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AnaCrónicas

por Otis

¡Habéis regresado a mí, mis ya simbióticos lectores! Bien recita la popular sabiduría que, en la serie de naturales números, no hay dos al que no lo suceda un tres; y que jamás la lluvia se ha precipitado sobre la tierra sedienta sin que más tarde o más temprano aquélla se detuviese. Habréis de saber que jamás cesa esta inextenuable cornucopia de manar de continuo toda clase de manjares para el espíritu y el intelecto, y por qué no también para el sustancial cuerpo; manjares éstos de los que si no os dejáis llevar de su apabullante exquisitez y hacéis de ellos un mensurado uso, administrándolos según el don de los sabios, viviréis por las patas diez mil años.
      De tal suerte es que la dosis que dispénsoos hoy de néctares y ambrosías está compuesta, en primer término, por un diálogo que uno de los novísimos colaboradores que ésta nuestra sección AnaCrónicas ha mantenido con el globalmente célebre investigador de lo oculto Dänik Eraparauntaar, de quien recordaréis, si es que acaso sabéis lo que os conviene, ha formado parte del privilegiado círculo que ha desentrañado para la humanidad toda los más recónditos secretos de El Gaucho de los Anillos, esa magistral e intemporal epopeya cuyos ecos resonarán por siempre en los claustros de la historia donde las venideras generaciones cantarán la gloria de su magnificente descubridor. Esto por sí solo bastaría para justificar su presencia en estas inmateriales planas que, merced a electrónicos y seculares milagros, en innumerables pantallas multiplícanse de ictiopanificadora manera; mas como tendréis oportunidad de comprobar por vuestra propia cuenta, el doctor Eraparauntaar acumula muchos más merecimientos para ser honrado con mi atención. Y en cuanto con tal lectura concluyáis, y hayáis asimilado cuanto sustento de ella podáis haber obtenido... ¡aprontad vuestro ánimo! Pues tendréis mi testimonio, de primera mano y en idéntica persona, del más reciente episodio en mi infatigable cruzada por la verdad acerca de mi pasado envuelto en tinieblas.
      Más no os diré, pues no sería sino prolongar inútilmente vuestra agonía al no poder acceder a la brevedad a los tesoros cuya somera descripción basta para despertar en vuestros ávidos corazones la más insoportable y vergonzosa tentación. ¡Adelante, disfrutad... por seguro tengo que regresaréis a por más!

Entrevista con Dänik Eraparauntaar
Por Andrés D.
El informante
Testimonio
El Gaucho de los Anillos
La comunidá del anillo (capítulo 10)


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