Un estudio apunta a que si consideramos los extremófilos las condiciones de habitabilidad de los exoplanetas pueden ser extendidas
Vivimos tiempos excitantes en algunas ciencias, como en la Astrofísica. Una de sus ramas trata de explorar otros mundos en donde pueda haber vida. Miles de exoplanetas han sido ya descubiertos y algunos de ellos están en la zona de habitabilidad de su estrella.
No se sabe muy bien por qué este tema nos excita el alma y la imaginación. Decía Erich Frömm en El arte de amar que el amor no es más que el sentimiento, en cualquier de sus diversas formas, que llena el vacío que crea la soledad con la que nacemos y que nos acompaña toda la vida. Quizás la búsqueda de vida fuera de nuestro planeta no sea más que una suerte de búsqueda de un “amor cósmico” que nos haga sentir menos aislados, menos solos.
El problema es que ni siquiera sabemos cómo puede ser la vida por ahí afuera, quizás adopte formas que todavía ni hemos imaginado. Solemos proyectar el único ejemplo de vida conocida, el nuestro, y esperar que también se haya dado por ahí. Pero, incluso asumiendo la misma bioquímica otros ADNs pueden tener más bases y codificar muchos más aminoácidos, como recientemente se ha demostrado experimentalmente que es posible.
Normalmente buscamos planetas en la zona de habitabilidad de su estrella porque en esa zona el agua permanece en estado líquido y es el mejor disolvente conocido para las biomoléculas conocidas. Sin embargo, algunos astrobiólogos, como Christopher McKay (Ames Research Center del la NASA), creen que quizás sea necesario expandir esas zonas de habitabilidad porque la vida pude adaptarse a condiciones muy duras.
Así que este astrobiólogo ha elaborado una lista sobre este asunto de la habitabilidad extendida.
Algunos puntos de la lista se pueden inferir a partir de lo que se sepa del tamaño del planeta, masa, distancia a su Sol, etc. Pero otros necesitarían de una imagen directa del planeta en cuestión y saber la composición atmosférica gracias a la toma de un espectro. Quizás el Starshade usado en conjunción con el telescopio espacial James Webb nos puedan aportar esa información en un futuro próximo.
Quizás en las próximas décadas puede que tengamos ya algunas pistas sobre si la vida existe en algún sitio más además de en la Tierra.
Cuando tengamos esa instrumentación algunas de las cosas que podremos ver pululando en otros mundos puede que sean tan raras como las siguientes que aparecen en la lista de McKay:
Límites de temperatura
Según McKay no hay que circunscribirse en una zona de habitabilidad estricta en donde el agua está en estado líquido. En 2013 unos investigadores de McGill University encontraron microorganismos en el permafrost ártico que se podían reproducir a 15 grados bajo cero. Mientras que otros microorganismos han podido reproducirse a 122 grados (y alta presión en la que el agua no hierve). Así que un mundo helado puede estar cubierto por algo parecido al alga Chlamydomonas nivalis o “nieve de sandía” debido al color rojizo que proporciona.
Límites de humedad
Puede que un planeta habitado no tenga ni siquiera océanos de agua, sino que sea una especie de desierto global en el que vivan seres como las cianobacterias que prosperan debajo y en el interior de las rocas del desierto de Atacama en Chile. En este caso bastan unos pocos días al año de lluvia o de niebla para poder vivir. No se necesitan océanos. McKay bromea con el parecido que tendría con el planeta de ficción Dune, aunque sin gusanos gigantes.
Límites de luz
No se necesita una gran cantidad de luz para que la fotosíntesis funcione. Así por ejemplo, las macroalgas rojas viven a una profundidad tal que sólo les llega el 1% de la intensidad de luz solar que llega a la superficie terrestre. Igualmente podría haber plantas oscuras que maximizaran la luz absorbida en exoplanetas con poca iluminación superficial o a gran profundidad.
Límites energéticos
La base de la cadena trófica no tiene que estar basada en la fotosíntesis. Las chimeneas hidrotermales nos dicen que la quimiosíntesis puede ser una buena alternativa a la hora de conseguir energía.
Resistencia a la radiación
Toda la radiación ionizante, empezando por los rayos UVA, pueden ser muy perjudiciales para vida, pues provocan mutaciones o incluso la muerte celular. Esto es cierto para seres complejos o para seres unicelulares. Pero unos pocos microorganismos pueden resistir altas dosis de radiación, como Deinococcus radiodurans, que evolucionó para reparar su ADN dañado por la desecación en condicione desérticas. Esta capacidad le permite vivir en lugares con una intensidad de radiación equivalente a la que hay en el interior de un reactor nuclear.
Oxígeno tóxico
Asumimos que el oxigeno asegura la vida gracias al ozono como subproducto y a que permite la vida multicelular gracias a la respiración aeróbica y a la gran cantidad de energía que esto proporciona. Pero algunas bacterias, como el género Actinomyces que viven en los suelos, no pueden vivir cuando el oxígeno está presente. Otras no lo usan pero toleran su presencia. Así que podría haber planetas en donde no hubiera oxígeno, pero que contuvieran vida. Sin embargo, el nitrógeno parece más esencial.
Quizás Titán nos pueda decir algo sobre la bioquímica exótica. En ese cuerpo hay masas de metano líquido a temperaturas muy bajas en los que hay hidrocarburos complejos. Es un recordatorio de que otros mundos habitados pueden ser muy distintos al nuestro. Los recientes planes de la NASA (aún sin aprobar) incluyen el envío de un submarino a los lagos de Titán para 2040, lagos que serían transparentes a las ondas de radio al no ser de agua.
Fuente: Neofronteras. Aportado por Eduardo J. Carletti
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