mamífera se produjo, pero no inmediatamente después del cataclismo. El verdadero pico mamífero ocurrió hace 50 millones de años, o, en otras palabras, 15 millones de años de años después del impacto de Chicxulub.
Estos descubrimientos, publicados en el número de marzo de 2007 de Nature, demuestran que la evolución rápida esperó hasta entonces para tener lugar.
Los estudios genéticos se desarrollaron como sigue: Bininda-Emonds tomó, por ejemplo, el gen que produce el citocromo B en el ser humano. Se trata del gen secuenciado con más frecuencia, y el resultado de su acción es el citado citocromo, que es el responsable de transportar los electrones dentro de la mitocondria. Una vez obtenida la secuencia del gen, se la comparó con la del citocromo B del chimpancé, nuestro pariente más cercano. La cantidad de cambios entre uno y otro gen, más las de las dos versiones de los otros 65 genes estudiados, dio a los científicos una evaluación bastante precisa del punto en que ambas especies divergieron a partir de su antepasado común, es decir, del momento desde el cual evolucionaron como especies separadas.
Las fechas de divergencia fueron ajustadas siempre hacia el lado del registro fósil. Por ejemplo: si la evidencia molecular decía que dos especies se separaron hace 80 millones de años pero el estudio de los fósiles decía 60, siempre se daba la razón a este último.
Tiranosaurio, destruido por K-T
Todos los resultados, finalmente, dieron la derecha a las teorías y conocimientos previos, excepto el de la explosión mamífera inmediatamente posterior a K-T. David J. Archibald, biólogo evolucionista de la Universidad Estatal de San Diego, asegura que "Fue el único dato controvertido del estudio: si los órdenes de animales actuales comenzaron a aparecer en el Cretácico Superior, hace 90 millones de años". Es obvio que si nuestros abuelos ya estaba en los árboles hace 90 millones, había que reformular la noción de que la Gran extinción de dinosaurios provocó indirectamente nuestro ascenso. Dicho sea de paso, los estudios de Archibald coinciden con los del grupo internacional de Bininda, en el sentido de que ya existían, pero que la diversificación que sobrevivió se produjo mucho después.
"La pregunta del millón es ahora: ¿qué les hizo tardar tanto para diversificarse a los ancestros de los mamíferos modernos?", se cuestiona Ross MacPhee, Curador del Museo de Historia Natural de Nueva York. La respuesta puede ser probablemente que tuvieron que esperar esos 10 o 15 millones de años hasta que un aumento de la temperatura atmosférica causó una explosión de diversidad en la flora, proporcionando de este modo a los mamíferos suficiente y variado alimento como para poder diverger a su vez.
Los descubrimientos de Bininda-Emonds y los suyos tienen otras implicaciones, además de dilucidar las complejidades de la evolución mamífera. Los estudios sobre el superárbol están siendo utilizados por el programa EDGE (Evolutionarily Distinct & Globally Endangered, "Evoultivamente Originales y Globalmente Amenazados"), que trata, a través de él, de elaborar una lista de 100 animales amenazados y que exigen protección. Cada una de ellas encontrará en el superárbol una medida precisa de cuán "única" y original es desde el punto de vista evolutivo y genético.
Así, por ejemplo, el panda rojo de la China meridional y del norte de la India, está separado de su pariente más cercano por nada menos que 39 milliones de años. "Uno puede argüir que merece la pena mucho más salvar al panda rojo que a las especies amenazadas de ratones o ratas, que divergieron apenas hace 1 millón de años", dice Olaf.
Aprender del pasado remoto puede salvarlo a él
De este modo, sus estudios han cobrado un nuevo sentido ya no en el aspecto de conocer y entender a los que se fueron hace mucho, sino también en el de cuidar, proteger y salvar a las especies raras en el sentido evolutivo.
Como sea, la principal conclusión de estas investigaciones es que no tenemos por qué ponernos de rodillas y agradecer a los dinosaurios que se hayan extinto; nuestros ancestros estaban allí al mismo tiempo que ellos y aquí estamos nosotros. Por eso, podemos decirles con firmeza: "Dinosaurios, no les debemos nada".
MÁS DATOS:
Did the Dino Die-off make room for mammals?
Traducido, adaptado y ampliado por Marcelo Dos Santos de SciAm y de otros sitios de Internet