Editorial: «Para degustar lo tradicional, lo nuevo y lo desconocido», por Eduardo J. Carletti, director de Axxón
Agregado en 15 marzo 2010 por admin in 206, EditorialesQuizás por tener más tiempo, o por un estado mental, o porque he cambiado con los años (y también puede ser que por todas esas cosas juntas), en estos tiempos estoy viendo y disfrutando algunas pelÃculas «raras».
No piensen mal, me refiero a pelÃculas diferentes a las de la lÃnea tradicional hollywoodense.
En ellas he notado una intensidad y profundidad mayor para contar los problemas humanos. Comprendo cada vez más que, a esta altura de mi vida, eso es lo que me importa en una historia. Nada de pirotecnia visual. Nada de peleas con artes marciales, asaltos de esgrima, saltos de videojuego ni persecuciones de vehÃculos.
Es decir, nada del Hollywood actual. Y no quiero decir Hollywood siglo 21, sino Hollywood súper tradicional.
Hollywood ha producido (y como nos anuncian cada dÃa, planea producir) una enorme proporción de tÃtulos en la temática de ciencia ficción, fantasÃa y terror. Me da la impresión de que es mayor que antes, aunque no he estudiado el tema buscando los números estadÃsticos.
Y se están repitiendo todo el tiempo en esta producción, una y otra vez, con segundas y a veces hasta terceras versiones, las viejas historias.
¿La ciencia ficción no tiene (o no deberÃa tener) un alto componente de «lo nuevo»? Siempre sentà que la ciencia ficción es una forma de descubrimiento.
En otras épocas nuestro propio planeta nos ofrecÃa muchos lugares desconocidos. Uno podÃa salir y visitar territorios llenos de novedad. Quiero decir que podÃa haber territorios misteriosos, sorprendentes, a unos kilómetros, y uno podÃa no saber nada de ellos hasta que los visitaba.
Habiendo tanto por descubrir, estábamos cargados de ansias. A mà me pasaba.
El placer por el descubrimiento de lo nuevo era fervoroso, y se volvÃa exquisito al abrir las páginas de una revista o un libro de ciencia ficción.
¡Ahà sà que estaba lo nuevo!
Hoy somos bombardeados con información. Se pueden recorrer mapas y fotos satelitales con una pantalla y dentro de casa. Podemos ver muchos «territorios nuevos» en los 50, 100 o 500 canales de cable que llegan a nuestro televisor.
Somos unos exploradores furiosos, exacerbados.
Sin embargo, en el ámbito de la ciencia ficción (aceptemos que hoy la que más se consume está en el cine y la TV), nos regresan ahora una y otra vez a las mismas historias… ¿qué es lo que pasó?
Cada dÃa se anuncia que van a rehacer una pelÃcula ya conocida. A veces por tercera vez.
¿Qué es lo que pasa? ¿No hay nuevas historias, nuevos temas, nuevos enfoques?
Sabemos que sÃ.
Quizás de tanto explorar hemos perdido el gusto por lo nuevo y pasamos al otro lado, casi a tenerle miedo.
Por lo menos como masa. Porque las pelÃculas de Hollywood se hacen y no deberÃamos olvidar esto para las masas.
Las masas son las que ponen la verdadera plata, no las élites.
Caemos en lo tradicional.
¿Cabe lo tradicional en una historia especulativa, una historia en la que se especula sobre nuevos mundos?
La palabra tradición implica el mantenimiento de las ideas, costumbres y formas de pensar.
Y si la defensa de la tradición se amplifica se genera mucha violencia. Porque la gente tiene terror, miedo de probar lo nuevo, lo desconocido.
Pero vayamos un poco a otro ámbito que siempre nos ha gustado. De hecho, la palabra lidera el nombre de nuestro género preferido: Ciencia.
¡Cuántas cosas nuevas aparecen en ciencia todos los dÃas! ¿No serÃa éste un paraÃso para los que escriben especulando?
Sólo la primera pantalla de la sección noticias de un sitio de divulgación suele tener cada mañana decenas de ideas nuevas, incitantes.
EnergÃa oscura (como en Star Wars, ¿no?), la «partÃcula de Dios» viajando hacia atrás en el tiempo para evitar que la descubran, estrellas que giran alrededor de otras en cinco minutos, supercomputadoras capaces de manejar datos a velocidad superlumÃnica, ciudades que se desplazan, superconductores para construir neuronas, asteroides oscuros (¿De nuevo Star Wars?), extrañas partÃculas de antimateria en el haz de los aceleradores, ¿la Tierra sin campo magnético?, multiversos, el universo en un holograma y burbujas de leyes fÃsicas diferentes… Puedo seguir y llenar páginas y páginas.
Ni hablar de las noticias sobre genética, medicina, neurologÃa y biologÃa molecular.
Los seres humanos tenemos diferentes maneras de ser.
Estoy viendo los últimos tiempos una serie de TV raro en mà que me encanta: The Big Bang Theory.
Y es un espejo de muchos de nosotros, los fans de la CF. Ahà me veo en parte yo y a muchos de mis amigos y conocidos.
En ella el personaje más desorbitado es Sheldon, que no puede cambiar una sola cosa en sus rutinas diarias y semanales sin sentirse muy mal.
Conozco personas asÃ. Hay que ofrecerles lo tradicional, o se sentirán mal.
Otros yo soy uno, aunque los años han suavizado mi locura necesitan cambios, cosas nuevas, giros imaginativos e inesperados.
Convivimos, bien o mal, en un universo que, a cualquier nivel que se lo observe, está en constante cambio.
No quisiera ser un Sheldon. No podrÃa mirar la sección de noticias de Axxón, porque temblarÃa cuando descubren una y otra vez esos asteroides que nos pasan zumbando y que nadie detectó.
No quisiera ser un Sheldon para ver que de pronto se derrumba la economÃa de los Estados Unidos, ¡nada menos!
No quisiera ser asà si hoy el universo es 82 % de algo desconocido que afecta todo, si las partÃculas pueden «sentir» lo que le pasa a otra estando al otro lado del universo… y eso deja de ser una fantasmagórica propuesta matemática para volverse algo usable en la tecnologÃa.
No quisiera ser alguien con la mente demasiado opuesta a los cambios mientras todo cambia en el mundo hora a hora, a veces segundo a segundo, y no puedo evitar enterarme.
No es lo mejor ser alguien que gusta del cambio y la renovación, que disfruta de las revoluciones, pero peor serÃa lo otro.
Que cada uno busque el mejor equilibrio…
Eduardo J. Carletti, marzo de 2010
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