Como Venus no tiene un campo magnético para protegerse a sí mismo, estas anomalías de flujo caliente suceden justo encima del planeta y podrían tragarse el planeta entero
Investigadores del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA han descubierto que un fenómeno del medioambiente espacial que es común fuera de la burbuja magnética que protege a la Tierra, la magnetosfera, tiene repercusiones mucho mayores para Venus. Explosiones gigantescas, llamadas anomalías de flujo de calor, pueden ser tan grandes en Venus como el planeta entero y pueden ocurrir varias veces al día.
«No sólo son gigantescas», dice Glyn Collinson, científico espacial del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt. «Como Venus no tiene un campo magnético para protegerse a sí mismo, las anomalías de flujo caliente suceden justo encima del planeta. Podrían tragarse el planeta entero».
Collinson es el primer autor de un artículo publicado en la revista Journal of Geophysical Research este mes de febrero. El trabajo se basa en las observaciones de la nave Venus Express de la Agencia Espacial Europea (ESA). Los resultados muestran el tamaño y la frecuencia de este fenómeno del clima espacial en Venus.
La Tierra está protegida del flujo constante de radiación del viento solar por su magnetosfera. Venus, sin embargo, no tiene esa suerte. Un planeta inhóspito y estéril, con una atmósfera tan densa que cualquier nave espacial que aterrizase sería aplastada en cuestión de horas, no tiene protección magnética.
Los científicos se hacen dos preguntas: ¿Qué sucedió de manera diferente en la Tierra para que sea un planeta que sustenta la vida en la actualidad? ¿Cómo sería la Tierra sin su campo magnético?
En la Tierra, no se producen anomalías de flujo de calor dentro de la magnetosfera; en cambio, liberan energía en las afueras, allí donde el viento solar es desviado y son obligadas a rebotar hacia el sol. Sin una magnetósfera, lo que sucede en Venus es muy diferente.
La única protección en Venus del viento solar es la capa externa de su atmósfera, llamada ionosfera. Existe un equilibrio sensible a la presión entre la ionosfera y el viento solar, un equilibrio fácilmente perturbado por el torrente gigante de energía de una anomalía de flujo caliente.
Las anomalías de flujo de calor pueden crear interrupciones dramáticas a escala planetaria, posiblemente chupando la ionosfera lejos de la superficie del planeta.
Venus
Venus es el segundo planeta del Sistema Solar en orden de distancia desde el Sol, y el tercero en cuanto a tamaño, de menor a mayor. Recibe su nombre en honor a Venus, la diosa romana del amor. Se trata de un planeta de tipo rocoso y terrestre, llamado con frecuencia el planeta hermano de la Tierra, ya que ambos son similares en cuanto a tamaño, masa y composición, aunque totalmente diferentes en cuestiones térmicas y atmosféricas. La órbita de Venus es una elipse con una excentricidad de menos del 1%, formando la órbita más circular de todos los planetas; apenas supera la de Neptuno.
Su presión atmosférica es 90 veces superior a la terrestre; es por tanto la mayor presión atmosférica de todos los planetas rocosos. A pesar de no estar más cerca del Sol que Mercurio, Venus posee la atmósfera más caliente, pues ésta atrapa mucho más calor del Sol, debido a que está compuesta principalmente por gases de invernadero, como el dióxido de carbono. Este planeta además posee el día más largo del sistema solar: 243 días terrestres, y su movimiento es dextrógiro, es decir, gira en el sentido de las manecillas del reloj, contrario al movimiento de los otros planetas. Por ello, en un día venusiano el sol sale por el Oeste y se oculta por el Este. Sus nubes, sin embargo, pueden dar la vuelta al planeta en cuatro días. De hecho, hace muchos años, antes de estudiar el planeta enviando a su superficie naves no tripuladas y estudiar su superficie con rádar, se pensaba que el período de rotación de Venus era de unos cuatro días.
Al encontrarse Venus más cercano al Sol que la Tierra (es un planeta interior), siempre se puede encontrar en las inmediaciones del Sol (su mayor elongación es de 47,8°), por lo que desde la Tierra se puede ver sólo durante unas pocas horas antes del orto (salida del Sol), en unos determinados meses del año, o también durante unas pocas horas después del ocaso (puesta del Sol), en el resto del año. A pesar de ello, cuando Venus es más brillante, puede ser visto durante el día, siendo uno de los tres únicos cuerpos celestes que pueden ser vistos de día a simple vista, además de la Luna y el Sol. Venus es normalmente conocido como la estrella de la mañana (Lucero del Alba) o la estrella de la tarde (Lucero Vespertino) y, cuando es visible en el cielo nocturno, es el segundo objeto más brillante del firmamento, tras la Luna.
Por este motivo, Venus debió ser ya conocido desde los tiempos prehistóricos. Sus movimientos en el cielo eran conocidos por la mayoría de las antiguas civilizaciones, adquiriendo importancia en casi todas las interpretaciones astrológicas del movimiento planetario. En particular, la civilización maya elaboró un calendario religioso basado en los ciclos astronómicos, incluyendo los ciclos de Venus. El símbolo del planeta Venus es una representación estilizada del espejo de la diosa Venus: un círculo con una pequeña cruz debajo, utilizado también hoy para denotar el sexo femenino.
Fuente: Science Daily más datos de Wikipedia. Aportado por Eduardo J. Carletti
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