En imágenes de archivo, los astrónomos encontraron la actividad en las últimas semanas antes de la explosión de una estrella gigante
Justo antes de que una estrella gigante estallase en una espectacular explosión de supernova, dio pistas a su inminente desaparición. La actividad previa a la explosión de la estrella y detallada en Internet en la revista Nature el 6 febrero, podría permitir a los astrónomos predecir la llegada al estado de supernova de una estrella y luego verla en tiempo real.
«Es un estudio muy interesante», dice Jon Mauerhan, astrónomo de la Universidad de Arizona, que no participó en la investigación. Los astrónomos sólo en raras ocasiones fueron testigo de la actividad de una estrella masiva antes de su explosión, añadió.
La estrella despertó la atención de los astrónomos en agosto de 2010 gracias a un programa informático. El programa escanea imágenes del rastreo del cielo de un telescopio de 48 pulgadas en el Observatorio Palomar en California del Sur y señala las regiones que muestran un aumento repentino de brillo, lo cual los astrónomos toman como signos potenciales de supernovas. Los investigadores dieron con un incremento de brillo de este tipo a 500 millones de años luz de distancia, y confirmaron que se trataba de una supernova de tipo II, la explosión de una estrella masiva cuyo núcleo se queda sin combustible y se colapsa. Luego observaron las imágenes de la misma estrella durante las semanas y meses anteriores para ver si la estrella mostraba señales de que estaba a punto de estallar.
Efectivamente, vieron un leve brillo en la estrella predestinada a 37 días antes de su muerte. Los científicos calculan, a partir de la luminosidad de la estrella, que ésta envió hacia el espacio una cáscara de gas equivalente a alrededor de una centésima de la masa del Sol a una velocidad a unos 2.000 kilómetros por segundo.
«La estrella estaba dando un pequeño eructo», dijo Alex Filippenko, un astrónomo de la Universidad de California, Berkeley, quien formó parte del equipo que realizó el descubrimiento. Cuando la estrella finalmente explotó, expulsó material que se extendió con tanta rapidez que le tomó apenas tres semanas superar el estallido anterior.
No es de extrañar que las estrellas arrojen masa antes de explotar, dijo Filippenko, pero esta es la primera vez que los astrónomos han descubierto una expulsión tan poco tiempo antes de la desaparición de una estrella. El marco temporal tan ajustado le indicó al equipo que estos eructos cósmicos tienen una probabilidad más de 100 veces mayores de ocurrir justo antes de una explosión de supernova que en cualquier otro momento de la vida de una estrella.
Según Filippenko, los astrónomos podrían utilizar esta correlación poniéndose a la caza de otros eructos y lograr algo deseado por mucho tiempo, pero nunca consumado: Predecir una supernova inminente y observar lo que ocurre. «Este tipo de proyección puede ser el indicador luminoso de una explosión final que está a punto de suceder», dice.
Un trabajo adicional ayudará a los científicos distinguir entre estas expulsiones que son anteriores a las supernovas y otras erupciones más rutinarias. Otras estrellas masivas han eructado material en el espacio y sobrevivieron. El ejemplo más famoso es Eta Carinae, una estrella ubicada a 7.500 años luz de la Tierra que, por un breve tiempo a mediados de 1800, lanzó al espacio una capa de gas con 10 veces la masa del Sol y se convirtió en la segunda estrella más brillante en el cielo nocturno. Desde entonces se ha calmado, y los astrónomos no tienen idea de si va a explotar en 100 días o 100.000 años.
Por cierto, los astrónomos tienen las herramientas para explorar estas preguntas. Los rastreos automatizados del cielo, como el proyecto Palomar, se han extendido por todo el mundo, y para finales de la década el Gran Telescopio de 8,4 metros para Rastreos Sinópticos en Chile escaneará el cielo entero cada pocas noches con sus 3.200 megapíxeles. El telescopio chileno, dice Mauerhan, «va a encontrar un montón de estas cosas. Es un momento emocionante para la ciencia de las supernovas».
Fuente: Science News. Aportado por Eduardo J. Carletti
Más información: