Este esqueleto de 15 centímetros (las reglas de medición en la imagen marcan 6 pulgadas) de largo fue descubierto hace 10 años en el desierto de Atacama de Chile, pero recién ahora ha sido analizado por científicos, y es totalmente legítimo. Claro, se ve como algo de un oscuro rincón del Cuadrante Gamma, pero en realidad pertenecía a un niño humano gravemente deformado
Como informa Jeanna Bryner en LiveScience, los restos momificados fueron sometidos recientemente a un examen realizado por Garry Nolan, profesor de microbiología e inmunología en la Escuela de Medicina de Stanford. El extraño esqueleto fue presentado recientemente en la película «Sirius«, un documental pago por el sistema de financiamiento en grupo (crowfunding). Como era de esperar, los ufólogos piensan que es una especie de híbrido humano-extraterrestre.
Pero el análisis genético de los huesos indica que pertenecían a una niña o niño humano que murió entre las edades de seis y ocho, un resultado muy extraño teniendo en cuenta que se parece más a un feto, o un niño deforme muy pequeño. Las pruebas de ADN indicaron que efectivamente se trataba de un humano, y no una especie de primate no humano de América del Sur. Dicho esto, el 9% de los genes no coincide con el genoma humano de referencia, lo cual Nolan atribuye a factores como la degradación, la insuficiencia de datos, o la contaminación del laboratorio.
Hay que ver las especulaciones en curso por parte de los ufólogos…
En cualquier caso, y además de que tiene una cabeza alargada severamente, el niño tuvo una mitad de la cara y la mandíbula no desarrolladas, y sólo 10 costillas en lugar de las habituales 12. Es probable que sufriera turricefalia (u oxicefalia), un defecto congénito que causa que el cráneo tenga forma de cono. Es muy poco probable que el niño sufriera de ataduras en la cabeza, una característica recientemente descubierta en cráneos que fueron desenterrados en México.
Bryner escribe:
El equipo también analizó el ADN mitocondrial, o el ADN dentro de las estructuras productoras de la energía de las células que se pasan de madres a hijos. La frecuencia de los alelos del ADN mitocondrial sugieren que el individuo vino de Atacama, específicamente del grupo de haplotipos B2. Un haplotipo es un largo segmento de ADN ancestral que se mantiene igual durante varias generaciones y se pueden identificar individuos que comparten un ancestro común hacia atrás en el tiempo. En este caso, el haplotipo B2 se encuentra en la costa oeste de América del Sur.
Los datos de los alelos del ADN mitocondrial apuntan hacia que «la madre es una mujer indígena de la zona chilena de América del Sur», escribió Nolan en un correo electrónico.
Además, Nolan sospecha que el niño murió hace algunas décadas, al menos, y que las mutaciones no son consistentes con el enanismo primordial, u otras formas de enanismo.
Lea todo el informe de Bryner aquí.
Fuente: io9. Aportado por Eduardo J. Carletti
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