Un experimento sobre los petirrojos sugiere que las aves que navegan utilizando el campo magnético de la Tierra se basan más en sus ojos que en las partículas magnéticas en sus fosas nasales
Las teorías rivales de la navegación de las aves han propuesto ambos mecanismos. Ahora Henrik Mouritsen, en la Universidad de Oldenburg, Alemania, y su equipo, han demostrado que los ojos pueden ser la clave. En un grupo de petirrojos, el equipo eliminó el conjunto N (cluster N), una región del cerebro que participa en el procesamiento de las señales de los fotopigmentos formadores de pares en los ojos, que se piensa transmiten información de brújuka magnética. En otro grupo, el equipo cortó el nervio trigémino, que envía señales al cerebro de las partículas magnéticas en las fosas nasales.
Los investigadores entonces expusieron los tratados quirúrgicamente y los petirrojos no tratados al campo magnético natural de la Tierra, y también a un campo artificial con un norte magnético girado 120 grados en sentido contrario a las agujas del reloj. Los petirrojos que no tenían su conexión entre las fosas nasales y el cerebro no fueron engañados, ubicando los nortes verdadero y magnético artificial tan bien como los de control. Sin embargo, los petirrojos que no tenían el conjunto N fueron incapaces de navegar. «Los resultados plantean la clara posibilidad de que esta parte del sistema visual permite a las aves «ver la información de brújula magnética», concluyen los investigadores (Nature, DOI: 10.1038/nature08528).
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti