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Máquinas y Monos, 4
Eduardo J. Carletti


Los personajes

Aunque suelen ser apenas dibujados por muchos autores, los personajes son piezas extremadamente fundamentales en un relato. A ellos les corresponde gran parte de la carga de llevar la historia. La función de los personajes nunca es secundaria; al contrario: es clave siempre. Los personajes son los vehículos para las emociones, por lo tanto son quienes "llegan" al corazón y a la mente del lector. El personaje ES el lector, o es un enemigo del lector, o por lo menos, si la identificación no es completa, es un amigo. El resto del contenido de una historia no admite identificación, ya que tiene la personalidad y la intencionalidad del escritor: todo lo que no es personaje con el cual identificarse es del escritor.

En los cuentos, los personajes deben ser nítidos, creíbles, consistentes, con el máximo grado de humanidad posible en el espacio que se dispone, para permitir una identificación rápida del lector. En un cuento los personajes tienen la obligación de llevar la historia lo más directamente posible hacia una conclusión, lo cual exige practicidad, pero jamás deberán dejar de tener carnadura humana. Si son como objetos que hablan y hacen cosas, para el lector dejan de funcionar como espejos de su persona. Los personajes son los que viven los hechos, las emociones, las dificultades. Son quienes triunfan y fracasan. El espacio del personaje nunca debe ser ocupado por el autor. Si el autor describe cómo está de triste un personaje vacío, mal delineado, puede gastar páginas enteras pero el lector no lo cree. No lo siente. Si el personaje está triste, y el autor sabe mostrarlo desde el mismo personaje y no con un texto que lo informa, los lectores sienten la tristeza. Si los personajes no son humanos, son cosas: pasan a ser parte del decorado.

En una novela se espera que los personajes sean mucho más profundos que en un cuento. Lograr la identificación del lector es más fácil porque allí los personajes se pueden delinear mucho más. En las buenas novelas, los personajes son construidos detalladamente para tener personalidad, motivaciones, historia, para que se sepa qué es lo que funciona en su inconsciente, con quiénes se relaciona y cómo, cuáles son sus deseos y cuáles sus frustraciones, etc. Por otra parte, la novela suele tener muchos más personajes, de modo que el "trabajo" de llevar adelante la historia y hacer que el lector "sienta" los hechos es repartido entre varios.

El grado de impacto de un personaje suele variar con el "punto de vista". Si el relato es en primera persona, el personaje es más fuerte. Todo pasa por él. Si la identificación está lograda, el lector es el personaje. El relato en primera persona suele tener dificultades para explicar los hechos, sea porque no ocurren ante los ojos del personaje o porque él los ve "desde dentro". En la subjetividad de esa "cámara unipersonal" no se permiten las visiones panorámicas, los conocimientos externos al personaje ni explicaciones, análisis, aportes de información u otras "invasiones". No es posible aportar datos que no provengan del conocimiento y/o la experiencia del personaje. Es muy común que los autores noveles intenten "hacer trampa" haciendo que el personaje en primera persona "suponga" cosas. Incluso que "prevea" cosas. Es habitual ver afirmaciones tales como: "Me di cuenta de que caería y me lastimaría mucho" justo antes de caer, en una huida que jamás le permitiría tener demasiados pensamientos. O especulaciones dirigidas hacia el futuro mucho más detalladas en medio de situaciones de acción que, si lo estudiamos un poco, jamás permitirían esos pensamientos. O análisis poco probables para el tipo de persona que es ese personaje. Incluso se suele reemplazar los pensamientos del personaje por pensamientos del escritor, para expresar las cosas que el escritor desea decir. Por desgracia, conscientemente o no, el lector se da cuenta de que lo están engañando: se nota que las "suposiciones" o "meditaciones" provienen de otra mente que no es la del personaje. En dos palabras, del autor.

Los relatos en tercera persona permiten personajes e historias más complejas. El trabajo de lograr la identificación es más arduo, pero se compensa con la capacidad que adquiere el relator de cambiar la perspectiva, aportar datos de su conocimiento, etc. De todos modos, no es que la tercera persona sea mejor para relatar, ni que sea superior. Muchos relatos en primera persona tienen una fuerza que sería imposible de lograr en otro punto de vista. El autor debe comprender que el punto de vista del relato es una herramienta más, que bien utilizada puede potenciar lo que se quiere expresar, mientras que mal usada puede o arruinarlo o quitarle la calidad que podría haber tenido.

 

Los personajes en la literatura fantástica

En las historias fantásticas, los personajes suelen sufrir cierto nivel de esquematización a causa de que los autores prefieren dedicar más lugar a la explicación de aquellos elementos que escapan a la comprensión y conocimiento habitual del lector; elementos que son, justamente, los elementos fantásticos. La mayoría de los autores obvian el desarrollo del personaje y trabajan con figuras típicas, ya construidas en el imaginario de cada género: magos, duendes, hadas, robots, mutantes, vampiros, hombres lobo, culturas colmena, semidioses superinteligentes. Son personajes que el autor cree que no deben ser delineados, o al menos que sólo se requiere un mínimo de presentación. Sin embargo, esta falta de trabajo de construcción hace que el personaje de estas historias sea un mero cartón de fondo que casualmente habla, una especie de "careta" del autor. El autor está haciendo que el lector se vea obligado a darle atributos a su personaje y el lector, que muchas veces necesita darle esa entidad para creerse lo que pasa, hace uso de una "ficha" inconsciente que aplica de inmediato. El problema es que todos los "mutantes", todos los "robots", todos los "magos" que ese lector encuentre en las historias serán idénticos, porque son el mismo. Algo que puede aburrir muy pronto.

Suele ser muy difícil dar cualidades "humanas" a seres que no lo son. Es muy común que los extraterrestres terminen funcionando como humanos demasiado humanos. Lo más que se logra es hacerlos "extranjeros": un extraterrestre que piensa como un budista zen sonará raro, pero no dejará de ser humano. Un extraterrestre que tiene las costumbres de una tribu perdida en el Amazonas puede parecer raro, pero sigue siendo humano. Las actitudes humanas están construidas por millones de años de evolución y varios siglos de cultura, pero no hay que olvidar que los millones pesan más que los milenios. Muchas de las actitudes, reacciones y costumbres de los humanos son iguales o similares a las de otros animales, mamíferos placentarios, o por lo menos iguales a las de otros primates. Muchas reacciones, formas de pensar, actitudes, inclinaciones, tienen más que ver con la forma de vida y las presiones de supervivencia del ser humano durante los dos o tres millones de años anteriores a la aparición de la cultura que con la situación urbana.

Muchas actitudes "incomprensibles" de las personas son fácilmente comprensibles si se las analiza desde el punto de vista etológico, como animales que somos. De la misma manera que muchas "actitudes" de los animales nos parecen incomprensibles, aunque nos las expliquen a nivel de ecología o supervivencia. Ocurre que suponemos que los animales son —o deberían ser— algo así como seres humanos disminuidos, o inferiores. Y por cierto no lo son. El autor de CF debe evitar lo más que pueda hacer que sus extraterrestres sean reptiles, o arácnidos, o mantis con cultura, reacciones y motivaciones humanas. Es evidente que unos extraterrestres con esas formas no se comportarían como humanos, aunque tampoco lo harían como los animales que se les parecen.

Se pueden elegir casos extremos en la buena o mala construcción de personajes extraterrestres. En la novela "Avispa", del autor inglés Eric Frank Russell, se infiltra un agente de nuestro planeta en una cultura alienígena desarrollada y logra no sólo mimetizarse, sino influir gravemente en ella. En la historia se cometen una enormidad de errores, algunos conceptuales y otros de grado. Los extraterrestres son humanoides pero de otro color y una conformación corporal diferente, etc. Tienen, obviamente, otro idioma. Y probablemente la evolución les haya dado un aparato bucal algo diferente. Los terrestres "disfrazan" al personaje en muy poco tiempo, le dan las pautas de la cultura, costumbres, actitudes, psicología, etc., en muy poco tiempo. El personaje se mezcla con los extraterrestres e influye en ellos hasta generar un conflicto. Se enfrenta con interrogatorios policiales, en medio de un conflicto. Todos sabemos cuán paranoicos pueden ser los integrantes de un cuerpo policial cuando hay algo que los amenaza. El autor parece querer engañarnos con simpleza: no sólo los extraterrestres son extremadamente humanos, sino que son muy estúpidos (entonces... ¿cómo es posible que sean oponentes de la raza humana, enemigos a considerar, en una época de tecnología interestelar y enfrentamiento entre razas?). Lo de la estupidez de los oponentes hace acordar a las producciones hollywoodianas malas; no baratas, sino malas. Desde los japoneses a los alemanes, de los extraterrestres a los mutantes sobrehumanos, todos son más estúpidos que un héroe de acción anglosajón.

Volviendo a la novela "Avispa", si se lo analiza un segundo parece fuertemente inconcebible la posibilidad de que los extraterrestres no noten de inmediato que se encuentran ante un extraño disfrazado. Por el olor, por sus movimientos, por su manera de hablar, por la mirada, por las pupilas, por la forma de contraer los músculos, por los pequeños detalles tales como poros, vello, cicatrices, uñas, aliento, dientes, por sus gestos ante la alimentación y actitudes —que difícilmente puedan ser iguales, aceptables e incluso compatibles en otro metabolismo— e infinidad de cosas más. Y si no notan eso, por lo menos notarán que es raro, y estarán fuertemente condicionados contra él. Lo denunciarán. Estarán atentos a él. Jamás aceptarán que movilice una crisis, que impulse un movimiento o que cambie siquiera la más mínima situación de sus vidas. En el mejor de los casos será un extraño, y muy sospechoso. Las personas tenemos, sin ser conscientes de eso, una capacidad muy potente de detección. Recuerdo que cuando conocí a mi primera esposa en un lugar de veraneo me di cuenta a la segunda frase, por la forma de hablar, de que no era de Buenos Aires. Era de Rosario, de una ciudad en el mismo país, en una provincia lindante, a apenas 300 kilómetros de distancia. Incluso descubrí con el tiempo que no compartíamos del todo el mismo idioma. Hay muchísimas cosas que en Rosario —tan cerca— se dicen de una manera distinta.

En cambio en libros como "Solaris", de Stanislaw Lem, "Expreso Nova", de William Burroughs, "Cita con Rama", de Arthur Clarke, "Un fuego sobre el abismo", de Vernor Vinge, y "Las sirenas de Titán", de Kurt Vonnegut Jr., hay extraterrestres delineados y pensados con maestría. En Solaris, el ente vivo extraterrestre es un planeta. La novela está repleta de "contactos" entre las manifestaciones de este ser y las interpretaciones de los exploradores y científicos; pero no son conversaciones. El resultado es altamente intrigante —aunque la novela es un poco lenta y aburrida— y el personaje fuertemente no humano. En "Expreso Nova" quien escribe es un extraterrestre. Podría haber sido una estúpida historia en la que quedara bien claro para lector que quien escribe es el autor, un humano, con careta de supuesto extraterrestre. Sin embargo Burroughs logró, con un experimento osado —y difícil de leer, es cierto, pero genial si se lo analiza—, la intensa sensación de que la mente del que escribe es diferente. Más que "sensación" queda bien claro. Burroughs tomó su texto, que había escrito a propósito con una cierta redundancia en conceptos, cortó las hojas de texto por la mitad en sentido vertical. Luego unió esas mitades con sendos fragmentos de texto periodístico, extraído de los diarios, por lo general de secciones policiales y de crónicas de guerra y desastres. Como la novela trata de la violencia y la muerte, las imágenes del texto periodístico mezcladas con el texto de la historia crean fuerte impresión. La historia no es clara. Es difícil de leer. Muchas veces uno se pierde. Pero si se persevera se nota con sorpresa que se ha leído un relato completo, con desarrollo, descripciones, intencionalidad y desenlace. Jamás he visto funcionar mejor una mente extraterrestre. Ni una mente que, aún construyéndola adrede con las herramientas de un escritor, suene tan extraña. En "Cita con Rama", un personaje se topa con una nave extraña que pasa por el sistema solar, logra entrar en ella y la explora. La extrañeza, el poderío y la grandeza de la raza que construyó esa enorme máquina queda delineada más desde la incapacidad de comprender gran parte del funcionamiento y las razones por las cuales ocurren los acontecimientos en el interior del gigantesco ingenio que de su comprensión. El personaje no toma contacto con los seres en sí, o al menos eso cree. Para comprender la extrañeza de otra mente basta con ver su obra. Queda claro que esa incomprensión es, muy posiblemente, lo mismo que nos ocurriría ante los extraterrestres en persona. En "Un fuego sobre el abismo", Vinge nos describe una raza de cánidos (similares a perros) formada de individuos-jauría que comparten una mente. Lo hace gradualmente, sin explicar demasiado, permitiendo que el lector "construya" a los extraterrestres en base a sus acciones. No se trata, como en muchos casos, de las típicas asociaciones de individuos bajo un sistema de colonia, como en las hormigas, abejas y avispas, ni tampoco es necesaria la telepatía para que compartan la mente. Logra unos extraterrestres muy alienígenas (valga la redundancia) y también seres sensibles, capaces de crear y tener sentimientos.

Otra obra maestra de la psicología extraña se puede hallar en "Las sirenas de Titán", de Kurt Vonnegut Jr. Allí ocurren enormidad de sucesos que, de tan extraños, pasan a ser ridículos. Uno se pregunta en cierta parte de la novela si el autor no se está burlando del lector. Pero no es así: hay que llegar hasta el final para ver cuan extraña y cuan impredecible puede ser una mente extraterrestre.

En "Los propios dioses", en contraste, un reconocido autor de CF como Isaac Asimov nos presenta unos muy raros extraterrestres (en realidad son "extrauniversales", pues pertenecen a otro universo) cuyos individuos están compuestos por partes que se unen, interpenetrándose, para formar un nuevo ser, aportando cada cual un conjunto de características a la personalidad del ser resultante. Sin embargo, cae en situaciones y actitudes fuertemente cotidianas, tanto en las escenas hogareñas como en las reuniones políticas de sus dirigentes.

El personaje fantástico debe ser delineado con muchísimo más detalle que un personaje humano. No basta con crear el individuo. Es necesario remontarse hacia atrás y analizar la evolución de su raza, su historia, su cultura, las características de su relación entre seres, grupos culturales, políticos y económicos. Es necesario tomar un grupo de estos seres y verlos funcionar entre ellos antes de ponerlos a funcionar frente a los humanos. No basta con que tengan escamas, garras o que sean etéreos y transparentes, deben ser coherentes y funcionales, porque son seres vivos que deben cumplir con una serie de reglas que son universales para permitir la supervivencia, y si son inteligentes, deben cumplir con otra serie de reglas, más complejas aún y mucho menos evidentes, para que exista su cultura, su civilización y su nivel de desarrollo.

Respecto a este tema, invito a los lectores a inscribirse en la Lista Axxón, donde estamos construyendo entre todos un extraterrestre verdaderamente extraño. Y también su mundo y su sistema solar.

Ficha de personaje:

Considero importante que el escritor tenga en claro muchas cosas sobre un personaje antes de usarlo en un texto. No es necesario, luego, que estas cosas se vuelquen todas en la historia, pero sí que hayan sido pensadas por el escritor y que estén en su mente. Se logrará coherencia y credibilidad. Un personaje con personalidad actuará personalmente, hará cosas consistentes y se comportará de una manera entendible y razonable. Al efecto, confeccionamos en el Taller de Axxón una ficha con los elementos que nos parece importante tener definidos en un personaje.

Un personaje debe tener (implícitos o explícitos):

1. Aspecto físico.
    a - Sexo, edad.
    b - Tamaño, color, peso, cabello, belleza.
    c - Vestimenta.
    d - Higiene.
    e - Tics.
    f - Cicatrices, marcas, defectos físicos.
    g- Actitud corporal

2. Historia.
    a - Lugar de origen.
    b - Familia, parientes, amigos.
    c - Ambiente y educación familiar. Ambiente de amistades.
    d - Estudios.
    e - Profesión. Trabajo.
    e - Hechos clave de su vida.

3. Psicología.
    a - Carácter.
    b - Humor.
    c - Inteligencia.
    d - Motivaciones.
    e - Gustos.
    e - Traumas.

4. Posición y función en el relato

 Axxón 112 - Marzo de 2002

 

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