Casualidades, homenajes y un adiós

Ernesto Sábato (1911-2011)

Ernesto Sábato en su casa de Santos Lugares.

Cuando concebí la idea de de “1953″, una historia ucrónica en la que quería plasmar un diálogo entre Ernesto Sábato y Perón, me pesaba mucho el hecho de que uno de los protagonistas estaba vivo, la posibilidad de un juicio de valor de su parte si alguna vez el texto era publicado.

La idea de la ucronía había arrancado mucho antes, por una propuesta de Eduardo Carletti, y se transformó en una novela que todavía no terminé de escribir, pero que ya dio a luz dos cuentos. La novela no tiene nada que ver con Sábato, pero el perfil de científico y escritor era ideal para ensayar la verosimilitud de mi universo contrafáctico. 

El éxito de “1953″ dependía mucho de la caracterización de los personajes. Investigué bastante sobre cómo se expresaba el escritor, leyendo sus ensayos, mirando videos. Quería ver fotos de su casa, que es donde transcurre el relato. Me fui hasta Santos Lugares una tarde, y encontré su casa. No me atreví a tocar el timbre. En ese momento llevaba conmigo un volumen de La ruta a Trascendencia (que había editado Página/12). Me retiré a la plaza, que está a pocas cuadras, me sentía en estado de shock. Abrí el libro, escribí (a modo de expiación) una breve dedicatoria, volví al domicilio del escritor y lo lancé al caminito que tiempo después, en mi cuento, el general Perón recorrería una noche de tormenta de 1953.

Luego me enteraría, gracias a la película documental de Mario Sábato (que recomiendo fervientemente a quienes quieran acercarse a la vida del escritor), que esa casa era especial. Había pertenecido a un director o productor de cine, y había funcionado como estudio (mi memoria es un poco frágil, este dato es aproximado), por lo que era luminosa, y tenía una configuración singular.

“1953″ salió en Cuasar nº 46, en 2008, dos o tres años después de esto que les cuento, y hace días nomás, mi colega y amigo, el periodista Epifanio Blanco lo volvió a publicar en su estupendo blog sobre mate (allí lo pueden leer en versión completa). Si antes me producía temor reverencial el que Sábato estuviera vivo, con esta republicación, lo que hoy me pesa es que ya no esté.

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