Ante la búsqueda constante de vida extraterrestre, imagínese el día que los científicos descubran vida en otro planeta. Luego imagínese cómo se sentiría al descubrir que las formas de vida en realidad se originaron en la Tierra
Cada vez que una nave sale de la Tierra, millones de microbios intentan subirse a un paseo al espacio exterior. En un futuro, la NASA espera lanzar una misión llamada Mars Sample Return Mission (Misión retorno de muestras de Marte), y prevenir la contaminación cruzada de Marte y la Tierra en una misión de ese tipo debe ser una prioridad. Un artículo publicado en la edición de septiembre de Trends in Microbiology (Tendencias en Microbiología) da un vistazo a las actuales políticas y procedimientos de protección planetaria de la NASA.
«Si los ‘bichos’ terrestres llegasen a Marte, ¿podrían sobrevivir y crecer, serían capaces de prosperar en ambientes extremos?», se pregunta el autor principal del documento Wayne Nicholson, que es profesor en el Department of Microbiology & Cell Science en la Universidad de Florida en el Centro Espacial Kennedy. «Hasta ahora, nuestros resultados nos dan que no sería capaz de crecer».
Aun así, el programa de protección planetaria de la NASA está trabajando para mejorar los procedimientos que aseguren que los microbios que viajen de polizones en los vehículos robóticos o tripulados no contaminen nuevos mundos. La principal preocupación es la «contaminación de regreso», o la transferencia de formas de vida extraterrestre a la Tierra que podrían perjudicar la biosfera. Una «contaminación en directa» se produce si se llegan a trasnportar microbios de la Tierra en una nave espacial que va hacia otros cuerpos planetarios, con la potencialidad de que colonice esos ambientes.
«La máxima prioridad es prevenir la contaminación de la Tierra», dice Catharine Conley, oficial de protección planetaria de la NASA. «Nunca hemos traído muestras de lugares donde creemos (que la vida puede existir). Así que, desde un punto práctico, estamos preocupados con la contaminación en directa».
Cauteloso desde un principio
La contaminación de regreso era la principal preocupación cuando comenzó el programa de protección planetaria. Después de que la Unión Soviética comenzó la exploración espacial con el lanzamiento del primer satélite terrestre Sputnik en 1957, el Consejo Internacional para la Ciencia creó el Comité de Investigaciones Espaciales (COSPAR) para promover la investigación internacional del espacio. Una de sus responsabilidades era el programa de protección planetaria.
El Tratado del Espacio Exterior de 1967 esbozó formalmente las directrices mundiales para cualquier nación que participe en la exploración espacial. Declaró que las actividades en el espacio exterior, incluyendo la Luna y otros cuerpos planetarios, debe llevarse a cabo de una manera que evite la contaminación biológica.
Aunque se espera que la comunidad científica actúe con responsabilidad en la exploración de nuevas fronteras, Larry Esposito, profesor de astrofísica y ciencias planetarias en la Universidad de Colorado, Boulder, considera que la contaminación de regreso es, en definitiva, más importante.
«El mayor peligro es la contaminación de regreso, aunque la probabilidad pueda ser menor», dice Esposito. «El hecho es que estamos viviendo en la Tierra, determinando nuestra manera de vida, y somos parte del sistema ecológico que puede ser afectado, potencialmente, por la contaminación de regerso».
En los últimos tiempos, la contaminación en directa también se ha convertido en una prioridad, especialmente con la exploración de Marte y la posibilidad de encontrar vida allí.
En marzo de este año, los astronautas de la Estación Espacial Internacional llevaron a cabo el experimento de exploración LOCAD-PTS, la primer puesta a prueba de la tecnología de protección planetaria. Esto implicó limpiar los guantes de los astronautas con hisopos de alta tecnología y comprobar si había microbios en los hisopos. Los astronautas casi no encontraron bacterias pero encontraron glucano, un indicador de la existencia de hongos, en 15 sitios.
Sin pasaje para pasear
Los procedimientos de protección se determinan en base a dos factores: el tipo de misión (sobrevuelo, orbitadpr, aterrizador o vehículo de superficie) y cuán probable es que el destino albergue vida. Una misión puede estar en una de cinco categorías, la Categoría V consiste en misiones con «regreso a la Tierra». Una vez que se le define la categoría a la misión, la NASA utiliza una variedad de procedimientos para reducir el material microbiano en las naves espaciales. Todos los procedimientos se realizan en salas limpias, diseñadas con sistemas especiales de flujo de aire que filtran los contaminantes.
Antes de la limpieza, los científicos toman muestras del número de esporas en la nave. Se utilizan hisopos de algodón estériles para tomar muestras de microbios en las áreas en la nave. Las muestras recogidas se incuban para cultivar las colonias de esporas, y usando algoritmos complejos, los científicos calculan el nivel total de contaminación.
El método actual de la NASA para la esterilización nave espacial es un proceso llamado reducción microbiana por calor seco. Se trata de una limpieza de la nave espacial y luego un horneado a 233 grados Fahrenheit (112 grados Celsius) durante 30 horas. Es el mismo proceso que se utilizó en las sondas Viking a Marte en 1970. Conley dice que la limpieza reduce el conteo inicial de 300 esporas por metro cuadrado a 0,03 esporas por metro cuadrado. Estadísticamente, debido a que 0,03 no consiste en una espora completa, la nave espacial se considera a salvo de la contaminación microbiana.
La NASA espera que en las futuras misiones se exijan medidas más estrictas de limpieza y está considerando dos métodos particulares para usar en el futuro próximo.
Uno de los métodos —el ensayo Limulus Amebocyte Lysate (LAL)— busca la presencia de materiales de la pared de las células microbianas. Es un método utilizado originalmente en la industria farmacéutica, y tiene la ventaja de ser muy sensible, rápido y reactivo a los organismos vivos y muertos.
El segundo método —ensayo de trifosfato de adenosina (ATP)— detecta el ATP, que es una fuente esencial de energía generada por todas las células vivas. Este método también detecta las células vivas y muertas, por lo que es un buen indicador de contaminación biológica.
Prueba de vida
Incluso con los rigurosos procedimientos de limpieza que están en vigor actualmente, aún se podrían lazar millones de microbios desde la Tierra. ¿Cómo pueden tener certeza los científicos de que una vida encontrada en otro cuerpo planetario no es un resultado de la contaminación?
«Cuando se busca vida, no queremos tener un falso positivo», explica Esposito. «Sería confundir la identificación de la vida en otro planeta o localización».
Para la identificación de potencial vida extraterrestre, la NASA tiene un inventario de muestras recogidas en misiones anteriores (como el Viking) con las que se pueden comparar las nuevas formas de vida. Conley dice que los métodos actuales de prueba basados en el ADN permiten a los científicos determinar la posibilidad de que las formas de vida extraterrestre sean o no originarias de la Tierra. Esto significa que los científicos esperan que el ADN de la vida extraterrestre sea diferente del de cualquier otro organismo conocido en la Tierra (si es que tienen un ADN) .
Mientras los astrobiólogos continuan la búsqueda de vida en otros mundos, la protección del medio ambiente de la Tierra, y también en otros lugares del universo, sigue siendo una prioridad clave.
«Estamos preocupados por la vida en todas partes, y no queremos contaminar o invadir otros lugares con la vida de la Tierra», dice Esposito. «De la misma manera, no queremos infectar la vida en la Tierra con especies de otros planetas».
Fuente: Space.com. Aportado por Eduardo J. Carletti