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Mapa 1: Federación del Sur
Apéndice 1: El escándalo del Marte 1
Apéndice 2: Fusión en el Balseiro (2011)
Apéndice 3: Jerusalén, ciudad de milagros
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Futuros
Futuro 1 : El universo de Korzan
Apéndice 3
Jerusalén, ciudad de milagros
Por Laura
Galluzzi, 03/07/2013 - Científicos del CERN europeo y militares
de las Fuerzas de Ocupación de las Naciones Unidas en Jerusalén
confirman los rumores sobre fenómenos "milagrosos"
en la ciudad.
"No existe explicación para los eventos que hemos investigado",
anunció Abu Amid Ben Jazzari, Premio Nobel de Física de
2007 y jefe del equipo del CERN enviado por Europa al territorio de
la ex Israel. "No soy creyente, pero por el momento debo decir
que lo que observamos es un milagro".
Los fenómenos observados responden principalmente a la inexplicable
falta de radiación remanente en la ciudad, después del
intercambio nuclear del año pasado que concluyó la Tercer
Guerra Arabe Israelí. Tras la destrucción de Tel Aviv
por una bomba nuclear de 10 megatones, distante 54 kilómetros
de esta ciudad, se había considerado que Jerusalén estaba
perdida, intacta pero inhabitable, venenosa por la radiación
de las lluvias radiactivas de la explosión.
"Suponíamos que esto sería un páramo radiactivo,
peligroso aún con trajes protectores" comentó en
entrevista exclusiva a la cronista el Coronel José Prieto del
Batallón de Ocupación 601 de la ONU, Encargado de Seguridad
de la Zona de Templos de Jerusalén. "De entrada imaginamos
lo peor, pues nuestros contadores de radiación marcaban cero
y pensamos que de tanta radiación los instrumentos se habían
descalibrado. Dí autorización a mi personal para enviar
un último mail a sus familias. Pero la verdad era que el registro
era realmente cero".
"¿Ve esos montes de allá?", mostró una
ventana, en dirección a la antigua Tel Aviv, con carteles y señales
luminosas. "Del otro lado sí es un infierno, cualquier contador
aúlla si pasa la línea. El martes pasado detuvimos a dos
palestinos que querían infiltrarse con fusiles y granadas justo
yendo por ese lado. Los pobres tipos se nos terminaron acercando arrastrándose
por la arena, ciegos y ardiendo, pidiendo por favor. Tanta radiación
tenían encima que ni los podíamos tocar. Murieron a las
dos horas."
"¿Siente el viento? Viene de la zona de la explosión,
y ni una sola partícula radiactiva. La bomba que tiraron era
bien primitiva y sucia, pero es como si algo tamizara el aire cuando
pasa por aquí. Me da escalofrío pensarlo. Es como si alguien
cuidara este lugar" y en ese instante el militar acaricia involuntariamente
un rosario colgando de su cuello.
No es el único que se aferra a los símbolos de la religión
que profesa. Cristianos, judíos y musulmanes residentes aquí
se aferran a sus cruces, kipás y alfombras de oración.
Todos los templos están llenos a cualquier hora. "No damos
abasto" nos cuenta el rabino Isaac Feldman, en la puerta del Templo
de Salomón. Era tradición decir que en Jerusalén
era difícil mantenerse ateo, pero ahora hay una razón
de peso para fundamentarlo.
"Alá bendito es testigo de que estaba a dos dedos de la
muerte", relata el ex teniente Yasser Al Aqmi del Ejército
Palestino, de guardia cerca de la Gran Mezquita de Jerusalén.
"Nuestra brigada ocupaba posiciones a diez kilómetros de
aquí cuando sentimos el trueno de la explosión, recuerdo
los gritos de alegría cuando vimos el hongo. Luego los dolores
de cabeza, la fiebre, el vómito. El camión con los enfermos
me trajo acá inconsciente, pensaba abrir los ojos en el Cielo
de Alá pero no, en vez de ver a una hurí ví los
ojos de Déborah que me atendía". Sonríe. "¿Sabe?
Todavía no decidimos si nos casamos en la mezquita o en una sinagoga...
toda esta ciudad es santa. Ojalá sea en la mezquita para alegrar
a mi padre, Alá lo permita".
"Tendría ahora que estar muerto de cáncer, pero ya
ve, estoy sano y no tengo nada".
La misma frase se repite al hablar con cualquiera en las calles, de
cualquier origen, religión o condición. Son innumerables
los testimonios de personas que enfermas por la precipitación
radiactiva, tras unos días aquí han sanado por completo.
"Los científicos no pueden o no quieren aceptarlo, pero
para mí esto es simplemente la acción de Dios", dice
el Padre Camilo Stagnaro en la Sala 5 del Hospital General de Jerusalén.
En todas las altas esferas de las religiones se admite este evento como
un milagro, pero la discusión es qué interpretación
darle. El Papa Alberto manifestó en su última homilía
que era un símbolo de permanencia de la Fe a pesar de los castigos
más infernales. Por su parte la Secta del Juicio Final no cesa
de advertir que esto estaba predicho, que en el Apocalipsis se dice
que tras el Fin de los Tiempos solo la Ciudad Santa de Jerusalén
quedará y "el tiempo definitivamente se aproxima".
Por el momento, lo que seguramente se aproxima es el caos organizativo
en una ciudad superpoblada, llena de refugiados, que dependen de los
insumos de la ONU provenientes del puente aéreo que conecta la
ciudad con Europa y el resto del planeta. En torno a la ciudad el terreno
sigue atrozmente contaminado, y no existe terreno para cultivos ni mantenimiento
de ganado. El Ejército de Ocupación de la ONU mantiene
una nerviosa guardia ante posibles saqueos. "Se detuvo al mayor
castigo, el castigo atómico, no sabemos cómo", comentó
la doctora Alice Wainwright, de Médicos Sin Fronteras. "Pero
los pequeños castigos del hambre y la miseria humana continúan,
y la solución sigue en nuestras propias manos".
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