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Paradox

Alemania 2019. Serie original de Streamix creada por Friedrich Trinkenschuh. Con Ralf Schattenparker, Nika Vormelker, Bärbel Bierhals, Katarina Leichenberg, Bruno Seuche, Lothar Heftklammern, Oskar Dreikäsehoch y elenco. Capítulos de una hora.

“Viajemos en el tiempo y matemos a Hitler” es, probablemente, el más remanido y fallido tropo de la ciencia ficción. Es por eso que muchos no teníamos fe al conocer los primeros avances y noticias de “Paradox”, la serie alemana que se convirtió en la favorita de los abonados de Streamix en los últimos meses.

Sin embargo, el primer episodio nos da un cierto indicio de que la serie es consciente de la ridiculez de la premisa al presentar tanto la localización temporal como la estética de los decorados en los años 60. De hecho, el laboratorio donde el doctor Karl Toffel y su equipo recuerda mucho a los que se veían en series de la época y, en particular, en “El túnel del tiempo”.

En este primer episodio, en el que se mantienen y “homenajean” (¿o parodian?) las convenciones de una serie de los 60, nos enteramos del plan conjunto entre Alemania Occidental y Estados Unidos de enviar en el tiempo a Bill Kahne, un francotirador del ejército norteamericano, con el propósito de asesinar a Hitler. Concretamente, a Kahne lo envían a agosto de 1919, es decir, un mes antes de que Hitler fuera enviado por el gobierno alemán a infiltrarse como espía en el DAP, operación que, según enseña la historia, tuvo el efecto inesperado de que el espía se volviera líder de la organización política que estaba investigando. La idea es evitar que Hitler hable en el mitín que el DAP celebró el 12 de septiembre, cuando se enfrentó a un promotor del separatismo bávaro e impresionó con su oratoria a Anton Drexler, el líder del DAP, quien lo invitó a integrarse al partido que luego se convertiría en el NSDAP o, como se lo conoce popularmente, “el partido nazi”.

Así que Kahne es enviado al pasado y comienza a estudiar los movimientos del joven soldado Hitler, con el fin de realizar el atentado. Este proceso de estudio es mostrado en casi la totalidad del segundo episodio y es muy interesante pero, para los fines de esta reseña, nos saltamos a los últimos minutos, cuando Kahne tiene a Adolf Hitler en la mira de su M40, oprime el gatillo y le mete una bala entre ceja y ceja al futuro Führer. Aquí viene el giro que hace que la serie sea el éxito que es y que tenga el nombre que tiene, ya que cuando Hitler da su último suspiro y muere vemos la perplejidad dibujada en el rostro de Kahne, quien se pregunta “¿Por qué maté a este hombre?”

Y es así que, a partir del tercer episodio, nos vamos enterando que al cambiar la historia Kahne “olvidó” quién era Hitler y las razones de haber sido enviado al pasado. En realidad, más que olvido es que esa información jamás existió en su cerebro. Pero también desaparecieron muchos otros datos históricos relacionados directa o indirectamente con el ascenso de Hitler y el nazismo, la Segunda Guerra y el Holocausto. Y, lo más importante, que Kahne se convierte en una paradoja temporal, ya que la razón por la que fue enviado al pasado jamás existió y, por lo tanto, él no debería estar allí. Pero, por otro lado, él debía estar allí para evitar que Hitler se convirtiera en el Führer.

De aquí en adelante la serie se aboca a explorar tanto estado de indeterminación temporal de Kahne como de mostrarnos una ucronía de una Alemania sin Hitler pero con todo el caos sociopolítico de la República de Weimar gestándose de todos modos. Para empezar, el Comando de Inteligencia del Ejército, o sea el Aufklärungskommando, no deja pasar el hecho de que el agente Hitler haya sido asesinado un día antes de infiltrarse al DAP y redobla los esfuerzos para investigar al partido. También vemos el ascenso de Gottfried Feder como la figura principal del partido. Una ironía de la Historia es que Feder también lucía un bigote cepillo como Hitler.

La indeterminación temporal de Kahne podría haberse convertido en una insoportable sucesión de escenas llenas de sobreactuación y monólogos inconexos en off si no fuera por el contrapeso aportado por Inga Gartenwicke, la posadera donde se aloja Kahne, que es quien se encarga de cuidarlo durante su periodo de mayor agonía existencial-temporal y lo ayuda a sobrellevar su amnesia selectiva, además de permitir que existan diálogos y se haga más llevadera la historia.

También quiere la ironía –o, mejor dicho, la voluntad de los guionistas– que la cervecería asociada a la posada sea la Sterneckerbräu, donde se realizaron los primeros mitines nazis. Allí Kahne conoce a Dietrich Eckart, quien en la historia real –o sea, nuestro mundo– es el intelectual que fue transformando al verborrágico pero inculto cabo Hitler en el Führer que todos conocemos. Eckart reconoce un potencial similar en Kahne, a pesar de que el americano presente un comportamiento errático debido a su indeterminación temporal y que, obviamente, sea extranjero. Ninguno de estos obstáculos parecen desanimar a Eckart, quien no confía que ni Feder ni Anton Drexler –el fundador del DAP– tengan madera de líderes para el gran partido de masas que están construyendo.

Paralelamente, Kahne empieza a tener flashes de su vida en esta nueva línea temporal, en la que jamás viajó en el tiempo para asesinar a Hitler sino que se encuentra en 1965 combatiendo junto con las tropas de la República de Francia –o “Francia del Sur”, de ideología capitalista– contra el ejército de la República Democrática de Francia –también llamada “Francia del Norte”– y los guerrilleros del Frente Nacional de Liberación Francesa, respaldados por China y la URSS. Kahne le confiesa estas visiones a Inga, quien al principio no le cree y luego acepta a regañadientes, en especial debido a que los eventos que van ocurriendole a Kahne en 1919 van en cierta manera modificando los eventos del 1965 “visionado”.

El episodio 6 presenta un giro inesperado cuando a las reuniones del DAP se suma un misterioso y carismático joven, Wolfgang Erbsenzähler. Nosotros, espectadores entrenados, inmediatamente sospechamos que se trata del reemplazante del cabo Hitler como topo en el partido, cosa que se confirma dos episodios más adelante, pero los personajes continúan ignorándolo hasta el final de esta primera temporada.

Final que nos dejó otra sorpresa como cliffhanger: Inga, la posadera, es en realidad Irina Sladkiyevna Gorokhova, una agente soviética del futuro, enviada para asesinar a Kahne antes de que él se convierta en el Führer de su línea temporal. Por qué no lo mató en todo este tiempo y decidió ayudarlo a reponerse de su estado de paradoja cronohistórica es un misterio que, esperemos, se resuelva en la próxima temporada de Paradox.

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