«McLecturas», Marcelo Huerta San MartÃn
Agregado en 27 octubre 2018 por richieadler in 286, EditorialesÂ
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 ARGENTINA |
Siempre me ha llamado la atención la reticencia de algunas personas para leer ciencia ficción; en muchos casos pasa lo mismo con la fantasÃa. Dado que no son, exactamente, géneros, sino más bien escenarios que diversos géneros pueden utilizar, siempre me resultó curioso.
Después de todo, tenemos ejemplos de novela negra en entornos de cf (Altered Carbon) o de fantasÃa (las primeras novelas de la serie de Dresden Files), asà como también humor (Fredric Brown ha escrito algunas desopilantes historias de cf, y Terry Pratchett tiene el Mundodisco entero lleno de humor basado en la fantasÃa), antropologÃa (la mención de Ursula K. LeGuin resultará obvia en este punto), religión (la novela Un caso de conciencia y el corrosivo y alucinógeno cuento La fe de nuestros padres son claros ejemplos) y seguramente los lectores podrán añadir ejemplos interminables de cada uno de los temas transitados por la corriente principal de la literatura, pero ambientados en entornos cienciaficcionales o fantásticos. Los lectores de todos esos temas quizá se sintieran atraÃdos por la cf que los trata, pero en muchos casos no ocurre asÃ.
Entonces, ¿por qué?
Ursula LeGuin describe un tipo de lector que participa de este tipo de prejuicio. La cita de su prólogo a «Un pescador del mar interior» es famosa:
«Mucha gente siente auténtico terror y se deprime si tiene que pensar en algo con lo que no está familiarizado; se sienten inseguros. Si no es algo sobre lo que ya lo saben todo, no lo leen; si es un color diferente, lo odian; si no es McDonalds, no lo comen. No les interesa saber que el mundo existÃa antes que ellos, que es más grande que ellos, y que seguirá existiendo sin ellos. No les gusta la historia. No les gusta la ciencia ficción. Coman ellos en McDonalds y sean felices en el Cielo.»
Hay quien encuentra ofensiva esta descripción. En cambio, siempre he considerado que la exactitud en la descripción no deberÃa ofender, pero si es el caso, la responsabilidad de esa emoción es de quien experimenta la ofensa y no de quien describe.
Pero acaso se trate de una incapacidad personal. El arrobamiento de algunas personas por la poesÃa me resulta claramente inexplicable, por ejemplo. Quizá disfrute un buen limerick o un poema con temática de cf, pero en general no me conmueven. (Tampoco siento esa maravilla ante la inmensidad de ciertos aspectos la naturaleza. Entre mis conocidos es motivo de hilaridad que mi expresión más intensa de disfrute al visitar las Cataratas del Iguazú fue algo asà como «Lindo, che». Gocé mucho al experimentar el lugar en persona, pero no era esa fascinación al borde de las lágrimas que parecen experimentar otros.)
La potencia de la ciencia ficción (podrÃamos matizar y decir: de cierta ciencia ficción) como punto de partida para hacernos preguntas sobre la condición humana es algo que muchos disfrutamos y aceptamos. A los lectores de Axxón esta noción no se les escapa. ¿Por qué a otros lectores nada de eso les interesa, más allá del gusto personal?
No tengo una respuesta. Me pregunto y les pregunto. Si quieren, podemos charlarlo por aquÃ.
Los textos de este número de Axxón corresponden, salvo en el caso de L’incantatore, de Pablo Julián Vázquez, a autores que ya han sido publicados en Axxón al menos una vez. Esperamos que los disfruten y nos comenten sus pareceres.