Los robots deben conocer sus límites para evitar herir a los humanos, y la mejor manera es aprender de la experiencia
Para evitar que las máquinas se rebelen y empiecen a agredirnos al más puro estilo de película, o que por equivocación nos hagan daño con sus potentes herramientes, en la Universidad de Ljubljana, Eslovenia, trabajan para lograr robots que no nos generen dolor o malestar.
Para ello han conseguido convencer a unos cuantos incautos (voluntarios universitarios) para que reciban el impacto de un brazo mecánico unas 18 veces. Borut Povše explica que, inevitablemente, el primer paso para desarrollar máquinas que no superen los límites del dolor es realizar estas pruebas para recopilar los datos y actuar en referencia a ellos.
Por suerte para los voluntarios, aunque los impactos que reciben son tanto con una punta redondeada como afilada y a diferentes velocidades, ninguno de éstos parece ser lo suficientemente fuerte como para hacerles daño en exceso, ya que para eso utilizan una simulación con brazos artificiales.
El principal problema con el que se enfrentan es que la sensación de dolor es subjetiva para cada persona, por lo que resulta tremendamente difícil establecer valores objetivos y extensibles a todo el mundo en este sentido.
Por otro lado, las aplicaciones futuras son muy interesantes y variadas, ya que en muchos trabajos se utiliza maquinaria que resulta peligrosa.
Fuente: Gizmología y New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti
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