Los humanos no evolucionaron de un antepasado que andaba sobre los nudillos en la tierra, sino que esa forma de moverse evolucionó de forma independiente en varios simios africanos y, en nuestro caso, los ancestros de nuestra rama evolutiva vivían en los árboles
A esta conclusión ha llegado un equipo de investigadores británicos, de la Universidad de Duke, después de estudiar los huesos de la muñeca y la mano de casi 250 primates. Su trabajo ofrece una nueva teoría a la polémica en torno a cómo surgió el bipedalismo, un debate que surgió en tiempos de Charles Darwin y no ha acabado.
En definitiva, se trata de dos posturas encontradas: los que creen que el antepasado prehumano fue un simio que caminaba con los nudillos en la tierra, como los simios africanos (con quienes tendríamos un ancestro común) y otros son quienes apuestan porque el primer caminante sobre dos piernas escalaba los árboles. Esta conexión es la que los científicos, dirigios por Tracy Kivell, han investigadado en los huesos de fósiles, primates y humanos modernos.
Para ello, Kivell comenzó comparando los huesos de la muñeca de más de 104 chimpancés y 43 bonobos juveniles y adultos, que son los más cercanos a nuestra especie, con los de 91 gorilas.
La investigadora observó que dos de las características asociadas con los desplazamientos apoyando los nudillos sólo estaban presentes en el 6% de los gorilas, pero si existían en el 96% de los chimpancés adultos y el 76% de los bonobos, como publican esta semana en la revista Proceedings of National Academy of Science (PNAS).
Conclusión: los gorilas tienen una forma de moverse apoyando los nudillos muy diferente a la de nuestros parientes. Andan a trancos con sus brazos, con las muñecas extendidas, de forma muy parecida a como caminan los elefantes. Sin embargo, chimpancés y bonobos lo hacen de forma más flexible, doblando las muñecas.
«La respuesta a estas diferencias es que los chimpancés pasan mucho más tiempo en los árboles, y por tanto necesitan más estabilidad para mantenerse en las ramas. Sin embargo los gorilas están más en la tierra, y tener unas muñecas más rígidas es más apropiado para estos desplazamientos. En ambos casos, ambas especies pasan el 85% de su tiempo caminando de este modo, pero en lugares distintos», afirma Kivell.
La antropóloga, que firma el trabajo con su colega Daniel Schmitt, de la Universidad de Durham, sugiere que hubo evolución independiente en los estilos de caminar en dos linajes de primates africanos.
Huesos de la muñeca
Algunos científicos señalan que algunas características de la anatomía humana son vestigios de cuando caminábamos apoyándonos sobre los nudillos. Una de ellas podría ser la fusión de dos huesos de la muñeca que caracteriza a nuestra especie y que compartimos con ciertos simios. Esa particularidad anatómica nos podría haber dado más estabilidad.
El trabajo apoya la idea de que las características de la mano y la muñeca de fósiles humanos y que se han considerado típicas de un caminante con nudillos sobre la tierra, en realidad se corresponden con una especie arbórea, es decir un antepasado que caminaba por las ramas, se bajó al suelo y comenzó a andar verticalmente.
Hasta ahora no se han encontrado fósiles de ese momento de transición, que ocurrió hace unos siete millones de años. Tan sólo se conocen las famosas huellas de Laetoli, en Tanzania, de hace 3,7 millones de años, cuando nuestros ancestros ya eran bípedos.
Fuente: El Mundo. Aportado por Matías Buonfrate
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