Sobre ladrillos y coordenadas

(Sobre un ejercicio realizado en el Taller de Creación de Universos el 26-7-08 en Objeto a. Primera parte.)

Tomemos esta frase, cuatro palabras:

El contador Pereti caminaba.

¿Qué sugiere esa frase? ¿Qué imágenes aparecen en tu mente cuando leés “El contador Pereti caminaba”?

Levantá la vista de la pantalla y tomáte unos minutos. No sigas leyendo hasta que termines de figurarte la imagen mental de esta frase.

Algunos participantes hablaron de señores de edad madura (alguien dijo “canoso”, a otros les pareció más joven), vestidos de camisa y corbata (algunos mencionaron el saco, otros no), caminando por el Microcentro porteño a la salida del trabajo (o a las tres de la tarde). Otros lo ubicaban dentro de una oficina.… ¿Hay coincidencia con tu imagen mental?

Agreguemos a esa frase tres palabras:

El contador Pereti caminaba entre los edificios.

¿Cambia en algo la imagen mental? Evidentemente el contador ya salió de la oficina. Es una escena de exteriores, y sí, podría ser en el Microcentro.

Agreguemos una palabra más, una solita. Leé con atención:

El contador Pereti caminaba entre los edificios derruidos.

Cuando escribí (y leí) esta palabra, pasó algo que trascendió el espacio de las imágenes mentales. Se produjo un silencio. ¿Te pasó lo mismo? ¿Por qué? Sólo agregué una palabra.

Algunos dijeron que el contador estaba vestido igual, pero que la ropa estaba sucia, gastada, llena de polvo. Imaginaron accidentes, terremotos… Por alguna razón, imaginaron un ambiente polvoriento, seco. La imagen los implicaba de alguna forma: una cosa es ver a un profesional caminando en su “medio natural”, y otra muy distinta es que esa misma persona transite a través de una zona de desastre. Volveremos sobre el tema.

Consultados sobre la escala del accidente o de la catástrofe, la idea general era que podía abarcar una manzana, un barrio, o toda una ciudad.

Un último agregado:

El contador Pereti caminaba entre los edificios derruidos, bajo un sol púrpura.

¿Qué implica un sol que, al menos desde el punto de vista del contador, se ve de otro color? O bien hablamos de un fenómeno atmosférico (sin excluir la contaminación ambiental), o bien le pasó algo al sol. En todo caso, la escala de la catástrofe es mucho, mucho mayor de lo imaginado. ¿Nacional? ¿Global?

Tomemos entonces la frase completa:

El contador Pereti caminaba entre los edificios derruidos, bajo un sol púrpura.

Son sólo cuatro ladrillos que sugieren un mural completo:

  • Un personaje: El contador Pereti
  • Una acción: Caminar
  • Escenario 1: Edificios derruidos
  • Escenario 2: Un sol púrpura

¿Hace falta más? Como lectores, estas cuatro coordenadas nos alcanzan bosquejar ese universo donde transcurre la acción. Esas cuatro coordenadas nos ponen sobre aviso, nos abren la cabeza. Surgen las preguntas: ¿Qué le pasó al mundo que conocemos para que el buen contador Pereti esté caminando entre esos edificios derruidos y bajo ese sol en enfermo? ¿Qué historia tiene el contador Pereti para contarnos?

Volvamos por última vez a la frase que disparó este ejercicio, y probemos cambiar la palabra “caminaba” por sus sinónimos aparentes: avanzaba y deambulaba. ¿Nos sugieren lo mismo? Pueden parecer sinónimos, pero son ladrillos diferentes: coordenadas que apuntan hacia otros puntos del espacio. Si no lo notan, prueben con buscar esos tres verbos en un buen diccionario. ¿En qué caso la acción implica tan sólo un movimiento sin dirección, un contador desanimado por las circunstancias? ¿Qué palabra sirve para hablar de progreso en la acción, de un propósito de nuestro personaje al moverse?

Cuatro coordendas alcanzan para delimitar este universo. Un universo de palabras, claro. Porque de eso se trata el arte del narrar: de pulsar algunas cuerdas en las mentes de los lectores a través de palabras y frases precisas (afinadas), para que vean lo que el narrador desea transmitir. Esto debe hacerse discreta y eficazmente. Así como no sirve tocar todas las teclas del piano a la vez, tampoco sirve llenar nuestra narración de palabras disfuncionales o frases redundantes. Sólo con economía de recursos y una buena afinación “la melodía” narrada será clara, y le permitirá al lector llenar los silencios, involucrarse en el relato creativamente, y aún así arribar al punto exacto donde el narrador quiere que llegue.

-*-

Dando vuelta la página, les sugiero que vuelvan a leer los artículos de “El tratamiento de las ideas” (I y II, sobre todo), e intenten relacionarlo con el pobre contador Pereti. Porque va surgiendo una posible manera de tratar ideas para crear universos. Yo la llamo “Diferencia de potencial”.

Lo desarrollaremos en el próximo post.

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>