Caminos de ida y vuelta: Literatura y ciencia

Gregory Benford es un escritor estadounidense de ciencia-ficción, autor de la novela Cronopaisaje (de 1980, que ganó premios como el Nebula y el John Campbell Memorial) y también de la serie de novelas del Ciclo del Centro Galáctico. También es doctor en física y pertenece al consejo científico de consultores de la NASA. De hecho, trabajó en los años ´60 con Edward Teller, pionero de la mecánica cuántica y la física nuclear, y vinculado a la fabricación de la bomba H, en el Laboratorio Nacional Livermore (uno de los principales centros de investigación armamentísticos de los Estados Unidos).  

Sin embargo, antes que físico y escritor, Benford había sido lector de ciencia-ficción. Y no era el único: sus colegas científicos muchas veces usaban argumentos de a ciencia-ficción en sus charlas, y el mismo Teller sostenía que “para ideas a largo plazo confío en los verdaderos visionarios: al menos en aquellos que prefiero leer. Los escritores de ciencia-ficción. Siempre me ha gustado el señor Heinlein, el señor Asimov y, por supuesto, el señor Clarke. A la larga son más importantes que cualquier secretario de defensa”[1].  

Alejandro Alonso, Carlos Gardini y Federico Kukso

El caso de Benford es tan sólo un ejemplo de cómo la ciencia-ficción, sobre todo la rama dura del género, dialoga con las ciencias, e incluso de cómo ese diálogo tiene el potencial de modelar la realidad. Con esto en mente, la Red Argentina de Periodismo Científico organizó el 9 de Diciembre pasado, en el auditorio de la Fundación Instituto Leloir de la Ciudad de Buenos Aires, una charla con el escritor Carlos Gardini. La charla estuvo coordinada por los periodistas Federico Kukso y Alejandro Alonso.  

Para Gardini, este diálogo entre ciencia y ciencia-ficción no es más que un caso particular. “Siempre hay un diálogo entres las ciencias y las artes. Esto no es sólo con la ciencia-ficción. Con la ciencia-ficción a veces hay una cuestión a veces un poco superficial: alguien incluye cómo es la trayectoria orbital de un planeta, y dicen que eso es ciencia. Pero el diálogo entre ciencia y arte es mucho más profundo, es muy íntimo. Por ejemplo, John Dalton era químico y también era poeta. Seguramente nadie lo recuerda como poeta (…) Todos recordamos que Einstein era músico. Tal vez no fuera un gran músico, pero era importante la relación para él entre la música y la física. Max Plank también era músico, y alguna vez dijo que un científico «debe tener una imaginación vívida e intuitiva, dado que las ideas nuevas no se generan por deducción, sino por una imaginación artísticamente creativa». Einstein decía que ningún científico piensa en fórmulas”. En este sentido, Gardini considera que tanto la ciencia como la literatura son modos de exploración de la realidad.  

El escritor analizó también la función predictiva de la ciencia-ficción. “Ningún escritor cree en los futuros que inventa. La prueba más sencilla está en que un mismo escritor puede inventar varios futuros diferentes. Es ficción, es literatura. En la ciencia-ficción entramos en una especie de terreno mítico, donde cuajan las imágenes colectivas. Ursula Le Guin decía que la ciencia-ficción sueña los sueños de la gente común”. En este orden, Gardini traza un paralelo con las grandes tragedias griegas (Esquilo, Sófocles y Eurípides), que giran en torno a sucesos míticos ocurridos mucho antes de que estas obras se escribieran. “Al narrar algunos de los hechos míticos, los atenienses en realidad reflejaban los cambios en la sociedad ateniense contemporánea de entonces, y por extensión muchos problemas más universales que también nos tocan ahora. En el caso de la ciencia-ficción sucede algo similar, pero allí los escritores no toman una mitología común sino que crean su mitología personal, si bien lo hacen en base a una serie de hechos comunes, cosas que nos afectan, como por ejemplo el impacto de la tecnología en nuestra vida diaria”, explicó Gardini.  

En otro segmento de la charla, se le consultó al escritor sobre el valor especulativo de la ciencia-ficción. “Jugamos con mundos posibles, pero esto no es nuevo. Ha cobrado la forma que en el siglo XX se empezó a llamar ciencia-ficción, pero existía de antes. Creo que el valor de este tipo de literatura es ése: ver distintas perspectivas de la realidad que no tendríamos de otro modo”.  

En la charla, se destacó la función especulativa de la ciencia-ficción, en su diálogo con las ciencias.

Uno de los aspectos que marcó buena parte de las respuestas de Gardini se relacionaba con quitar importancia a lo que él llama “ingeniería ficción”, uno de cuyos exponentes máximos es Arthur Clarke, por considerar que ese tipo de literatura parece tener fecha de vencimiento. Por el contrario, el escritor resaltó la labor de otros escritores más “literarios” como Stanislaw Lem. Consultado sobre cómo pueden haber cambiado los temas de la ciencia-ficción a partir de los grandes descubrimientos y logros de la ciencia (la bomba atómica, o el Proyecto Genoma Humano), Gardini respondió: “Depende mucho de los escritores. Hay muchos que están pendientes del último cambio científico. Para mí, en lo personal, no es tan así. Quizá porque creo que hay ciertas cosas que se mantienen a lo largo del tiempo”.  

Otro aspecto planteado por los panelistas fue el del poder de la ciencia-ficción a la hora de conformar un imaginario colectivo y una cierta mirada sobre la ciencia, llegando incluso a influir en su financiamiento. Utilizando algunos íconos populares del científico —desde Frankestein, cuya metáfora es fuerte y actual (incluso porque hoy puede leerse en clave de bioética), pasando por el Dr. No de la película de James Bond, hasta el Walter Bishop de la serie Fringe—, se pasaron revistas a temas como la religiosidad en las ciencias, el ocultismo, el protagonismo del científico, o la responsabilidad sobre su obra, entre otros.  

En este punto, es dable concluir que escritor y científico comparten esa capacidad de explorar la realidad (o las posibles realidades), cada cual con su método, pero ambos montados sobre la razón y la imaginación. Ambos deben pulsar las cuerdas de la especulación, hermanados por una pregunta (la más provocadora de todas): ¿Qué pasaría si…?  

Miembros de la Red Argentina de Periodismo Científico junto a Carlos Gardini


[1] Citado por Benford en “Mezclando la realidad con a imaginación: Un recuerdo de la ciencia y la ficción”, en VV.AA. Premio UPC 1996 Novela corta de Ciencia Ficción. Ediciones B. Barcelona, 1997.

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