«Me la sé lunga», Mauricio Gafento
Agregado en 29 septiembre 2020 por richieadler in 295, Ficciones, Secciones
Estimado Mauricio: Un compañero de trabajo me insiste que debería leer las “Enseñanzas Metacléticas del conde de la Biteaucul”. A mí me suena a chantada esotérica pero ese no es el principal interés de mi pregunta sino por el conde en sí, ya que he visto que muchas librerías tienen estantes dedicados a sus libros. ¿Quién fue el conde de la Biteaucul?
Curiosamente suyo,
—Enrique Caín Ramonez de Quebrada de las Toninas.
Para empezar, Enrique, deberías saber que cuando hablamos del conde de la Biteaucul no nos referimos a una persona en particular sino a cuatro individuos diferentes, de los cuales uno, el tercero, ni siquiera existió realmente.
El primero, y a mi entender el más interesante de todos, es un misterioso personaje del siglo XVIII. Misterioso en muchos sentidos pero en el que es más intringante es en su origen, ya que nadie sabe de dónde salió, quiénes son sus padres o cuál era su verdadero nombre. Ni siquiera él era consistente cuando hablaba de su pasado: en algunas ocasiones decía ser el legítimo heredero al trono de Cismolaquia –y, dado que Ivgar Sjnovstkovsk murió a los seis años asesinado cuando las tropas austrohúngaras anexaron Cismolaquia, el conde de la Biteaucul debería ser algún hijo de Bolgar el Cruel del que la Historia no tiene registro–, en otras ocasiones decía ser el hijo ilegítimo de la reina Catalina la Dubitativa de Hesperia y un aventurero judío-portugués llamado, dependiendo la ocasión, Diego Franfollo, Jacobo Francobolero o Santiago de los Andarríos y, en otras terceras ocasiones, el hijo del mismísimo rey Salomón de la Biblia con la reina de Saba… sí, ya voy a hablar de la supuesta inmortalidad del conde, paciencia.
Como sea, el primer registro de su existencia aparece en Londres en 1736, donde desarrollaba una modesta carrera como compositor barroco. De hecho, los musicólogos no dudan en que el conde no es otro que el cellista italiano Maniscalchi, quien desapareciera misteriosamente de Florencia un año antes, luego de batirse a duelo con el príncipe de Cazzorosso y salir victorioso. Como sea, es bajo el nombre de “Joseph Pricken-Bottom” que estrena una numerosa cantidad de obras religiosas y seculares con relativo éxito. De sus obras más conocidas se destacan el “Oratorio de San Jaime Encadenado” y la “Sarabanda Rústica”, que algunos conjuntos dedicados a la música de ese periodo aún hoy ejecutan.
Algún evento desconocido ocurrido en 1741 desencadena una crisis en el conde de la Biteaucul, quien empieza a presentar composiciones desconcertantes para la época, como la “Cantata para Alma Amada”, cuyas partes cantadas estaban integradas por palabras solo con la vocal “a”, y la vanguardista “Un día de aquellos”, que anticipa lo que luego haría John Cage con 4’33”, claro que en este caso no se trata de una obra de cuatro minutos y treinta y tres segundos pensada para piano sino una de veinticuatro horas completas y escrita para un cuarteto de kazoo, gaita, zampoña y zanfona. El escándalo desatado tras el estreno de esta irritante obra provoca que al conde se lo deporte a Australia, a pesar que faltaban veintiocho años para que James Cook llegara a la isla y cuarenta y siete para que se instalara la primera colonia penitenciaria en Nueva Gales del Sur. Afortunadamente para el conde el galeón que lo transportaba naufraga frente a las costas francesas y logra llegar sano y salvo al país galo.
Es allí donde adopta el nombre de Conde de la Biteaucul y, gracias a su notable labia y carisma, muy pronto se codea con los más selectos círculos de la nobleza parisina. Que ya existiese otro individuo con ese título nobiliario no parece llamar la atención a los cortesanos, quienes asumen –o al menos eso es lo que yo supongo, tal vez era porque los nobles franceses eran idiotas– que el nombre es una transliteración al francés de su nombre cismolaquio. Como sea, sus encantos y sus historias extravagantes lo llevan a ser un invitado frecuente en cenas, bailes y otros agazajos de la alta sociedad y termina siendo uno de los integrantes del séquito de la marquesa de Sapeur-Pompier –una de las muchas amantes del rey Luis XV, por si no lo sabías.
De estas épocas vienen los rumores de su supuesta inmortalidad, ya que el conde y su lacayo, un tal “Calimerro”, solían recordar anécdotas de cuando fueron caballero y escudero en la quinta y séptima cruzada o, para horror de algunos miembros de la iglesia, de cómo le advirtieron a la Virgen María de que su hijo no iba a terminar bien si se seguía juntando con el sinvergüenza de Judas.
Las historias del conde de la Biteaucul en la corte francesa darían para escribir un libro entero –y probablemente algún día yo lo haga, si consigo un editor interesado–, pero digamos que así como su ascenso fue meteórico también lo fue su caída en desgracia. Sus enemigos en la corte lo acusan de ser un espía del reino de Prusia y le plantan una serie de documentos incriminatorios, Coincidiendo con esto, y probablemente parte del mismo complot, varios palafreneros confiesan haber tenido relaciones homosexuales con el conde, en orgías en las que el bestialismo y el canibalismo no eran infrecuentes.
Ante el escándalo huye en 1753 con rumbo desconocido. Reaparece nueve años más tarde en Rusia bajo el nombre de “Coronel Vaslav Tchlenvzadniste” como parte del golpe de estado que pone en el trono a Catalina la Grande pero su presencia allí es efímera y poco notable –aunque, obviamente, los opositores a Catalina lo mencionan como uno de sus muchos amantes–. Entre 1765 y 1772 vive en Viena como la “duquesa de Schwanzarsch”, donde no solo se dice que tiene un romance con Mozart sino que algunos afirman que muchas de las composiciones de este músico son en realidad del conde de la Biteaucul.
Luego de 1772 su paradero se vuelve aún más nebuloso. Hay reportes de un intento de regresar a París que resulta infructuoso cuando descubre que el rey Luis sentado al trono no tenía XV sino XVI detrás de su nombre, lo que lo obligaba a volver a empezar de cero su seducción de la corte.
Se dice que murió en Montevideo en 1788, donde habría instalado una fábrica de paraguas y máquinas de coser, pero vaya uno a saber.
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Un siglo más tarde, en 1888, aparece en París el segundo “conde de la Biteaucul”. Obviamente él no se declaraba “segundo” sino que afirmaba ser el primero y único, que había pasado un siglo regenerando su cuerpo físico en una pirámide inca de la Península de Yucatán. A las críticas obvias a esta ridícula afirmación respondía escupiendo en el ojo de su interlocutor. Curiosamente, esta respuesta le ganaba el favor de más adeptos en lugar de ponerlo en evidencia como un charlatán.
Su carrera es bastante corta, sin embargo, apenas tres años, en los que escribe libros como* Ancien Grimoire des Sciences Esotériques, Mystères mystérieux, Noveau Grimoire des Sciences Esotériques y *Qu’est-ce que c’est que ce bordel? *y funda la *Occulte Société de l’Esotérisme Magique. La noche de 17 de septiembre de 1891 sale de una reunión con sus acólitos y no es visto nunca más. La versión policial y de los escépticos es que al “conde de la Biteaucul” lo cagaron a palos uno o más de los individuos a los que les escupió el ojo y lo arrojaron inconsciente al Sena, donde se ahogó –hipótesis consistente con el cadáver hinchado e irreconocible que apareció semanas más tarde cerca de Villers-sur-le-Roule– pero sus seguidores sostuvieron que el “Maestro” había anunciado su Ascenso a un Plano Astral Superior aquella noche y que regresaría “al comienzo de la Nueva Era”.
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Este regreso debe esperar hasta 1929, cuando Ron Warren Delano, un antiguo miembro de la filial norteamericana de la Occulte Société de l’Esotérisme Magique –obviamente bautizada como “Occult Society for the Magickal Esoterism”– afirma haber sido contactado por el espíritu del conde de la Biteaucul mientras se encontraba realizando sus tareas de agrimensor en el Monte Shandygaff (Oregon). Según su relato el conde lo traslada astralmente a México, donde visitan la pirámide inca mencionada por el anterior conde. En su interior el conde le muestra un portal interdimensional con el cual visitan vidas pasadas y futuras. Así Ron Delano descubre que fue, entre otras personas, una esclava de Ramses II en el Antiguo Egipto, el apóstol Jeconías, el emperador Carlomagno, el rey Ricardo Corazón de León y, por supuesto, Calimerro, el secretario de “la primera encarnación” del conde de la Biteaucul. También viajan al planeta Venus, donde conoce a otros Vigilantes Eternos – además del conde los que menciona Delano por su nombre son Jesús, Zaratustra, Iñaki Neskagaltzaile, Gregoria Parafernaglia y Yorgon Atharaxios pero, según dice Delano, son trece en total–, quienes le entregan unas tablas de una aleación desconocida en la Tierra y lo nombran su Vocero Oficial. Es por eso que luego de esta experiencia adopta el seudónimo de “Joffrey Sundial Theos” y se dedica a escribir libros y conducir programas de radio en los que canaliza el espíritu del conde y, ocasionalmente, el de SOTHROYAM –así, todo en mayúsculas–, uno de los Vigilantes que no había sido parte del comité de recepción inicial.
Quien menciona tu compañero de trabajo es este tercer conde de la Biteaucul, ya que son “Joffrey Sundial Theos” y su esposa “Potus Sundial Theos” (o Agnes Wanda Barrow Delano, según su documento de identidad) quienes crean la “COME BACK Activity” –nombre supuestamente derivado del mantra en sánscrito कमबख्तo “Kamabakht”– quienes se dedican a difundir sus canalizaciones del conde de la Biteaucul y otros Vigilantes Eternos en forma de libros o programas radiales. Mayormente lo de los Delano son refritos esotéricos mal entendidos, de un sincretismo pornográfico y que por momentos parecen lo que verdaderamente son: los delirios de un maniático.
Sin embargo no te sorprenderá saber que los Delano comienzan a tener una enorme popularidad y a amasar una considerable fortuna por medio de las “amorosas contribuciones” de sus seguidores. Tampoco te sorprenderá saber que, a medida que avanzan los años 30, la “COME BACK Activity” empieza a mostrar simpatías con los régimenes fascistas europeos.
Sorpresivamente “Joffrey” y “Edna” mueren de botulismo en 1939 por comer una lata de duraznos en almibar abollada, pese a que repetidas veces se jactaron de haber alcanzado la inmortalidad y de ser inmunes a enfermedades y venenos. Pero tampoco te sorprenderá que te diga que para sus seguidores, ahora guiados por “Edweena Sundial Theos” –o Ray A. Delano–, “Joffrey” y “Edna” siguen vivos como Vigilantes Eternos y escribiendo libros de tanto en tanto.
De todos modos, no son los Sundial Theos los que hablan de Metaclética sino Isadora Mendoza, quien introduce en Latinoamérica la “COME BACK Activity” en forma “no oficial” –es decir, sin pedirle permiso a Ray y publicando los libros de su padre bajo el nombre de ella– y la rebautiza como “Escuela Metaclética del Conde de la Biteaucul”.
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La cuarta versión del conde de la Biteaucul aparece en Francia en los 60 y es, si uno creyera en esto de la reencarnación, la más verosímil, ya que el personaje que declara esa identidad también es un músico pintoresco y carismático llamado Michel Couillon. De hecho, si buscás en YouTube vas a encontrar varias de sus presentaciones en Eurovisión.
Y, al igual que el primer conde, tenía una habilidad sorprendente para ofender a cuanta gente poderosa y peligrosa se cruzara en su camino. De ahí que el 14 de marzo de 1967 muera, cuando Stefanu Rompeossu, un conocido mafioso corso, le vuela la cabeza con una carabina recortada luego de encontrar a su hija adolescente Isabella y a Couillon drogados y teniendo relaciones sexuales en el asiento trasero de un Fiat 600.
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Y así termina este largo resumen de las cuatro encarnaciones del “conde de la Biteaucul”. Espero haber satisfecho tus dudas y espero aún más que no le hagas caso a tu amigo. Hay muchas cosas más interesantes para leer que estas charlatanerías.