Mucho se ha hablado de la última película del creador del movimiento Dogma. Anticristo hizo correr ríos de tinta antes de su estreno y su paso por Cannes a parte de una publicidad inusitada reportó críticas dispares, odios entre los espectadores ya plausos acalorados. ¿Por qué? Sencillo, porque el director danés con tendencia a la genialidad y complejo de Dios se ha sacado de la manga una película de terror poco usual llena de sexo, gore, terror y drama a partes iguales.
Anticristo no es una cinta normal porque de base rompe con los esquemas del cien tradicional y por supuesto arrasa con los del cine de género fantástico. Se atreve con nuevas tendencias visuales y tiene una cadencia muy diferente haciendo sin embargo escala en todos y cada uno de los lugares comunes de cualquier película de terror. Existe una familia destrozada, un bosque amenazador, sangre, violencia y sucesos inexplicables rodeados con el lazo del saber hacer europeo con un halo de misterio y drama.
Durante su presentación con unos minutos de una solvencia brutal y donde la narración marcará el ritmo del resto del metraje presenciamos la desgracia que perseguirá a sus dos protagonistas y arrastrara a ambos hacia lo irracional y lo grotesco.
No vayan al cine pensando que van a tener terror al uso, no encontrarán planos con asesinos en serie sobre los hombros del protagonista ni chicas corriendo con poca ropa al lado de un lago (los planos de desnudos serán bastante más inquietantes que eso). Al contrario, el terror tiene una forma mucho más surrealista e irracional y el miedo se plasma en formas mucho más bellas con una fotografía lustrosa y solvente mientras las escenas de sexo (del de verdad, no olvidemos que es una cinta para adultos) serán de una crudeza bestial. Sus planos, con meditada lentitud, recrearán cuadros de grotesca belleza que se perfilarán con la interpretación de Willem Dafoe y Charlotte Gainsbourg. En el apartado de carnicería varia Anticristo no se corta a la hora de mostrar sangre y para los más sensibles será complicado no apartar la vista de la pantalla.
En cuanto al argumento permítanme reservar la trama lo máximo posible ya que cualquier pequeño detalle, incluso ahondar en los más escabrosos puede conseguir destripar el contenido de la película más de lo que su autor, guiado por un afán anárquico, hubiera deseado y simplemente sepan que se trata de una terapia poco habitual para la depresión. La depresión de una pareja por la trágica perdida de su hijo y la del propio Lars von Trier que usó dos años de su vida para superar su estado anímico para escribir este guión sin reglas aparentes cuya principal virtud es romper con todo.
Si se arriesgan a darle una oportunidad no saldrán indiferentes pero su reacción será similar a la provocada en Cannes: odio profundo o morbosa fascinación.
Fuente: Mundo cine. Aportado por Gustavo Courault
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