El Sistema Solar está atravesando una nube interestelar que la física dice que no debería existir. En la edición de 24 de diciembre de Nature, un equipo de científicos revela cómo ha resuelto el misterio la nave Voyager de la NASA
«Utilizando los datos de la Voyager, hemos descubierto un fuerte campo magnético en las afueras del Sistema Solar», explica el autor principal Merav Opher, un investigador de heliofísica invitado de la NASA, perteneciente a la Universidad George Mason. «Este campo magnético sostiene a la nube interestelar unida y resuelve el enigma de larga data de cómo es que puede existir».
El descubrimiento tiene implicaciones para el futuro, cuando el Sistema Solar eventualmente se tope con otras nubes similares en el brazo de nuestra galaxia, la Vía Láctea.
Los astrónomos han bautizado a la nube por la que estamos pasando ahora como «Nube Interestelar Local» o «Local Fluff» («Pelusa Local»), para abreviar. Tiene alrededor de 30 años luz de extensión y contiene una mezcla tenue de átomos de hidrógeno y helio a una temperatura de 6.000 C. El misterio existencial de «Pelusa» tiene que ver con su entorno. Hace unos 10 millones de años, un grupo de supernovas explotó cerca, creando una burbuja gigante de gas de millones de grados. La nube Pelusa está completamente rodeada por los gases de alta presión que brotaron de las supernovas y debería ser aplastada o dispersada por ellos.
«La temperatura observada y la densidad de la nube local no da la suficiente presión para resistir la acción de aplastamiento del gas caliente a su alrededor», dice Opher.
Entonces, ¿cómo sobrevivió Pelusa? Las Voyager han encontrado una respuesta.
«Los datos de Voyager muestran que la nube Pelusa está mucho más fuertemente magnetizada que lo que nadie había sospechado antes: entre 4 y 5 microgauss», dice Opher. «Este campo magnético puede aportar la presión extra que se requiere para resistir a la destrucción».
Las dos sondas Voyager de la NASA han estado corriendo hacia afuera del Sistema Solar durante más de 30 años. Ahora están más allá de la órbita de Plutón y a puntoi de entrar en el espacio interestelar, pero no están allí todavía.
«Las Voyager no están, en realidad, dentro de la Pelusa Local», dice Opher. «Pero se acercan y se puede sensar lo que es la nube al acercarse».
La Pelusa se mantiene a raya más allá del borde del Sistema Solar por el campo magnético del Sol, que es inflado por el viento solar en una burbuja magnética de más de 10.000 millones de kilómetros de extensión. Llamada la «heliosfera», esta burbuja actúa como un escudo que ayuda a proteger el Sistema Solar interior de los rayos cósmicos galácticos y de las nubes interestelares. Las dos Voyagers se encuentran en la capa más exterina de la heliosfera, o «heliopausa», donde el viento solar es frenado por la presión del gas interestelar.
La Voyager 1 entró en la heliopausa en diciembre de 2004, la Voyager 2 la siguió casi 3 años después, en agosto de 2007. Estos cruces son claves para el descubrimiento de Opher et al.
El tamaño de la heliosfera es determinado por un equilibrio de fuerzas: el viento solar infla la burbuja desde el interior, mientras que la Pelusa Local comprime desde afuera. El cruce de las Voyager dentro de la heliopausa revelaron el tamaño aproximado de la heliosfera y, por lo tanto, la cantidad de presión que ejerce la Pelusa Local. Una parte de esa presión es magnética y se corresponde con los ~5 microgauss que el equipo de Opher ha informado en Nature.
El hecho de que la Pelusa esté fuertemente magnetizada significa que las otras nubes en el vecindario galáctico también podrían estarlo. Eventualmente, el Sistema Solar se encontrará con alguna de ellas, y su fuerte campo magnético podría comprimir aún más la heliosfera con respecto a lo que está comprimida ahora. Una compresión adicional podría permitir que más rayos cósmicos alcancen el interior del Sistema Solar, afectando el clima terrestre y la capacidad de los astronautas de viajar con seguridad a través del espacio. Por otro lado, los astronautas no tendrían que viajar tan lejos, porque el espacio interestelar estaría más cerca que nunca. Estos eventos se juegan en escalas de decenas a cientos de miles de años, que es el tiempo que tarda el Sistema Solar para pasar de una nube a la siguiente.
«¡Puede haber una época interesante por delante!», dice Opher.
Para leer la investigación original, busque el artículo «A strong, highly-tilted interstellar magnetic field near the Solar System» en el ejemplar del 24 de diciembre de 2009 de la revista Nature Opher et al.
Fuente: NASA. Aportado por Eduardo J. Carletti