Las guías de la galaxia podría llamarla Zona Galactica Incognita… la mitad de nuestra galaxia que conocemos muy poco. De hecho, la Vía Láctea es una de las galaxias espirales menos trazadas en el universo cercano. Ahora parece que las estrellas expulsadas de sus grupos de nacimiento pueden ayudar a llenar el vacío y crear el primer mapa correcto de toda la galaxia
Los cúmulos de estrellas jóvenes y las nubes de hidrógeno que se formaron en nuestra galaxia ayudan a trazar las formas de los brazos de la Vía Láctea, por lo que los astrónomos tienen la certeza de que posee una estructura en espiral. Las observaciones del movimiento estelar muestran que hay un agujero negro supermasivo en su centro.
Pero descubrir cuán rápido giran los brazos, o incluso contar cuántos son es difícil, en parte porque estamos inmersos en uno de los brazos y sin posibilidades de obtener una vista desde afuera. Además, todo lo que queda detrás del centro de la galaxia está cubierto por una densa pared de estrellas y polvo, ocultando un área completa del mapa de la Vía Láctea.
«Es muy difícil ver la estructura real», dice Manuel Silva, de la Universidad de Lisboa, en Portugal. «Estoy un poco molesto, realmente, de que no conozcamos muy bien nuestra propia galaxia.»
Un telescopio espacial llamado Gaia, cuyo lanzamiento está programado para finales de este año, asignará las posiciones y distancias de unos mil millones de estrellas de nuestra parte de la Vía Láctea, trazando la estructura tridimensional con un detalle sin precedentes. Pero aun así, Gaia no será capaz de perforar el material que bloquea nuestra visión del lado lejano.
En lugar de tratar de mirar el otro lado, Silva y sus colegas sugieren mirar hacia arriba, donde cientos de estrellas fugitivas vuelan alto por encima del disco de la galaxia. Estas estrellas nacen en grupos dentro de la Vía Láctea pero fueron expulsadas por el empujón gravitacional de otras estrellas. La medición precisa de sus velocidade, distancias y edades permitiría que los astrónomos ubiquen a las fugitivas estelares de regreso a sus cunas, incluso en el otro lado.
«La idea es que las estrellas fugitivas actuen como bengalas de señales, mostrando la posición del brazo espiral, del mismo modo que una persona perdida en medio de un denso bosque podría disparar una al cielo para mostrar su ubicación a un extraño», dice Silva.
Su equipo rastreó el origen de cerca de 40 estrellas fugitivas, observadas por el satélite Hipparcos, que están desde aproximadamente 1.000 a 100.000 años luz por encima del plano galáctico (arxiv.org/abs/1302.0761v1). Aunque ninguna de estas estrellas viene desde el otro lado, la técnica parece funcionar debido a que los resultados coinciden con estudios previos que les asignan los cúmulos estelares de origen en la sección visible de la galaxia.
«La idea es nueva, y es muy interesante», dice Jacques Lepine , de la Universidad de São Paulo en Brasil, que no participó en el nuevo estudio. Comparando la observación de Gaia de las estrellas con las fugitivas será útil, añade. «Es bueno tener diferentes métodos, para comparar los resultados. Si los resultados son similares, tendremos más confianza».
Jacques Vallée, de la Canadian National Research Council en Victoria, British Columbia, coincide en que la prueba del concepto es impresionante. Pero eso no le impide fantasear con formas más sencillas: «Ojalá tuviera un amigo en un planeta alrededor de una estrella viajera [ubicada] en el halo, enviándome de regreso una foto.»
Título de la publicación: «Runaway stars flesh out Milky Way map«.
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti
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