Durante años, los científicos se han preguntado el motivo por el que estas aves —excelentes navegantes por naturaleza— se pierden cuando las sueltan desde una ubicación específica de este estado de la costa este de Estados Unidos
Tras años de investigación, un nuevo estudio publicado en la revista Journal of Experimental Biology parece haber hallado la respuesta: las palomas utilizan sonidos de baja frecuencia para encontrar su camino. Desde el punto de ubicación en cuestión, no alcanzan a captar el ruido.
El autor principal del estudio, el doctor Jonathan Hagstrum, del Servicio Geológico de EE.UU., explicó que las aves crean «mapas acústicos» de su entorno.
Pero no todos están de acuerdo. Un grupo de investigadores cree que se trata de una teoría controvertida y sostiene que hay mucho debate acerca de la manera en que se orientan las palomas.
Sin rumbo
Del misterio de las palomas perdidas comenzó a hablarse en la década de 1960. El profesor Bill Keeton, de la Universidad de Cornell, intentaba comprender la gran capacidad que tienen las aves de regresar a su casa desde lugares en los que nunca habían estado.
Como parte de un experimento, Keeton soltó las aves por todo el estado de Nueva York y para su sorpresa, descubrió que cada vez que liberaba a las palomas en Jersey Hill, cerca de Ithaca, se desorientaban por completo y volaban sin rumbo. Esto sucedió una y otra vez, excepto en una ocasión, el 13 de agosto de 1969, cuando las palomas lograron encontrar el rumbo y volaron de vuelta a su palomar.
Hagstrum dice haberle hallado una explicación al misterio: «Para orientarse, las aves cuentan con un compás y con un mapa. El compás suele ser la posición del Sol o el campo magnético de la Tierra, pero la naturaleza del mapa siempre ha sido una incógnita», afirmó. «Mi estudio sugiere que el sonido es el mapa. Es el que les indica en dónde están ubicadas con respecto a su casa», sostiene.
Hagstrum explicó que se orientan a través del «infrasonido», que es un sonido de baja frecuencia que está por debajo del rango del oído humano. «Es un sonido que se origina en el océano. Hay ondas que interfieren en la profundidad del océano y crean sonidos en la atmósfera y la Tierra. Esta energía se puede captar desde cualquier lugar de la Tierra, incluso desde el centro del continente», explica.
El doctor cree que cuando las aves están en un lugar desconocido, logran percibir el infrasonido característico de su hogar, y lo persiguen para encontrar su rumbo. Pero hay un inconveniente: el infrasonido a veces se ve afectado por los cambios en la atmósfera.
Hagstrum tomó los registros de la temperatura y del viento obtenidos en las distintas fechas en que liberaron a las aves, y los usó para calcular la manera en que el sonido viajó desde la base de las palomas en Jersey Hill. «Las condiciones de temperatura y de los vientos de la atmósfera hicieron que el sonido se inclinara hacia arriba, por encima de Jersey Hill», explicó. Debido a esto, las aves no podían percibirlo y se perdían, excepto el día en que lograron encontrar su camino a casa.
«El 13 de agosto de 1969, puede que haya habido una cizalladura del viento (un cambio en el viento que afecta a una de sus variables, ya sea la dirección o la velocidad, o a ambas a la vez)», aclaró el investigador. «O puede que se haya tratado de una inversión térmica en la troposfera, que hizo que el sonido se inclinara de nuevo hacia abajo, logrando que se captara únicamente ese día en Jersey Hill».
El enigma continúa
Hagstrum piensa que las alteraciones de los infrasonidos también pueden explicar otros casos similares, como la vez en que 60.000 palomas se desviaron de su recorrido al intentar atravesar el Canal de la Mancha en 1997.
Admitió que su trabajo era «controversial», y aclaró que «a pesar de que la teoría no está confirmada, propone una alternativa innovadora».
Existen distintas hipótesis que buscan darle una explicación al enigma de cómo se orientan las palomas. Algunas sugieren que utilizan el sentido del olfato, pistas visuales, el campo magnético de la Tierra, o incluso una combinación de todas.
Tim Guilford, profesor de comportamiento animal en la Universidad de Oxford, explicó que «aunque los detalles son polémicos, sabemos que generalmente la percepción de los olores de la atmósfera está relacionada con el sentido de orientación de las palomas, con el compás solar, y tal vez con un compás magnético de respaldo (para días nublados)».
Sin embargo, añadió, «cuando las aves se familiarizan con su entorno, empiezan a depender cada vez más de las características topográficas (probablemente visuales), estableciendo rutas que usan con frecuencia para volver a casa».
Guilford señaló que el enfoque del doctor Hagstrum es interesante, y que es válido explorar nuevas ideas. Sin embargo, aclaró que «dado a la gran cantidad de evidencia que justifican el uso de otros mecanismos, es poco probable que el infrasonido sea el único factor que influya en el proceso de orientación de las aves».
Fuente: BBC Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti
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