Un grupo de neurocientíficos sostiene que es posible predecir si una persona romperá una promesa económica en el futuro
En la película Minority report se especulaba con la capacidad de predecir un delito basándose en la presunción de que las personas somos máquinas deterministas. De este modo, se podía detener a un individuo incluso antes de cometer un delito. En esa película se centraban en delitos graves, como los asesinatos, que además son actos que tienen mayor fuerza dramática. Pues bien, para delitos menores de carácter económico ya sería posible. Al menos eso parece desprenderse de una investigación reciente.
Quizás usted sea una persona intuitiva y sepa ver los pequeños detalles en el rostro de su interlocutor que delaten que le va traicionar. Es decir, que en el mismo momento en el que supuestamente le está prometiendo algo, esa persona ya tiene pensado romper esa promesa. Esta capacidad puede ser muy útil en el mundo de los negocios o en el voluble mundo sentimental. Pero si no es así, y no cuenta con esta habilidad, quizás pueda delegar esta intuición en una máquina de resonancia magnética nuclear funcional, que además será mucho más fiable.
Unos científicos de la Universidad de Zurich afirman haber descubierto los mecanismos fisiológicos del cerebro que están por debajo de las promesas rotas. Según ellos ciertos patrones de actividad cerebral predicen si alguien romperá una promesa.
El estudio fue realizado por Thomas Baumgartner, Ernst Fehr y Urs Fischbacher, y se publicó en Neuron el pasado día diez.
La capacidad de elaborar promesas es uno de los comportamientos humanos que incentivan la cooperación, la confianza y el compañerismo. Aunque generalmente no se tiene una obligación legal de cumplirlas, forman parte de la vida diaria cotidiana y de situaciones de intercambio económico. No obstante, las promesas no solamente se mantienen, sino que algunas veces, lamentablemente, se rompen.
Los incentivos económicos para engañar son de hecho ubicuos en la sociedad humana moderna y las promesas pueden romperse fácilmente en escenarios de intercambio económico. La gente de negocios, políticos, diplomáticos, abogados y las personas corrientes no siempre se comportan honestamente, como los recientes escándalos financieros han demostrado dramáticamente en los últimos tiempos.
A pesar de la ubicuidad de este comportamiento en la vida humana, se conoce muy poco acerca de los mecanismos fisiológicos que hay por debajo de este fenómeno. Para comprender mejor este comportamiento, el grupo de investigadores antes mencionado llevó a término una serie de experimentos de interacción social mientras se analizaba la actividad cerebral de los voluntarios que participaron. Se trataba de plantear situaciones en las que la ruptura de una promesa llevase a un beneficio económico para el que rompía la promesa y a un costo para su víctima.
En el juego, un inversor tenía que confiar en otro para invertir dinero real en un trato. Depositar la confianza en el otro le podía reportar cinco veces el dinero invertido, pero a riesgo de que el otro se viera tentado a no compartir las ganancias y quedarse con todo.
Los resultados mostraron que había un aumento de la actividad cerebral en las áreas del cerebro dedicadas al procesamiento de las emociones y control cuando se rompía una promesa. Las regiones delatoras fueron, en concreto, el córtex dorsolateral, el córtex anterior del cíngulo y la amígdala. Este patrón de actividad cerebral sugiere que la ruptura de promesas dispara un conflicto emocional en el deshonesto debido a la supresión de la respuesta honorable.
El hallazgo más importante del estudio fue que los investigadores fueron capaces de predecir el comportamiento deshonesto de los participantes a partir del patrón de actividad. De hecho, los sujetos que mantuvieron las promesas y aquellos que finalmente las rompieron actuaron de exactamente la misma manera cuando la promesa fue hecha: en ambos casos juraron mantener su palabra. Pero la actividad cerebral delató a los que finalmente las rompieron. Las mismas regiones antes mencionadas delataron a los deshonestos incluso antes de romper la promesa.
Aunque en otros estudios se mostró que se puede delatar a los mentirosos o deshonestos con este tipo de técnicas, este trabajo es el primero en mostrar que se puede predecir ese tipo de comportamientos.
Según Thomas Baumgartner el hallazgo indica que la actividad cerebral es capaz de delatar las intenciones malevolentes en un momento anterior al de cometer el acto deshonesto. Este resultado, según él, permite especular que la medida de esta actividad podría aplicarse en un futuro (distante), no sólo para atrapar a los culpables, sino incluso para prevenir futuros comportamientos criminales o fraudulentos de manera similar a la relatada en Minority Report.
De este modo se podrían utilizar este tipo de técnicas, según Baumgartner, para decidir si pone o no en libertad provisional a un preso.
“Hemos descubierto elementos críticos a nivel neuronal sobre la rupturas de promesas”, dice Ernst Fehr. Añade que, a la luz del significado que las promesas tienen en la vida cotidiana, este hallazgo ofrece la posibilidad de que seamos capaces de utilizar la comprensión de la fisiología cerebral para fomentar un comportamiento más social.
Sin embargo, una cosa es ver el futuro y otra distinta saber (y bien) las malas intenciones presentes. Estos investigadores admiten que el estudio de la actividad cerebral no predice necesariamente que el individuo intentará romper la promesa en el futuro y además admiten también que el método puede fallar a la hora de reconocer falsas promesas.
Otro factor que quizás se haya pasado por alto sea que el conflicto emocional quizás sólo se dé en personas con cierta conciencia moral sobre sus actos. Un psicópata sin ningún remordimiento, o un mentiroso patológico, quizás pasasen holgadamente este tipo de pruebas al no sufrir ningún conflicto emocional. De ser así estaríamos dando vía libre a las peores personas.
Aunque siempre nos quedará la duda sobre qué porcentaje de políticos pasaría este tipo de pruebas cuando prometen su programa electoral, o juran la constitución y leyes de su país una vez son elegidos por el incauto pueblo. Bueno, tal vez, todos pasarían la prueba.
Fuente: Neofronteras. Aportado por Eduardo J. Carletti