«La vida es bella», Roberto Sanhueza
Agregado en 27 julio 2010 por admin in 209, Ficciones, tags: Cuento
 CHILE |
¡Por supuesto que no! No somos esclavos, claro que no. El término exacto para nosotros y nuestra condición es «Obreros Ligados». No existe tal cosa como la esclavitud en nuestros dÃas. No es que no se nos permita abandonar nuestro lugar de trabajo sino que… ¿dónde podrÃamos ir? De verdad, ¿dónde?
Los siete somos gemelos clónicos idénticos. Nos diseñaron y construyeron para trabajar en un ambiente de gravedad mÃnima para Rey y CÃa. Ltda. (¿Que somos propiedadde la CompañÃa? No, nosotros no hemos dicho eso, menos por escrito). Y vivimos para servir a la CompañÃa en el Cinturón de Asteroides.
Buscamos, encontramos y explotamos asteroides de hielo de agua en el Cinturón. Los reclamamos para la CompañÃa y después les ponemos los propulsores para enviarlos cuesta abajo en el pozo gravitatorio rumbo a Júpiter, donde otro equipo los lleva hasta las factorÃas flotantes en la alta atmósfera para procesarlos.
Nos diseñaron pequeños para que no consumiéramos demasiadas calorÃas ni oxÃgeno. Nuestro diseño incluye pulgares en oposición en los pies, un detalle muy útil en gravedad baja. También, por gentileza de los ingenieros genéticos y las polÃticas de la CompañÃa, somos sexualmente neutros aunque nuestra apariencia es predominantemente masculina. Esta falta de diferenciación sexual es la norma entre los trabajadores en ambientes aislados. Dicen que nos evita muchos problemas, asà debe ser.
Sumando y restando, llevamos una buena vida. Saber que te es fÃsicamente imposible vivir en algún otro lado te ayuda mucho a valorar tu hogar. No vemos mucha gente por aquà porque somos autosuficientes y nuestra ecologÃa está muy bien diseñada (patente de Rey y CÃa.). Las pocas cosas que no podemos sintetizar nosotros mismos nos las envÃan desde la Oficina Central en las capas superiores de la atmósfera joviana.
Todo eso cambió radicalmente cuando apareció Blanche en nuestra vida.
Llegó de repente, sin aviso y más extrañamente aún, sin ser detectada por nuestras alarmas. Ella estaba ahÃ, simplemente, en la escotilla de entrada, igualando las presiones de su cápsula con la de nuestro hábitat.
Decir que nos sorprendió es muy poco decir. No solamente se habÃa saltado olÃmpicamente todos nuestros detectores sino que además su cápsula era a todas luces incapaz de recorrer la distancia entre nuestro hábitat y el lugar habitado más cercano.
Más sorprendidos aún quedamos cuando nos enteramos de quién era. Se trataba ni más ni menos que de Blanche Rey, hija de Waldemar Rey, fundador y propietario de la CompañÃa.
Todos los que trabajamos para la CompañÃa conocemos la historia. Blanche era la única hija y heredera del viejo Rey, quien, al fallecer, la habÃa dejado a cargo de su tercera y última esposa, Stephanie. Muchos rumores corrieron respecto a la súbita muerte del viejo pero nada oficial, sólo eso, rumores. Blanche habrÃa de entrar en posesión de su herencia al cumplir su mayorÃa de edad a los 16 años y mientras tanto la inmensa fortuna familiar era administrada por una junta administrativa dirigida por (nunca se lo habrÃa imaginado, ¿no?) la madrastra.
Hasta donde nosotros sabÃamos en este rincón perdido del área de influencia de la CompañÃa, Blanche alcanzarÃa su mayorÃa de edad una semana estándar a partir del momento en que apareció en nuestra puerta. Por qué y cómo se las habÃa arreglado para cubrir la distancia entre la mansión Rey, en órbita media sobre Júpiter, y nuestro hábitat lo Ãbamos a averiguar en breve.
En ese momento, cuando nos agolpábamos los siete ante nuestra puerta sin saber aún quién (o qué) estaba allÃ, agarrando cualquier cosa que pudiera remotamente servir de arma, sólo atinamos a preguntar por el intercomunicador…
—¿Quién… quién es?
—Soy Blanche, Blanche Rey. ¡Déjenme entrar, por favor! Me queda poco aire.
En nuestras pantallas vimos una hermosa jovencita que realmente parecÃa ser quien decÃa que era. Asà que accedimos y la dejamos entrar. Lo primero que dijo, después de saludar muy amablemente, fue que por favor no informáramos a su familia que ella se encontraba con nosotros. También accedimos.
En realidad no podrÃamos haber hecho otra cosa una vez que nuestro lector de códigos de identidad nos corroboró que era quien decÃa ser. La obediencia a la familia Rey está profundamente inculcada en nuestra programación (somos Obreros Ligados, ¿recuerda?).
—¡Qué tiernos que sois, muchachos! ¿Quiénes sois y qué hacéis aquÃ?
—Somos mineros y trabajamos para ti.
—Y decidme, chicos mineros, ¿tenéis algún nombre?
Nos miramos unos a otros algo sorprendidos, nunca habÃamos necesitado nombres antes. Cada uno de nosotros sabe perfectamente con quién está hablando.
—PodrÃa decirse que nuestro nombre es ENNO. De ENNO-1 a ENNO-7.
—¡Pero eso es un código, no un nombre!
—No tenemos otro.
—ENNO será entonces. Y ahora será mejor que os diga, muchachos, por qué estoy aquÃ.
En realidad no tenÃa obligación de hacerlo. Hubiéramos hecho lo que nos pidiera de cualquier modo, pero fue una gentileza de su parte.
—Imagino que sabéis que mi madrastra está en control de la CompañÃa fundada por mi fallecido padre hasta el momento en que yo cumpla los dieciséis años. Imagino que también sabéis que mi madrastra y yo no nos llevamos bien, de hecho nos llevamos muy mal, y ella sabe a ciencia cierta que voy a desafiar su control de la CompañÃa en cuanto me sea legalmente posible. Ella sabe también que no puede mandar a asesinarme, como sospecho que ha hecho con antiguos accionistas leales a mi padre y a mÃ, fallecidos en sospechosas circunstancias. Mi muerte causarÃa demasiadas preguntas asà que ella ha intentado un enfoque más sutil.
»No sé cómo lo ha logrado pero ha conseguido infectarme con un virus mixto, biológico e informático, que afecta tanto a mi organismo como a mis extensiones sensoriales artificiales. Incluso en este momento, mientras hablo con vosotros, gentiles mineros, las malditas nano-máquinas se reproducen obscenamente dentro de mÃ.
»Pronto tendrá ella pleno control de cada acción que ejecuto por lo que no tendrá necesidad de asesinarme, simplemente me hará votar a su favor en la próxima reunión de accionistas de la CompañÃa.
»Es aquà donde aparece Prinz en esta historia. Prinz es el hijo de Charles Imperial, accionista mayoritario y gerente general de la Corporación Imperial en la órbita de Saturno. Conocà a Prinz en los salones de chat virtuales en los que intentaba distraerme del confinamiento impuesto por mi malvada madrastra en la casa central de la CompañÃa. Primero nos hicimos amigos y luego amantes.
Aquà se ruborizó encantadoramente.
—Amantes virtuales, por supuesto, ya que él vive en la órbita de Saturno y yo en la de Júpiter. Aún no nos hemos conocido personalmente. Prinz ha sido un gran apoyo en esta, mi hora de sufrimiento, y me ha dado un muy buen consejo.
»Prinz me ha sugerido que me oculte de mi madrastra donde ella no pueda hallarme y que entre en hibernación. El frÃo profundo detendrá la multiplicación del virus y, mientras tanto, él pondrá todos los recursos de la Corporación Imperial, que son considerables, en descifrar el código y detener el virus. Entonces me encontrará y me despertará y juntos enfrentaremos a mi malvada madrastra y, quién sabe, quizás algún dÃa Rey e Imperial serán un solo conglomerado.
Aquà se ruborizó de nuevo.
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—Y ésa es mi historia, gentiles mineros. ¿Me ofreceréis refugio en vuestro hábitat para ocultarme de mi madrastra? Las cápsulas de escape de los navÃos de la CompañÃa van rutinariamente provistas de una unidad de criogénesis por lo que mi hibernación no será inconveniente. Con la complicidad del capitán del yate familiar pude fugarme y atravesar el Cinturón. Este valiente y leal empleado ha desafiado las iras de mi madrastra al darme la oportunidad de ser libre.
»Ella me buscará y a pesar de que el capitán ha estropeado intencionalmente el auto-localizador de la cápsula, eventualmente me encontrará. Mi sola esperanza es que Prinz me encuentre primero.
Y ya no habló más, una lágrima rodó por su suave y sonrosada mejilla.
De más está decir que la ayudamos. Lo habrÃamos hecho aún si no hubiéramos estado ligados a ella y a su CompañÃa. Se veÃa tan adorable y desvalida.
Asà comenzó una nueva rutina para nosotros. Cada mañana estándar nos dirigÃamos a nuestro trabajo como siempre para ubicar los escurridizos asteroides de hielo de agua o para faenar los ya ubicados y enviarlos a Júpiter. Cada tarde al volver a casa y después de cenar, nos reunÃamos en torno a la urna donde Blanche dormÃa el quieto sueño del frÃo profundo y nos conectábamos al terminal de su cerebro para compartir su mundo subconsciente de sueños y recuerdos, producto de su actividad cerebral residual. Conocimos una vida que nunca imaginamos que podÃa existir, lejos de la prospección de asteroides y la baja gravedad. Blanche habÃa conocido incluso la maravillosa y casi mÃtica Tierra. En sus sueños, nosotros estábamos ahà también y podÃamos caminar bajo 1 G sin caer por los suelos por nuestro propio peso, y tendernos ante extensiones infinitas de agua lÃquida, bajo la radiación solar, sin necesidad de protecciones. Por aproximadamente dos horas soñábamos con Blanche y después nos Ãbamos a dormir sin jamás excedernos en el tiempo. Los Obreros Ligados de la serie ENNO somos muy disciplinados.
De vez en cuando podÃamos detectar en nuestras pantallas signos de la búsqueda de Blanche, pero los buscadores jamás se acercaron a nuestro humilde hábitat. Esto continuó por un tiempo largo, pero las cosas buenas no suelen ser eternas. Una tarde cualquiera, Prinz apareció por nuestro hábitat tras burlar él también las alarmas. Le dejamos entrar, se lo habÃamos prometido a Blanche.
Se acercó muy lentamente a la urna y se arrodilló frente a ella. A través de la cubierta transparente se veÃa su adorable cara, pálida y quieta en el sueño frÃo.
—Blanche —dijo él, mientras una lágrima silenciosa rodaba por su cara—. Eres aún más hermosa de lo que soñé. No duermas más, mi amor. Tengo conmigo el código que detendrá la maldita proliferación viral y tú te levantarás y juntos desafiaremos a cualquier enemigo.
Al volverse hacia el teclado para introducir el código en la consola de la urna, nos acercamos por detrás y le volamos la cabeza con una llave muy masiva que tenemos, que pese a no pesar prácticamente nada en nuestra gravedad, conserva intacta su inercia. No estamos Ligados a la Corporación Imperial, ¿comprende?
Hoy por hoy, nuestra vida es maravillosa. Cumplimos con nuestro trabajo cuidadosamente para no llamar la atención por un exceso o disminución de la producción, pero en la noche, ¡ah, las noches! El universo que está abierto a los poderosos como Blanche Rey lo está también para nosotros en su memoria.
Sabemos que no será eterno, probablemente ni siquiera muy largo. Si Prinz no era un imbécil completo, ha de tener un respaldo de su matriz de personalidad y sus memorias por ahà y seguramente también muestras de sus tejidos. Muy posiblemente lo tendremos frente a nuestra puerta una vez más en un futuro próximo, más cuidadoso, suponemos, esta vez y sin tomarnos tan a menos.
Eso o quizás la madrastra logre averiguar finalmente dónde se esconde su hijastra fugitiva. Pero no nos importa. Dice un antiguo refrán de esa Tierra de la que alguna vez salieron nuestros antepasados que es mejor haber amado y perdido que nunca haber amado. Nosotros no podemos amar pero compartimos completamente el sentimiento.
Mientras dure, la vida es bella.
Roberto Sanhueza, odontólogo y aficionado a la ciencia ficción de toda la vida, ha descubierto su vena literaria hace relativamente poco. Seis años atrás apareció su primer cuento «Katts and Dawgs» en el e-zine Bewildering Stories de EE.UU. Desde entonces, escribiendo tanto en inglés como en español, ha sido publicado en «Aphelion» (otro e-zine estadounidense) y resultó finalista del primer concurso de novela corta de Ciencia Ficción de Tau-Zero, Chile, con la obra «El año del gato», que va a ser publicada en duro junto con los otros ganadores. También resultó finalista en el primer y segundo concurso de relatos cortos del Cryptshow Festival de Barcelona del año 2008 y 2009 respectivamente. Ambos cuentos, «Café Americain» y «El caso del bebé sospechoso», han sido publicados en duro en Barcelona en las antologÃas que recogen estos concursos. Es de la cosecha de 1951 y el pelo que le va quedando está más blanco que negro a estas alturas. Es, además, músico aficionado y aún sube al escenario a tocar teclados con su banda. Entre la música, sus cuentos y por último, pero no menos importante, su profesión, va por la vida. Admira profundamente a Charly y a Calamaro y en ciencia ficción ha leÃdo desde Asimov a Stross.
Este cuento se vincula temáticamente con LA CUMBRE DE LA RESPUESTA de Yoss, FABULA (CON AMOR) de Carlos Daniel JoaquÃn Vázquez, EL BREVE ROMANCE ENTRE EL ORCO Y LA ELFA de Juana Gallego, CAPERUCITA de José Luis Zárate
Axxón 209 – julio de 2010
Cuento de autor latinoamericano (Cuento : Fantástico : Ciencia ficción : Corporaciones : Clonación : Humor : Chile : Chileno).
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Algunos alumnos se me quejan de que no pueden hacer una historia original.
¿Hace falta ser original en la historia, cuando se puede ser original en el encare de la misma?
He aquà un ejemplo, con «Blancanieves» cambiada de ambiente y un final distinto.
Marco Denevi hizo algo parecido con «Edipo».
Por no mencionar «Cenicienta» y «Romeo y Julieta», aunque en estos casos los resultados no han sido siempre felices.
Felicitaciones al autor.-
Fernando José Cots