Los combustibles fósiles tienen una nueva culpa con la que vivir. Una quema frenética de hidrocarburos al final del período Pérmico puede haber conducido a la más devastadora de las extinciones en masa que la Tierra haya visto, debido a encuentros explosivos entre el magma y carbón, que liberaron más dióxido de carbono en el curso de pocos años que en toda la historia humana
Alrededor de 250 millones de años atrás, durante la llamada «Great Dying» («Gran mortalidad» o «Gran extinción»), fueron eliminadas el 70 por ciento de las especies en la Tierra y el 95 por ciento en los océanos. Una pista de lo que puede haber provocado este desastre se encuentra en el magma solidificado de ese momento, que está muy extendido en una zona de Siberia, donde el carbón es abundante.
Una sugerencia es que el calor del magma podría haber cocinado el carbón haciendo brotal miles de millones de toneladas de CO2 en un período geológicamente breve, de algunos miles de años (New Scientist, 8 de diciembre de 2007, p 42). Esto explicaría la extinción de especies debido al cambio climático y la consiguiente acidificación de los océanos. Ahora Norman Sleep y Darcy Ogden, ambos de la Universidad de Stanford en California, creen que el detonante de la gran mortandad puede haber sido aún más rápido y aterrador.
Dicen que en lugar de causar un ligero calentamiento, al encontrarse el magma bajo tierra con carbón empapado de petróleo y alquitrán de hulla lo fundió, produciendo un material altamente combustible. Lo crucial es que esta mezcla fundida sería lo suficientemente ligera como para subir rápidamente a la superficie. Ardería de forma explosiva en contacto con el oxígeno en el aire, lanzando chorros de polvo y cenizas a la estratosfera y liberando enormes cantidades de CO2. Una mezcla de magma fundido y carbón se quema de forma explosiva en contacto con el aire
«Básicamente, vas a tener algo parecido a una fuente de fuego cada pocos kilómetros o más en un vasto paisaje lunar en erupción, con llamaradas jacia el aire y columnas de humo y cenizas al vuelo», dice Sleep. El suelo quedaría «cubierto de alquitrán de hulla y fragmentos de carbón y piezas de basalto», añade.
El polvo inyectado en la estratosfera podría causar un drástico enfriamiento. Esto pasaría rápidamente a un calentamiento, en cuanto el polvo se asentara fuera de la atmósfera y no quedase nada para contrarrestar el efecto invernadero por el aumento de CO2. El clima podría haber oscilado entre el calentamiento y el enfriamiento al inyectar las nuevas erupciones más polvo en la estratosfera. «El clima sería ir completamente inestable», dice Sleep, que presentó la idea el mes pasado en una reunión de la Sociedad Geológica de América en Portland, Oregon.
Lee Kump, de la Universidad Estatal de Pennsylvania en University Park, está de acuerdo en que una capa de carbón se podría encender si es tocado por un dedo de magma de la manera que Sleep y Ogden imaginan. Pero él dice que ese escenario requeriría muchos dedos de magma para encender muchas capas de carbón en el lapso de pocos años, mientras que es más probable que al magma solidificado en Siberia le haya llevado miles de años introducirse en la roca. «[Es] posible, pero parece poco probable para mí», dice.
Si Sleep y Ogden tienen razón, la prueba de su situación puede estar escondida en los abundantes depósitos volcánicos de Siberia. En una mezcla de combustión de carbón y magma, el carbono del carbón toma oxígeno del óxido de hierro en el magma, dejando atrás partículas de hierro.
«Estas cosas se tratan como una curiosidad a menos que alguien estuviese buscándolas especialmente», dice Sleep. Parte de la razón de presentar la teoría en la reunión fue «para que la gente mire esas rocas», añadió.
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti