Los anillos de Saturno parecen casi inmutables. Estas joyas planetarias, talladas por las lunas y conformadas por la gravedad, bien podrían parecerse mucho a lo que eran hace miles de millones de años… pero esto sólo es cierto a la distancia
Ha salido a la luz la información sobre un suceso que ocurrió hace 25 años, que perturbó de forma importante los anillos. A todos nuestros telescopios y naves espaciales se les pasó por alto.
Este misterioso suceso curvó abruptamente los anillos más internos del planeta en forma de espiral, como los surcos de un disco de vinilo. Las últimas imágenes revelan que esta perturbación fue tan grande que sólo pudo ser causada por un profundo cambio en el planeta.
La primera pista de que los anillos de Saturno fueron perturbados fue aportada por imágenes de la nave espacial Cassini de la NASA en 2006, qiue tomó instantáneas del anillo más interno del planeta, una tenue banda helada a la que se le llama anillo D. Cassini descubrió bandas alternadas claras y oscuras que indican que el anillo no era perfectamente liso, sino que estaba compuesto de surcos de 1 km de amplitud.
Intrigado por esas extrañas ondas, el científico Matthew Hedman de la Universidad de Cornell en Ithaca, New York, propuso una explicación. Realizó simulaciones iniciadas con un simple supuesto: algo inclinó ligeramente el anillo D fuera del plano del ecuador de Saturno, quizá un cometa o un asteroide.
Debido a que Saturno no es una esfera perfecta, su atracción gravitatoria tiraría de manera desigual del inclinado anillo D, provocando en él oscilaciones relativas al planeta, un poco como una moneda al caer sobre una superficie. Es más, las partes del anillo cercanas a Saturno, donde la gravedad es más intensa, oscilarían más rápido que las partes más lejanas. Esta diferencia en velocidad de la oscilación crearía finalmente un dibujo en espiral con crestas y surcos.
Hedman y sus colegas pudieron «desenroscar» la formación en espiral retrocediendo en el tiempo hasta 1984, el momento en que se produjo el tirón sobre el anillo D. La mala noticia es que esta fecha cae más de dos años después de los sobrevuelos de exploración de las sondas Voyager, y mucho antes de que el Telescopio Espacial Hubble entrase en servicio o que llegase la nave espacial Cassini.
Las últimas imágenes de Cassini profundizan el misterio. Se puede ver allí que los surcos están mucho más extendidos de lo que se creía. En agosto, Saturno estuvo orientado de modo que el Sol iluminó los anillos casi del perfil, así que aún las imperfecciones más pequeñas produjeron sombras prominentes. Esto reveló que el gran anillo C (el siguiente hacia afuera después del anillo D) también muestra surcos. El anillo C tiene unos 17.000 km de ancho, más del doble que el anillo D.
Aunque las deformaciones del anillo C son menos dramáticas, con una amplitud de 100 metros o menos, es probable que esta extensa distorsión deje fuera la probabilidad de que haya sido efecto de un cometa o un asteroide. «Es realmente difícil de hacer con un objeto», dice Hedman, que presentó los resultados la semana pasada en la reunión de la División de Ciencias Planetarias de la Sociedad Astronómica Americana en Fajardo, Puerto Rico.
Un posible escenario es que un cuerpo mucho mayor que un típico asteroide haya pasado muy cerca y produjera atracción sobre los anillos. O un cambio dramático en la atmosféra que haya desplazado la gravedad de Saturno: si una banda de nubes en el planeta se acelerase de alguna manera y se inclínase hacia el ecuador, por ejemplo, podría crear una zona de baja presión, permitiendo la acumulación de más masa allí.
«El problema es que todas las cosas que se nos ocurren parecen intrínsicamente improbables», dice Mark Showalter, del Instituto SETI en Mountain View, California. Se necesitarán más observaciones y modelos para develar el misterio de las espirales de Saturno .
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti