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Reseña de "Cuentos de la Abadía de Carfax 4", recopilados por Ricardo Giorno

Desde el Gótico hasta la actualidad, la literatura de lo extraño y lo insólito viene sacudiendo la más íntima sensibilidad del lector, lo invita constantemente a un asombroso viaje por las ocultas regiones del ser

Leí mis primeros cuentos de la Abadía de Carfax en octubre de 2012. Se trataba de la tercera recopilación, hecha por Claudia Cortalezzi, y me gustó mucho. Sabía de la existencia del grupo desde un par de años antes, ya que habíamos coincidido con varios miembros en las Tertulias de Ciencia Ficción y Fantasía; en algún momento, inclusive, habré visto ejemplares de sus libros en las mesas del bar La Alameda, donde nos reunimos.

Nunca me había despertado gran interés, porque desde el nombre de reminiscencias victorianas y vampíricas hasta la estética de las tapas, con destacadas calaveras y lúgubres colores, sin mencionar los breves comentarios de contratapa, todo proclamaba a las claras que eran de terror. Del género de terror, digo, no que fueran malos (je, años esperando hacer este chiste en público). Y yo… no soy lector del género de terror. Si bien me considero un lector de criterio amplio (lo que se traduce en que leo hasta los boletos de colectivo, cuando los había disponibles), tiendo a leer principalmente fantasía y ciencia-ficción. Es lo cómodo de los géneros: uno encuentra lo que le gusta y puede ir por más de lo mismo. Entonces, teniendo poco tiempo para leer, suelo preferir las apuestas seguras. Por supuesto, leí a Lovecraft, Poe, al mismo Stoker, una pequeña parva de antologías, algún Barker, King y otros más. Aún así, generalmente escojo del terror y lo siniestro lo que más elementos fantásticos tenga, para no salirme mucho de «mis» géneros.

Entonces, ¿por qué leí ese Carfax 3? Una razón de lo más trivial (o quizás el oscuro destino, como el lector prefiera): lo había ganado en un sorteo y, como no soporto tener libros sin leer en la biblioteca, lo tomé y lo leí. Después, ya quedé enganchado. Lo leí rápidamente, sorprendido del nivel, del atractivo, de las voces, de las tramas… ni siquiera me acordé que no era mi género favorito, hasta que ya lo había terminado. De ahí, contacté a Claudia y, con un poco más de tiempo, conseguí y leí los primeros dos. Encontré más de lo mismo, las mismas sensaciones (excepto la novedad y la sorpresa, claro, porque ya estaba advertido de lo que iba a encontrar).

A partir de ahí, profundicé un poco más mi contacto con el grupo, por lo menos como seguidor, Así, me enteré de la preparación de la cuarta antología, esta vez a cargo de Ricardo Giorno. Me enteré con agrado de su publicación y arreglé con Ricardo, que trajo ejemplares a una de esas Tertulias, donde conseguí uno, previamente reservado.

Después de todo este prolegómeno, puedo decirles que terminé de leerlo y empezar a hablar del libro. Toda esta introducción era más que nada para ponerlos en situación, recordarles los (prestigiosos) antecedentes de esta antología y justificar mis expectativas previas a la lectura.

Hay que decir que estas expectativas eran altas, ya que las tres anteriores han colocado un listón muy elevado. Hay que decir también que ésta está a la altura del desafío y no desluce para nada la colección, aunque debo aclarar que, en mis preferencias personales, quedó un poco por debajo en varios aspectos, y un poco por encima en otros.

Pasaré a explicar tan singular juicio.

Todas han tenido el mismo modus operandi: una colección de cuentos, varios cuentos (quizás muchos, quizás demasiados incluso) de diversos autores, de variada longitud, sin unidad temática ni de época. Sólo los une el género (muy vagamente, pero siempre relacionado con el terror, con elementos fantásticos) y las relaciones entre los autores, que han participado de los mismos talleres, se conocen, tiene los mismos maestros, lecturas similares y son coetáneos.

No mucha más relación se puede encontrar entre los cuentos del mismo volumen, y si bien no es poca, marca una característica de estas antologías: la diversidad. Semejante diversidad, deseable para que el libro tenga llegada a los lectores más diversos también, implica que a cada lector en particular habrá cuentos que le gusten más y cuentos que le gusten menos, o directamente no le gusten. Y he aquí el meollo de mi apreciación.

La antología queda por debajo en el sentido de que encontré un cuento que directamente me disgustó. Esto no me había pasado en las otras, donde encontré unos cuantos que gustaron y otros que me resultaron indiferentes; éste me disgustó y me chocó. Lo cual no es necesariamente malo desde el punto de vista del libro, por dos razones: una, la diversidad que ya mencioné hace que, casi seguramente, lo que a mí me disgusta, otro lo encontrará interesante; otra, que se trata de arte y en el arte muchas veces se busca impacto, no siempre agradar, sino producir algo. Bueno, lo que me produce «Jugando a la familia» de Matías Orta es un fuerte disgusto. Está bien escrito, eh, no se trata de esa clase de disgusto. Bien desarrollado, bien trazado, bien los personajes, el ritmo.. técnicamente está muy bien. Pero la temática y el tratamiento me producen sensaciones violentas y no encontré el elemento fantástico en ninguna parte, así que tampoco entiendo bien (ya le preguntaré a Ricardo) su inclusión en el libro.

Queda por encima en otros aspectos. El invitado que eligieron es otro amigo mío, un escritor al que admiro desde hace mucho, al que la mayoría de ustedes conoce más como el editor y creador de Axxón: Eduardo Carletti. Que se incluya un cuento suyo, y uno muy bueno, le da (para mí) a esta antología un valor agregado muy particular.

Pero no es ló único, a tal punto que ni siquiera fue el cuento de Eduardo lo que más me gustó de este Carfax. Hay varios que me han gustado tanto como ése, y algunos más. Los menciono en desorden, para mantener la diversidad:

«Apuntes para un Apocalipsis» de Luis Catenazzi: con aire de «Soy Leyenda»… pero en una versión por momentos bizarra, por momentos surrealista; mucho más cercana a nosotros que Matheson. Muy divertido, muy ingenioso y muy bien realizado.

«Las grietas del cielo» de Daniel de Leo: este trae recuerdos de «El color que cayó del cielo», pero muy original, lejos del tono de los horrores de Lovecraft y, nuevamente, más cerca de nuestra estética y situación. Muy bien escrito, muy buen ritmo.

«Amadeo» de Nahuel Fernández Etlis: Quizás es injusto destacarlo porque es, de alguna manera, menor… pero no puedo resistirme a admirar la construcción de los dos personajes y la insostenible situación, la patología de la que no puedo decir nada sin estropear un cuento cuyo absurdo digno de un «Esperando a Godot» sacude nuestra percepción.

«Mausoleo precámbrico» de Federico Buccino: Otro recuerdo, esta vez de dos cosas: la película «El enigma de otro mundo» (The Thing) de Carpenter y la novela «La noche de los tiempos» de René Barjavel. La expedición, el hielo, el misterio. Impecable el trabajo con las distintas voces de los personajes-narradores, y muy buen ritmo.

Ya bajando un poco, se siente el impacto de ser la cuarta de una serie. Hay varios autores a los que ya vimos más de una vez, y sabemos o intuimos más qué esperar de ellos. También, al abrevar siempre del mismo círculo, llega un momento en que los mejores cuentos ya están publicados. Mantengan un ojo abierto con Carfax 5 (que lo espero, nuevamente ansioso): autores, redoblen sus apuestas. Hagan cosas distintas.
Antologistas: busquen con cuidado, con afán, con imaginación; ayuden, guíen, sean editores y partícipes; marquen nuevos rumbos. Esta edición muestra,a mi parecer, que si siguen mucho con la misma fórmula, se va a agotar más pronto que tarde.

En esta edición, varios cuentos NO me sorprendieron, y eso sí es malo… sobre todo con esta temática. Hay cuentos que apuestan al final sorpresa, pero el lector ya está advertido (y el miedo no es zonzo). Hay fórmulas que ya están vistas; no es casual que en cada uno de los cuentos que marqué, haya trazado una línea a cosas que me recordaron: lo mismo podría hacer con los que no mencioné. Casi todo tiene un antecedente, es cada vez más difícil hacer algo original y ahí está el mérito y la búsqueda del artista. Está bien que se pueda rastrear una influencia o ver un homenaje, como dije, es casi inevitable. Pero hay que sobreponerse a eso y marcar la propia impronta, dejar huella en el lector.

Todavía, en esta antología, la mayoría lo logra y por eso le doy un buen puntaje y la recomiendo ampliamente. Me gustó en general la selección de Giorno, seguramente compartimos buena proporción de gustos y lecturas.

Es impecable el trabajo de los textos, y esto lo quiero remarcar. La edición está muy cuidada, casi sin errores. El libro tiene buena encuadernación, buena diagramación, letra muy cómoda, buen papel. Pero los textos se destacan, se nota que están todos muy bien trabajados, revisados, cuidados y editados. Se nota el esfuerzo, el aprendizaje y práctica consciente de lo aprendido en talleres y experiencias de escritura. Todos tiene un altísimo nivel, nada está mal escrito, ni siquiera medianamente. Todos demuestran un elevado grado de profesionalismo y merecen ampliamente el título de escritores.

Mención aparte para el recopilador. No me ha tocado, pero no debe ser fácil elegir entre los cuentos, buscar una línea del propio gusto pero pensando en otro público también. Sobre todo, si es un grupo de amigos o conocidos. Explicar las elecciones, pedir revisiones, sugerir ediciones… todas cosas que se complican al tratar con un grupo humano del que uno forma parte.

Me gustan mucho también las mini-biografías de los autores que salen delante de cada cuento. Son muy sintéticas, pero nos permiten identificar un poco más a los escritores y sus voces, además de ver un poco las relaciones entre ellos también.

 

 

Resumiendo y cerrando esta reseña: una nueva edición de una antología que sigue la trayectoria marcada, con muy buen resultado . Las cuatro se pueden leer en cualquier orden, son completamente independientes. Muy recomendable, no importa si les gusta el género del terror o la fantasía: todo está bien escrito, es suficientemente variado para que seguramente encuentren algo que les guste y da una muy buena muestra de cómo se escribe terror o fantasía oscura en la actualidad.

Fuente: Aportado por Carlos Ferro

Reseña de "Lorena y el Mago", de Alejandro Alonso

Encontramos a Lorena en un momento en que su vida está cambiando. Pero también su abuelo empieza a contar cosas de un momento en que su propia vida también cambió. Y ahí empieza la aventura, se introduce la magia de la mano del otro personaje del título, el Mago.

Yo no debería escribir esta reseña, porque Alejandro (el autor) es amigo mío desde hace muchos años, muchos más que los que tiene la protagonista de este libro. Pero terminé de leerlo anoche y me gustó tanto y por tantos motivos, que no puedo dejar de expresarlo.

Abordé la lectura con modestas expectativas. Sé que Alejandro escribe muy bien, así que sabía que no me iba a “clavar” con algo desagradable de leer: el nivel de corrección estaba garantizado. Pero la edición de Colihue, las palabras de la contraportada y algunos diálogos sobre el libro que había mantenido con Alejandro, lo colocan en la categoría de “literatura juvenil”. Cuando vi que además tenía páginas de historieta como ilustración, aún con una calidad de dibujo espléndida (de la mano de Patricia Breccia, un lujo de ilustradora), se acentuó la impresión de “libro para los chicos”. Lo admito, tengo prejuicios contra los libros “juveniles” desde que era joven incluso. Para mí, cuando dicen que un libro es juvenil o infantil, es porque está todo muy simplificado y no tiene la calidad suficiente para “competir” en la liga de los libros de verdad. Le falta detalle, es ingenuo, no aborda problemáticas interesantes para los adultos, está cargado con moraleja… múltiples defectos muy comunes.

Por supuesto, eso no me detiene: he leído “El principito” muchas veces, he pasado por todo Harry Potter siendo ya adulto (aunque no me enorgullezco de eso, pero no está mal) y, ahora que tengo una hija, he vuelto a disfrutar de María Elena Walsh. Pero considerándolos como casos excepcionales.

Bueno, este libro de “Lorena y el Mago” es completamente distinto. De lo que mencioné, está más cerca del Principito. Pero cruzado con historietas de D´Artagnan o El Tony de cuando éramos chicos. Pero cruzado con La Historia Interminable. ¡Pero cruzado con Borges!

En fin, mejor me dejo de hablar de las cruzas y digo lo que encontré.

Encontré una historia cautivadora, que me enganchó desde la primera página, con un comienzo sorprendentemente adulto. Desde el principio, aparecen problemáticas muy adultas y profundas, mezcladas con otras características de la pre-adolescencia (y no por ello menos profundas). Como dice atrás (así no adelanto nada, para no estropear sorpresas), encontramos a Lorena en un momento en que su vida está cambiando. Pero también su abuelo empieza a contar cosas de un momento en que su propia vida también cambió. Y ahí empieza la aventura, se introduce la magia de la mano del otro personaje del título, el Mago. Y es un tratamiento hermoso de la magia el que armó aquí Alejandro, usando la magia de las palabras y su talento para describir la magia de las palabras y darle relieve con poemas bien escogidos. Tengo mucha experiencia, como lector de fantasía y jugador de juegos de rol, en sistemas de magia, y el trabajo de Alejandro se destaca en ese sentido.

También se destaca en la narración de la aventura, muy fluida, con buen ritmo y muy interesante. Los conflictos y escenarios de la acción son ricos y creíbles, además de bien estructurados.

Y, hablando de conflictos, el otro gran atractivo para mí de esta pequeña (por su longitud, que no por su valor) novela, son las relaciones entre los personajes. Hay varias relaciones entre pares de personajes, y los personajes son queribles, bien trazados a pesar de lo breve del relato. En estas relaciones hay de todo: amistad, enemistad, curiosidad, aprendizaje,descubrimiento, búsqueda… es el motor de todo el resto. Y eso, trasciende ampliamente lo que esperaba de un relato juvenil.

Por supuesto, es muy difícil evitarlo, y este libro es otra instancia del Viaje del Héroe. Como descubrió y detalló Campbell, casi todos los mitos y relatos tienen una estructura en común, una especie de patrón que se rellena con distintos detalles, y es el viaje del héroe: un viaje físico y lleno de peripecias que en realidad refleja el viaje interior de la maduración, un viaje que todos debemos hacer, justamente, para pasar de ser jóvenes a adultos. En este libro hay más de un héroe (o heroína) y más de un viaje; al menos se narran directamente los de Lorena y su abuelo, pero podemos descubrir más.

La edición del libro como objeto físico es muy agradable: buen tamaño, buen tipo de letra, separaciones de capítulos, bien ubicadas las páginas de las ilustraciones (que, repito, son excelentes y acompañan muy bien el texto), diseño agradable. Algo muy importante para mí, el libro está bien corregido: sólo encontré en mi lectura un error que probablemente sea sólo de tipografía.

En fin, será mejor que cierre la reseña antes de que en mi afán por detallar mis impresiones les anticipe algún misterio que no debería. Como habrán visto, disfruté ampliamente del libro de Alejandro Alonso. Se puede leer a muchos niveles, por lo que lo recomiendo tanto como literatura juvenil como para adultos que queramos pasar un rato agradable con una buena dosis de fantasía, magia, aventuras, poesía y personajes interesantes.

Lorena y el Mago
Alejandro Javier Alonso
Patricia Breccia (Ilustrador)
ISBN: 978-950-563-254-1
Código interno: 103254-1
Precio: $ 62.00
Colección: La Movida
Formato:12 x 20 cm.
Encuadernación:Rústica
Páginas:144
Editorial:Ediciones Colihue
Año de edición:2014
Materia: LIBROS JUVENILES -> LITERATURA -> NARRATIVA -> NARRATIVA JUVENIL CONTEMPORANEA
Destinatarios: Libros para niños y jóvenes -> Ficción

 

 

Por Carlos Ferro, para Axxón Ciencia Ficción