Hay cosas que vemos en las películas que nos sorprenden y otras que "sabemos" (o creemos) que son pura fantasía. Pero así como la tecnología avanzada puede parecer magia, algunos sucesos de la naturaleza resultan fantásticos, pero existen. Encontrar algo fantástico en la realidad es una de las sensaciones más estimulantes que conozco. Quizás el mecanismo más maravilloso de la mente humana, que produce placer, estímulo y diversión, es la capacidad de asombrarse. Una de las cosas que busco con el Zapping es esto: descubrir (o mostrar) las cosas que me asombran.

La materia es algo habitual para todos nosotros. Sabemos cómo es y qué es una piedra, palpamos una mesa de madera, caminamos sobre un sólido piso de concreto. De algún modo, éstas son ficciones. No hay nada tan seguro ni tan firme. La materia es una manifestación de la energía. Si observamos con el debido detalle, veremos los huecos y el vacío, aún en la sólida mesa y en el imperturbable y seguro piso de cemento. La naturaleza devela día a día en los laboratorios nuevas rarezas y efectos inesperados.

Veamos algunos ejemplos.

Lo que sigue me recuerda la película Hombre mirando al Sudeste, en la que el protagonista principal, el "loco" que se hace llamar Ramtés, proporciona como una de las pruebas de que una chica es extraterrestres el hecho de que cuando ella se excita larga un líquido azul por la boca. En un momento se llega a ver fugazmente ese hilito azul, pero también da la causalidad de que ella come (e invita a otro personaje) en escenas de la película, unos caramelos azules.

Ahora vamos al tema. Hagamos un experimento: pararse frente a un espejo dentro de una habitación a oscuras durante el tiempo suficiente para que la vista se adapte a la oscuridad y, seguidamente, comenzar a mascar un caramelo duro. Se observará un fenómeno electrizante: veremos que de nuestra boca surge una luz tenue similar a las de las esferas de los relojes luminiscentes. Ese leve fulgor es una muestra de lo que se llama triboluminiscencia (del griego tribein, frotar). De él es responsable el azúcar; o, más exactamente, las moléculas de nitrógeno gaseoso que lo rodean.

La luz azulina se produce al aplicar cualquier fuerza mecánica sobre el caramelo (y sobre otros materiales). La imagen muestra la luminosidad de uno que es apretado con una pinza. El hecho se conoce por lo menos desde el siglo 17, cuando la Accadèmia del Cimento de Florencia publicó una descripción de él, que en lenguaje actual dice: "De los Cuerpos generadores de Luz... además de los Pedernales existen otros Albergadores de Luz, pues, al entrechocarlos o partirlos en la Oscuridad, relucen. Tales como el azúcar blanco, el azúcar de Pilón y la Sal Gema; todos los cuales, cuando se machacan en un Mortero, despiden una Luz tan intensa que, con ella, pueden distinguirse perfectamente los costados del Mortero y lo forma de la mano". Casi al mismo tiempo Robert Boyle advertía que "el azúcar duro, al ser raspado, despide una luz chispeante".

Desde entonces son numerosos los investigadores que han indagado en el fenómeno, pero la naturaleza de la triboluminiscencia no ha sido conocida hasta el siglo 20. Y aún hoy se reserva puntos oscuros.

Hasta hace muy poco el estudio de la triboluminiscencia se centraba en averiguar qué sustancias la presentan, examinar los espectros y analizar de qué modo se puede correlacionar el fulgor con las propiedades físicas de las sustancias. Se han esclarecido en los últimos tiempos algunas cosas, como el origen de la luz que brota del azúcar y varias sustancias más pero, sin embargo, el esclarecimiento de la relación entre la luminiscencia y la compresión ejercida sigue siendo un tema escurridizo.

El análisis espectral de la luz emitida reveló que no se originaba en las moléculas del azúcar, pues éstas hubiesen emitido un espectro totalmente distinto. A principio del siglo 20 se demostró que el espectro de la luminiscencia producida por la sucrosa (una forma de azúcar) era igual a la del nitrógeno gaseoso. Al machacar cristales de azúcar, por alguna razón se excita el nitrógeno molecular asociado a él, que es el que, en realidad, produce el fenómeno.

Parece increíble que con una pinza se pueda presiona un gas para que emita luz. Pero es así.

Granito

Se ha demostrado que todas las rocas eruptivas tales como el granito, las dioritas, el basalto, etc., contienen en su masa, formando parte de los minerales que las integran, cierta cantidad de agua. Un kilogramo de granito (los adoquines de las calles son de granito), desecado a una temperatura de 200 °C, da por término medio unos 10 gramos de agua, que se desprende al calentarlo a esas elevadas temperaturas. Una tonelada de granito (un bloque algo menor de medio metro cúbico, que es un cubo de unos 80 cm de lado) proporcionaría, por consiguiente, unos 10 litros. Se comprende así el origen de las enormes nubes de vapor de agua que expulsan los volcanes, pues de un kilómetro cúbico de roca de este tipo surgirían 26.640.000 toneladas de agua.

Lo que dice el título no es cierto, en primer lugar porque, aunque uno no lo crea, es combustible: lo descubrió Lavoisier en 1772. Se dispone de un frasco lleno de oxígeno, cuyo tapón se atraviesa por un hilo de platino terminado en forma de cestilla, donde se colocará el diamante. Se calienta el diamante al rojo blanco por medio de un soplete y se lo mete en el frasco. El diamante se inflama y continúa ardiendo con lentitud y gran brillo, hasta desaparecer por completo. En el frasco queda luego gran cantidad de anhídrido carbónico, resultante de la unión del carbono que formaba el diamante con el oxígeno.

Un diamante, además, se puede convertir muy fácil en otra forma del carbono, el grafito de nuestros lápices, una transformación que obviamente nadie desearía hacer. Sólo es necesario calentar un diamante en un horno o atacarlo con un bombardeo eléctrico en el vacío. No se ha logrado una transformación tan fácil en el sentido inverso.

Existe un tipo de mármol al que llaman "Mármol ruiniforme" (que es una caliza microcristalina de calcita que procede de Florencia, Italia), que presenta unos dibujos causados por sus impurezas que parecen paisajes con grandes edificios en ruinas, como el castillo de la imagen (foto de un espécimen que pertenece al Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, España) y otras formas bellas y sugerentes. Nótese que la forma ha sido conseguida por simetría (hay un corte vertical en el centro de la torre), pero de todos modos no deja de ser impresionante el parecido, con nubes y todo. Lamento no haber conseguido una foto en colores para apreciar si los colores son tan increíblemente parecidos como las formas.

Cuando el magma debajo de un volcán produce lavas de extraordinaria viscosidad, que obturan el conducto de salida del cono, puede darse el caso de que los materiales salgan al exterior en forma de un enorme monolito que, poco a poco, y como a empujones, va creciendo y se alza a grandes alturas. Por la noche aparece incandescente, sobre todo en su base, a causa de su elevada temperatura.

Esto ocurre en un tipo de volcán al que se le llama "Tipo peleano", por el Monte Pelé, ubicado en la isla Martinica (Antillas). Este volcán produjo una espantosa erupción en 1902, que generó nubes de escoria con temperaturas de entre 450 y 1000 °C y una altura de hasta 4.000 metros y destruyó gran parte de la ciudad de San Pedro y un bosque tropical cercano en sólo un minuto.

http://www.uned.es/cristamine/mineral/prop_fis/luminiscencia2.htm
http://www.geocities.com/ciencia_y_tecnologia/luz-y-color/3-comoobtenerluz.htm
http://www.cubasolar.cu/biblioteca/energia/Energia14/HTML/articulo07.htm
http://lectura.ilce.edu.mx:3000/sites/ciencia/volumen2/ciencia3/093/htm/sec_8.htm
http://ciencia.dcc.umich.mx/~eureka/e_121_2.html

Traducido, adaptado y ampliado por Eduardo J. Carletti de varios sitios en Internet