«La semana aleatoria. Crónica de un experimento social.», Fabián Casas
Agregado en 7 diciembre 2010 por Edu in 213, Ficciones, tags: Cuento
ARGENTINA |
Todo el mundo se queja del lunes, pero ese mal universal alguna vez fue temporalmente derrotado.
Los hombres y las mujeres de la primera administración comunal de Berazategui protagonizaron acaso la más revolucionaria mejora en la vida social de todos los tiempos. El asombroso experimento que la Municipalidad pondrÃa en marcha el primero de marzo de 1984 determinarÃa el triunfo definitivo de la imaginación sobre el poder, como el del arte sobre los efectos especiales, o el talento sobre los sintetizadores y samplers. Bastó una sola hora de debate en el Honorable Concejo Deliberante para sancionar la legendaria ordenanza.
Desde esa fecha en adelante, la semana serÃa aleatoria.
De esta manera Berazategui derrotó al lunes.
|
Rápidamente se organizó un calendario móvil que se armó sobre una tela naútica donada por un vecino de pasado marino, todo un sÃmbolo que alcanzó su completo tamaño profético cuando tres trabajadores municipales desplegaron el almanaque gigante desde la terraza del Palacio Municipal, cubriendo por completo la fachada sur, dedicada exclusivamente a los ventiletes de los baños. Asà zarpó la imaginaria nave de la revolución social, tripulada por los jóvenes ediles y pilotada por el querido Intendente. Ocupando toda la extensión de la tela, de un alto de quince metros en total, se situaba el número identificador de la fecha, conformado por una o dos cifras de chapa pintada de negro o rojo, según correspondiera. Arriba del número se colocaba un cartel con el nombre del mes, que quedaba fijo durante todo el transcurso del mismo. Debajo de la fecha, y más grande que el cartel del mes, se colocaba el trozo de chapa pintado que decÃa el dÃa de la semana que correspondÃa. Todas las noches una comisión formada por los representantes de las fuerzas cÃvicas asistÃa a la extracción de la bolilla que determinarÃa qué dÃa de la semana serÃa el siguiente, cuyo reinado comenzarÃa a la medianoche exacta. Un boy scout de la agrupación General Paz era el encargado de anunciar en viva voz pueril el dÃa de la semana extraÃdo. Entonces una suerte de algarabÃa se apoderaba del hall municipal, donde las voces de alegrÃa y sorpresa («Menos mal que mañana es miércoles, que tengo turno con el dentista» ) se mezclaban con las de desilusión («Uh… ¡con el lindo dÃa que va a ser! Mirá si no podrÃa haber tocado sábado, para ir al parque Pereyra» ). La vida de la joven comuna se vio entonces saludablemente sacudida por el impacto de la nueva normativa. El público vivÃa cada dÃa desconociendo qué le depararÃa el siguiente. PodrÃa ser lunes, domingo, jueves, o incluso el mismo martes que estaban viviendo, pues nada impedÃa que un dÃa se repitiese tantas veces como el azar lo quisiera, pero transcurrido el primer mes se vio que las leyes de la matemática secreta del Cosmos no tenÃan un capÃtulo especial para la ciudad de Berazategui. Una comisión formada por dos profesores de álgebra y geometrÃa del Instituto Politécnico se abocaron a vigilar la aparición estadÃsticamente esperable de los diferentes dÃas a medida que se producÃa el sorteo diario. Las consecuencias comerciales fueron las primeras en evidenciarse en una ciudad acostumbrada a girar alrededor de la principal arteria, es decir, la calle 14. Las carnicerÃas pasaron a vender asado todos los dÃas, puesto que potencialmente cada dÃa de mañana podÃa ser un domingo. Las panaderÃas, de la misma manera, duplicaron la venta de pan, porque el dÃa siguiente podÃa ser lunes. El periódico «La Palabra», que aparecÃa los jueves, comenzó a imprimir ediciones de emergencia puesto que cada cierre de redacción podÃa terminar en prensa. Finalmente se convirtió en un diario. El tambo Barzola acomodó su régimen de entrega de lácteos para que no faltara leche ningún dÃa de la semana, por muy domingo que fuera en el resto del mundo. Felizmente, las frutas y verduras provenÃan de las quintas de Hudson, donde regÃa, por supuesto, el calendario local.
Pronto se evidenciaron los cambios profundos que la semana aleatoria causaba en el tejido social. Los niños dejaban de hacer los deberes para mañana, esperanzados en la aparición de un domingo o sábado. Por otro lado, las parejas de novios recuperaban la frescura perdida tras meses, o años, de estrictas citas jovianas. Cada dÃa de mañana era una incertidumbre deliciosa o amenazante, según el caso. Los domingos en particular perdieron su poder cáustico sobre el blando tejido del alma sureña para dar lugar a la esperanza, fundada en la experiencia, de que el dÃa siguiente difÃcilmente iba a ser lunes. Incluso se habÃa dado el caso de repetición de domingos y fines de semana largos de tres dÃas. Los detractores y contreras empedernidos, metástasis del riñón opositor, se empecinaban en negar la vigencia de la semana aleatoria, acudiendo a la propalación subversiva de las transmisiones radiales de las emisoras de la capital a viva voz por los combinados hogareños y los pasacasettes de sus autos. «¿No ven, boludos, que para el resto del paÃs es martes?», «Vayan a laburar, manga de vagos», eran los gritos admonitorios que se oÃan a veces, durante el fin de semana local, en los alrededores de los centros de recreación como el club Ducilo o, ya en el colmo de la desfachatez temeraria de estos agitadores, las mismÃsimas piletas de Plátanos, localidad cuna del Intendente.
Tras siete u ocho meses de continua felicidad y mientras algunos estaban pensando en los festejos del primer aniversario de la semana aleatoria, bajo el eslogan «En esta ciudad desalojamos a la tristeza», la intelectualidad que solÃa reunirse en la biblioteca Manuel Belgrano exponÃa sus temores. Para algunos, era evidente que Berazategui no resistirÃa por mucho tiempo más la embestida de los grupos hegemónicos que pugnaban por impedir que el ejemplo revolucionario se propagara por el resto del paÃs. Florencio Varela y Almirante Brown ya habÃan empezado a estudiar los respectivos proyectos de ordenanza para adoptar la semana aleatoria. Incluso se habÃa formado una mesa coordinadora cuyos integrantes estaban pensando en un sistema unificado de dÃa semanal para todo el conurbano. La mayor parte de los gremios provenientes de la combativa CGT Brasil habÃan saludado con alegrÃa la iniciativa. Sin embargo, el gobierno nacional guardaba un silencio preocupante. Algunos de los polÃticos locales, otrora militantes de la izquierda peronista, sostenÃan que habÃa que prepararse para defender la conquista lograda contra el sistema semanal fijo. Como era de esperarse, a pesar del intenso debate interno, la Iglesia local se expidió a favor del sistema antiguo, amparándose en su discutible autorÃa papal. «Ya tenemos la Iglesia en contra, nos la quieren dar como al General en el 55» dijo el famoso militante y fotógrafo social «Pampa» López, durante un acto a favor de la insurrección sandinista realizado en el centro cultural Rigolleau. Para muchos, fue una declaración de guerra. A esa altura, además, arreciaban a las denuncias difamatorias contra el sistema. Se decÃa que los sorteos del dÃa estaban comprados; que los boy scouts eran hijos de funcionarios municipales interesados en hacer salir un dÃa antes que otro; que los dueños del bingo habÃan ofrecido una fortuna a los ediles para que privatizaran el sorteo y toda clase de denuncias con muy poco fundamento, pero bastante aptitud mediática. Los rumores iban y venÃan desde los centros neurálgicos de la ciudad hasta los suburbios: las calles del centro, la 14, la Mitre y la 21, eran escenarios casi diarios de actos a favor del gobierno y de repentinas caravanas de opositores que hacÃan sonar sus bocinas mientras gritaban «¡Negros, vayan a trabajar!». La calle 148, ex 31, era un polvorÃn. Las multitudes que salÃan de la misa del domingo se encontraban con la populosa fila de compradores de la fábrica de pastas «La Torinesa», mayoritariamente comprometida con el almanaque local, y se armaban trifulcas interminables. «¡Si no es domingo, para qué van a la iglesia, culos rotos!», «¡Por cada domingo de mentira, van a pagar cinco lunes seguidos, negros cabeza!» eran algunos de los insultos que cruzaban los bandos enfrentados. La señal inequÃvoca del inminente golpe la dio una columna publicada en el New York Times a cuyo tÃtulo, «Argentina sigue siendo un paÃs poco previsible», seguÃa un artÃculo donde se decÃa que en algunas de sus ciudades los lugareños no sabÃan ni en qué dÃa vivÃan. Al conocerse la noticia, un grupo enfurecido partió del corralón municipal a bordo de un camión de recolección para ir a confiscar un ejemplar de la publicación imperialista. No lo consiguieron ni en el quiosco de la 14 ni en el puesto de Ducilo, de manera que fueron para Quilmes a ver si habÃa algún quiosco que lo vendiera. La administración de la vecina ciudad, de signo polÃtico contrario, aprovechó la inofensiva incursión para multar al camión municipal y a su conductor por llevar gente en la caja. Siguió una discusión que finalmente demandó la intervención de la policÃa, terminando los cinco obreros municipales presos. Durante horas se debatió en la Municipalidad sobre los pasos a seguir para recuperar a los compañeros capturados. Los más moderados aconsejaban prudencia, mientras que los más exaltados decÃan que no valÃa la pena vivir en una comunidad libre a costa del encierro de sus habitantes. A medida que avanzaba la noche, la gente comenzó a reunirse en el playón de la Municipalidad. Primero eran unos pocos, luego cientos. Ya a esa altura se habÃa suspendido el sorteo, por primera vez en la historia del proyecto, y todos velaban las luces encendidas del despacho del Intendente y la SecretarÃa de Gobierno. Hacia la madrugada, miles de vecinos portando antorchas y estandartes con consignas diversas («No pasarán»; «En bolas pero libres», «Barrio MarÃtimo Presente» ) se prestaban a apoyar al Intendente y resistir cualquier intento de intervención. Pero a pesar del apoyo popular, los rumores eran sombrÃos. Algunos habÃan visto un helicóptero aterrizar en el Club de Golf, aparentemente portando tropas. Todos querÃan ver al Intendente, pero nadie se asomaba a la ventana del segundo piso. De pronto sonó la sirena del cuartel de bomberos. Minutos más tarde pasaron dos autobombas raudas rumbo al rÃo. La gente se desbandó tratando de ver qué sucedÃa. Aparentemente, ese fue el momento en que secuestraron al Intendente, aunque algunos sostienen que se entregó para evitar derramamientos de sangre. Hacia las cinco de la mañana, el único rumor que circulaba era el de la renuncia del máximo lÃder comunal. Cuando la certeza de lo peor abarcaba los ateridos corazones de los vecinos, se anunció por la radio local la renuncia del Intendente y su pedido de asilo en México. El gobierno provincial habÃa intervenido el partido de Berazategui y un nuevo Intendente se harÃa cargo del gobierno comunal. Más tristes que enfurecidos, los vecinos fueron dejando lentamente la plaza municipal, siendo reemplazados por los festivos locales partidarios de la intervención. Cuando ya clareaba, unos desaforados hombres vestidos de traje descolgaron la tela del almanaque municipal y le prendieron fuego. Al dÃa siguiente nadie escuchó la radio para saber qué dÃa era. Pero no hacÃa falta: todos lo sabÃan.
Era lunes, otra vez.
Fabián César Casas nació en 1964 en Berazategui, Argentina. Admirador de la obra de Douglas Adams y del rock progresivo (entre otras cosas), conductor de programas de radio, hace que comer alfajores con dulce de leche tenga sabor a ciencia ficción (*) y que llevar por la calle una toalla sobre el hombro no sea algo mal visto.
Ha publicado varios cuentos en Axxón y muchos de ellos demuestran su cariño por la zona sur del conurbano bonaerense (más precisamente a la zona de Berazategui) a la que ya casi ha transformado en referencia ineludible dentro de su ficción: REFLEJOS, CONTRA EL TAXISTA, EL IDIOMA DE LOS PRÓCERES, EL JEDI SE VA DE COMPRAS, EL EXAMEN MÉDICO, LA VIDA EN LA GALAXIA, UN MISTERIO URBANO EN ROSARIO, ARGENTINA y LA NAVE DE LOS SUEÑOS.
Este cuento se vincula temáticamente con LA VACA NO ES UNA VACA, de Javier Goffman; ROBOT, de Leonardo Killian y EL DESTINO NO ES CIEGO, de Sergio Gaut vel Hartman.
Axxón 213 – diciembre de 2010
Cuento de autor latinoamericano (Cuentos : Fantástico : Realismo conjetural : Humor : PolÃtica : Argentina : Argentino).
BuenÃsimo!
Muy bueno. Si parece Argentina en serio, je.
alguoen e puede explicar
Muy bueno che!!