Los astrofísicos creen saber cómo destruir un agujero negro. El misterio es qué quedaría tras esta destrucción
La idea de un cuerpo con tanta masa que su velocidad de escape supera la velocidad de la luz viene del geólogo inglés John Michell, que lo consideró por primera vez en 1783. En su planteo, un rayo de luz viajaría alejándose de un cuerpo de gran masa hasta alcanzar cierta altura, y luego volvería a su superficie.
La visión moderna sobre los agujeros negros es algo diferente, sobre todo a causa de que la Relatividad Especial nos dice que la velocidad de la luz es una constante universal. El concepto crítico en el que se centran hoy los físicos es el horizonte de sucesos: un límite teórico en el espacio por el que puede pasar un objeto en una dirección, pero no en la otra. Como la luz no puede escapar, este horizonte de sucesos es lo que causa que un agujero negro sea negro.
El horizonte de sucesos es algo que decepciona a muchos astrofísicos, porque la física interesante, las cosas que están más allá de las leyes conocidas del universo, ocurren en su interior, y están, por lo tanto, ocultas para nosotros.
Lo que le gustaría a los físicos, por tanto, es una forma de deshacerse del horizonte de sucesos y exponer el funcionamiento interior a un adecuado estudio. Si se hiviera esto el el agujero negro quedaría destruido, pero se revelaría algo mucho más extraño y exótico.
Hoy Ted Jacobson, de la Universidad de Maryland, y Thomas Sotiriou, de la Universidad de Cambridge, explican cómo se podría hacer en una descripción interesante y notablemente accesible del desafío.
En la Relatividad General, la condición matemática para que exista un agujero negro con un horizonte de sucesos es simple. Viene dada por la siguiente desigualdad: M2 > (J/M)2 + Q2, donde M es la masa del agujero negro, J es su momento angular y Q es su carga.
Dehacerse del horizonte de sucesos es, simplemente, cuestión de incrementar el momento angular y/o la carga de este objeto hasta que se invierte la desigualdad. Cuando esto ocurre, el horizonte de sucesos desaparece y emerge el exótico objeto oculto tras él.
A primera vista, esto parece sencillo. La desigualdad indica que para destruir el agujero negro todo lo que se necesita es aportar momento angular y carga.
Pero esto esconde una multitud de problemas. Para empezar, las cosas que poseen momento angular y carga tienden a tener masa. Y, en todos los casos, la ecuación de arriba describe un estado estacionario. Alimentar a un agujero negro crea un estado dinámico y no garantiza que el objeto vuelva a ubicarse en un estado estacionario sin desprenderse del momento angular y la carga que se le ha aportado.
De hecho, los cálculos son tan diabólicos que han desafiado todos los intentos de domesticarlos. “En la actualidad, nadie sabe qué sucedería”, dicen Jacobson y Sotiriou.
¿Qué revelaría un agujero negro sin su horizonte de sucesos? Aquí es donde la física se vuleve filosófica. Las matemáticas indican que el espacio-tiempo está infinitamente curvado, creando lo que los astrofísicos llaman una singularidad.
Para un físico común, una singularidad indica que una teoría ha colapsado y es necesaria una nueva teoría para describir lo que está ocurriendo. Es una cuestión de principios que las singularidades sean objetos matemáticos, no físicos, y que cualquier “agujero” que éstas sugieran no está en el tejido del universo, sino en nuestra comprensión de él.
Los astrofísicos son diferentes. Tienen una fe tan extraordinaria en sus teorías que creen que en verdad existen singularidades dentro de los agujeros negros. Algunos de la talla de Roger Penrose y Stephen Hawking han demostrado, incluso, que las singularidades son inevitables en el colapso gravitatorio.
Para ellos, eliminar el horizonte de sucesos alrededor de un agujero negro acrecienta la posibilidad de revelar una apasionante singularidad en todo su desnudo esplendor. Cuando esto suceda, podremos contemplar el infinito.
Esto parece extraño.
Destruir un agujero negro de esta forma revela, obligatoriamente, una nueva física. Pero sea lo que sea esto, podría estar obligado a permanecer bien oculto hasta que tengamos una teoría que describa mejor lo que sucede en estos extremos. O hasta que observemos uno de estos objetos en algún lugar del cielo.
Referencia de publicación: arxiv.org/abs/1006.1764: Destroying Black Holes With Test Bodies
Fuente: Technology Review. Aportado por Eduardo J. Carletti
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