Un científico cree que nuestro satélite natural no se habría formado de la Tierra debido a una colisión de nuestro planeta con otro gran cuerpo, sino que se habría formado dentro de la órbita de Mercurio y luego habría sido adoptada por la Tierra, su actual «pareja cósmica»
La idea va a contramano de la hipótesis con mayor consenso científico: la hipótesis del gran impacto, que sostiene que la Luna se formó de los resto dejados por una colisión entre un objeto de más o menos tamaño de Marte que chocó con la Tierra hace unos 4.500 millones de años.
Sin embargo, la Luna tiene algunas características que no se podrían explicar con esa hipótesis y, desde hace varios años, Robert Malcuit, de la Universidad Denison, postula una visión alternativa para la historia de nuestro satélite natural.
La versión de Malcuit de los eventos va en sentido opuesto de una Tierra primitiva caliente y, en cambio, es acorde a los recientes hallazgos de minerales en Australia, de hace 4.000 millones de años, que sugieren que el planeta era frío.
Si la Tierra hubiera tenido un gran impacto con un objeto del tamaño de Marte, habría estado muy caliente, con lo que los hallazgos en Australia no concordarían con la visión general del origen de la Luna.
«Todo en el modelo del impacto gigante es caliente, caliente, caliente. Es incompatible con lo que vemos en los registros geológicos. La Tierra era suficientemente fría en ese momento como para haber sostenido un impacto temprano en su historia que formara la Luna», señaló Malcuit.
Los modelos computacionales en los que el científico ha trabajado desde la década de 1980 muestran que sería posible que la gravedad de nuestro planeta capturara a la Luna. Al principio, la órbita de nuestro satélite habría sido altamente elíptica, pasando muy cerca de la Tierra para luego alejarse, a razón de ocho veces por año.
El tirón gravitacional habría deformado abultándolo al planeta 18 a 20 kilómetros cerca del ecuador, agitando el caliente manto y la corteza. Las rocas más cercanas a los polos serían como las halladas actualmente en Australia. Las capas superiores de la nueva Luna capturada se habrían derretido por la fricción gravitacional, hasta que la órbita del satélite se estabilizó hace 3.000 millones de años.
Malcuit presentó esta hipótesis en la Reunión Anual de la GSA (Sociedad Geológica Americana) en Portland, entre el 18 y 21 de octubre.
Tradicionalmente, los científicos citan la baja densidad y la falta de hierro de la Luna como las razones por las que se piensa que surgió de nuestro planeta, en virtud de que el gran impacto habría separado los materiales livianos de las capas superiores de la Tierra.
Jack Lissauer, de la NASA, piensa que la hipótesis de Malcuit es altamente improbable, según le señaló a Discovery News. «La captura es muy, muy difícil. Habría que tener la velocidad justa y parámetros muy especiales para que todo sea correcto». Sin embargo, está de acuerdo en que la hipótesis actual debe ser revisada, pero no cree que el hecho de que la Tierra estuvo fría en épocas muy primitivas implique que la idea de Malcuit sea correcta.
«El calor del impacto se disipó muy rápidamente. No tomaría 100 millones de años, y ciertamente no llevaría 500 millones», recalcó.
Al calor de las ideas
Las ideas sobre una Tierra primitiva caliente comenzaron a cambiar hace algunos años, cuando los geólogos como John W. Valley de la Universidad Wisconsin-Madison, descubrieron docenas de cristales del mineral zircón (o circón). Las inusuales propiedades de estos durables minerales permitió preservar pistas robustas acerca del medioambiente primitivo del planeta, en los eones Hadeico y Arcaico. Estas diminutas cápsulas (del tamaño de un punto) poseen evidencia sobre la existencia de océanos y quizás continentes 400 millones de años antes de lo que se pensaba.
En estas investigaciones se base Malcuit para sostener que la Tierra, si estaba más fría, no pudo sobrellevar un gran cataclismo. Sin embargo, la hipótesis de la captura parece difícil de sostener sólo con modelos computacionales.
Fuente: Noticias del Cosmos. Aportado por Eduardo J. Carletti