Si la vida inteligente capaz de formar una civilización es algo raro en nuestra galaxia, la Vía Láctea, es probable que no sepamos nada de los estraterrestres antes de que el Sol se convierta en gigante roja, dentro de unos cinco mil millones años. Sin embargo, si tenemos noticias de los ETs antes de ese momento, tendremos la posibilidad de tener un montón de bonitas charlas antes de que la Tierra quede esterilizada
Esta es la conclusión de un estudio reciente de la hipótesis de la Tierra Rara de Ward y Brownlee que realizaron Duncan Forgan y Ken Rice, en el que crearon una galaxia astificial, que imitaba la real en que vivimos, e hicieron correr 30 veces la simulación. En su galaxia simulada, la vida inteligente se formó sólo en planetas del tipo Tierra, tal como ocurre en la hipótesis de la Tierra Rara.
Si bien las simulaciones de Forgan y Rice todavía son limitadas y algo irreales, ofrecen un mejor manejo de las posibilidades de éxito de SETI que las ecuaciones de Drake o de Fermi sobre ¿dónde están ellos?.
«La ecuación de Drake adolece de algunas deficiencias fundamentales: se basa en gran medida en estimaciones medias de variables como la tasa de formación de estrellas, y no es capaz de incorporar los efectos de las propiedades físico-químicas de la historia de la galaxia, o la dependencia temporal de sus términos», dice Forgan. De hecho, es criticada por su efecto polarizante en «optimistas del contacto» y «pesimistas del contacto», que le atribuyen valores muy diferentes a los parámetros y obtienen como resultado una cantidad de civilizaciones galácticas que pueden comunicarse con la Tierra entre cien mil y un millón (!) »
Basándose en el trabajo de Vukotic y Cirkovic, Forgan desarrolló una simulación de nuestra galaxia basada en algoritmos Monte Carlo, y como entrada utilizó las mejores estimaciones de parámetros astrofísicos reales, tales como la tasa de formación de estrellas, la función inicial de masa, el tiempo que pasa una estrella en la secuencia principal, la probabilidad de una muerte llegada desde el cielo, etc. En varias entradas clave, sin embargo, «el modelo va más allá de los valores relativamente buenos de parámetros, y se convierte en hipótesis», explica Forgan: «En esencia, el método genera una galaxia de unos mil millones de estrellas, cada una con sus propias propiedades estelares (masa, luminosidad, ubicación en la galaxia, etc), seleccionadas al azar en base a la observación de las distribuciones estadísticas. Entonces, de una manera similar, se generan sistemas planetarios para estas estrellas y se permite evolucionar la vida en estos planetas, de acuerdo con algunas hipótesis de su origen. El resultado final es un remedo de galaxia que representa estadísticamente a la Vía Láctea. Para cuantificar los errores aleatorios de muestreo, se repite este proceso muchas veces, lo que permite una estimación de la media de la muestra y se obtiene la desviación estándar de las variables de salida »
Forgan simuló la hipótesis de la Tierra Rara, permitiendo la formación de vida animal —el único tipo de vida de la que pueden surgir civilizaciones inteligentes— sólo si la masa del mundo hogar está entre la mitad de la de la Tierra y el doble de la misma, la masa de la estrella anfitriona está entre la mitad y 1,5 veces la de nuestro Sol, tiene al menos una luna (por las mareas y la estabilidad axial), y si hay al menos un planeta de masa por lo menos diez veces mayor que la de la Tierra en una órbita exterior (para reducir la muerte llegada desde el cielo debido a los asteroides y cometas).
La buena noticia para el SETI es que una galaxia como la nuestra debería ser sede de cientos de civilizaciones inteligentes (aunque, sorprendentemente, no existe una zona galáctica favorable, o «Ricitos de Oro«), la mala noticia es que durante el tiempo en que una civilización podría comunicarse con otra —entre el momento en que llega a ser lo suficientemente avanzada en lo tecnológico y cuando es eliminada por su estrella al convertirse ésta en gigante roja— no existe, en la mayoría de las simulaciones, ninguna otra civilización (o, si la hay, está demasiado lejos de nosotros)… Así que nosotros, o los ET, estamos solos.
Pero no todas son malas noticias, si no estamos solos, si se establece alguna vez un contacto, vamos a tener muchas llamadas telefónicas con los ET.
«Un modelado numérico de este tipo suele ser una sombra de la entidad a la que intenta modelar, en este caso la Vía Láctea y las estrellas constituyentes, los planetas y otros objetos», dicen Forgan y Rice, que ya están trabajando en varias mejoras.
Fuentes: A numerical testbed for hypotheses of extraterrestrial life and intelligence ( Forgan D., 2009, International Journal of Astrobiology, 8, 121 ), y Numerical Testing of The Rare Earth Hypothesis using Monte Carlo Realisation Techniques ( arXiv:1001:1680 ).
Fuente: Universe Today. Aportado por Eduardo J. Carletti
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